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martes, febrero 12, 2008

Como una extraterrestre

De un tiempo a esta parte me siento como una extraterrestre. Como si no fuera de aquí, como si nunca pudiera serlo. Podría decirse que soy como un bicho raro. Me apetecen cosas que no se le pasó por la mente a nadie en 30 kilómetros a la redonda.Todo lo que me gusta es extraño para los demás, raro, mal visto o estúpido. Todo lo que les gusta a los demás es igual de insubstancial y insensato para mí. Quizás me equivoqué de época, de país, de profesión, de idioma. Probablemente no fui la que esperaban, la que se suponía que debía ser.

Por momentos me veo en un increíble acelerador de partículas en constante movimiento. No soy la misma de ayer, ni seré la misma mañana. Mi pensamiento evoluciona a una velocidad de vértigo donde personas muertas me influyen más que aquellas que me susurran al oído. Quizás nací cuando debí morir, quizás todo lo que debía ser ya no existe. Quizás moriré cuando debí nacer y dejar de ser una extraterrestre paranoica en un mundo incomprensible, carente de estímulos.

Nadie me comprende aunque yo comprendo todo. El universo se configura impúdico bajo mis pies, puedo ver por qué él la quiere, por qué él le ama, puedo ver por qué le odia... y, en cambio, nadie puede saber por qué fluyo, sin atarme a nada, como el agua, sin parar, sin interés, con la frialdad de un suicida...

De un tiempo a esta parte me siento como un punto y final.

martes, julio 31, 2007

¿Cómo estás?

¿Cómo estás?

Tan fácil y tan complicado como eso. Últimamente parece que esa pequeña e insignificante frase se ha borrado de los labios y las gargantas de mis conocidos. Se suceden las conversaciones estúpidas, tópicas y repetitivas de siempre, cuando, mi mente, se obceca en volver a escuchar la pregunta mencionada. La considero como un pistoletazo de salida, una ventana por la que saltar sin pensar si voy a estrellarme contra el asfalto. Los días pasan y me doy cuenta de que todavía no me he desahogado, de que, por mi mente, desfilan, como fuegos fatuos, miles de sentimientos de odio, amor, cambio y desdén que se comprimen en mi mente, como si de una olla exprés se tratara, y que no encuentran ninguna vía de escape.


Callo
y, sin embargo, dentro de mí, grito como las locas por expresar todo lo que siento, todo lo que pienso, las ganas de golpear a algunas personas que albergo y las de besar a otras que tengo. Muchas veces me duele la cabeza y escribo como una estúpida interminables ríos de tinta privados que no me llevan a ningún sitio, que no me reconfortan y que me sumergen aún más en una vorágine de pánico y soledad que me consume. Nada funciona.


Nadie me pregunta como estoy y, en mi neurosis, invento todo tipo de excusas para comprender por qué el milagro no se produce. Pienso que todos saben lo que se cuece en mi cabeza, el gran galimatías que reside en mí y del que ni yo misma tengo explicación; que no pueden ayudarme, o que no tienen ganas de aburrirse con mis estúpidas ideas del mundo y de todo lo que hago mal. Quizás no se acuerden. Siempre he pasado tan desapercibida, siempre he sido tan transparente, siempre tan reservada y discreta, que quizás no sepan que deben preguntarlo y que igual creen que no pasa nada: ¿qué podría pasar?


Otras veces, agradezco que no lleguen a preguntar... para no volver a darle ocasión a mi mente de que siga pensando, para no darle alas a mi pensamiento, a mi corazón. Me autopsicoanalizo constantemente. En un papel mi corazón, en otro mi cerebro habla. Hace meses que no llego al trabajo con los ojos hinchados de llorar. Eso es bueno. Sin embargo, la reciente cura de esa conjuntivitis alérgica que algunas mañanas causaba tremendos estragos en mis ojos, no ha llamado la atención a nadie. ¿Me he vuelto invisible de nuevo?


((Por cierto! Hoy empiezan mis vacaciones!!))

jueves, marzo 29, 2007

¿Dónde están mis sentimientos?

Parece mentira que, tan sólo hace unos años, rellenara varios cuadernos con poesías. Los veo y no puedo entender dónde se encuentra esa capacidad mía para expresar mis sentimientos. Leyendo aquellos poemas, tan íntimos míos, tan propios de una vida no mejor que esta, puedo trasladarme en el tiempo y ponerme en la piel de aquella chica tímida que, aparentemente, nadie quería. No sé en qué punto de mi vida perdí el increíble don de sólo decir lo que sentía, sin reparo o verguenza. No sé en qué momento despareció esa "inocencia" que me hacía confiar ciegamente en cualquier persona que me hablara o me besara.

Con aquellos poemas, aprendí a bucear en mi interior, a conocerme y a descubrir que, aunque odiara con toda la fuerza de mi universo a aquella capa exterior que me recubría, me sentía agusto siendo yo. Con mis rarezas, con mis depresiones, con mi negatividad y mi mente fugaz y extraña que tan malas pasadas me jugó siempre. En aquellos momentos yo era gris. Totalmente transparente para el género masculino, sin duda. Una chica estúpida dispuesta a perder cualquier reducto de su personalidad por gustar, caer bien, o por llamar, si hubiera podido, un poco la atención.

No mejoró mucho que me fijara, por aquel entonces, en la persona menos conveniente. Todavía me recuerdo, en los jardines de la antigua universidad, mirando el cielo azul del junio más hermoso de toda mi vida. No recuerdo momento más feliz que aquel, ni instantes más maravillosos que aquellos suaves días estivales. Parecía un sueño. Fue sólo un sueño. A partir de entonces, empecé a caer, a mirar, de nuevo, los tristes suelos, a mis pesados pies y a aceptar que, quizás yo no estaba destinada a contemplar aquellos cielos.

Me dormía todas las noches llorando y me calmaba escribiendo desgarradores poemas obcecada en un destino que nunca estuvo para mí. Las personas de mi entorno giraban a mi alrededor -frenéticos- como en esos anuncios de la tele, mientras que yo avanzaba por la vida a cámara lenta mirando al suelo y recordando momentos que no se volverían a repetir. Entonces, apareció la única persona que, hasta entonces, tuvo la capacidad de ver algo a través de ese halo gris que me envolvía. Y fue, en ese momento, cuando comenzó mi historia.

sábado, marzo 17, 2007

Viviendo en una novela

La fase de la vida en la que actualmente me encuentro, no hace otra cosa que incitarme a pensar demasiado. Eso no es bueno. Por lo menos, es lo que dice la gente cuando les confieso que últimamente no salgo mucho de casa. Según ellos, en mi situación, no hay que reflexionar ¡Como si no me conocieran! Supongo que no tienen más remedio que interpretar ese papel. En definitiva, no les queda otra que dar las estúpidas soluciones que muchas veces he transmitido yo a la persona que entonces se encontraba en mi actual situación. Recuerdo que siempre que me tocaba decir las famosas frases, me sentía bastante estúpida. Supongo que todos somos conscientes de lo que tenemos que hacer para salir de nuestro "obligado pozo" y, si no podemos salir al exterior de él, no es por desconocimiento, sino por incapacidad. Sólo se necesita tiempo. Siempre he sido muy excéntrica y bastante melodramática. Si a esto le sumamos que me suelo ahogar en un vaso de agua y que, casi siempre, mis pensamientos son del color que predomina en este blog, os podréis imaginar como me siento. De todas formas, no quiero alarmar a nadie: que no avisen al pentágono, sólo es que hace mucho tiempo que no estaba sola. Nada más. Ya me voy acostumbrando.

Últimamente, sólo leo y escribo. Mi blog me da muy buenas satisfacciones. Cada vez, parece que más gente lee mis cosas y, por mi parte, estoy haciendo algo que me encanta y que tenía demasiado olvidado: escribir. Como dije, también leo mucho. Sin ir más lejos, y aprovechándome de la paga extraordinaria de marzo (!!!), he hecho un pedido de 119 euros a la web de "La Casa del Libro". Un pedido extenso donde hay de todo:
  • El pedestal de las estatuas (A. Gala). Es el libro comodín. Si lo compras, te regalan los gastos de envío del pedido. 6 euros de nada pero, que si te los ahorras, pueden contribuir a la adquisición de un nuevo libro. Por otro lado, siempre he querido leer algo de Gala pero, por una u otra causa, nunca lo he hecho. Por lo tanto, ya veremos como resuelto este nuevo libro, que, por otro lado, ayer utilizaban en la casa de Omaita para hacer de tope a una puerta.
  • Corazón helado (A. Grandes). Hagámosle caso a Jorge Javier Vázquez. Lo recomienda tanto en su programa, que he osado a comprarlo.
  • La sonrisa etrusca (J.L. Sampedro). Recomendación de mi jefa... a ver que tal.
  • La suite francesa (I. Nemirovsky). Me lo ha recomendado mucha gente.
  • La pasión india (J. Moro). Recomendación de Rebeca.
(Y ahora, la sección temática. Literatura contemporánea estadounidense)
  • El palacio de la luna (P. Auster). Empecé a leermelo en pdf y me gustó bastante.
  • Trópico de cáncer (H. Miller). El autor de la mejor "blog-novela" que he tenido la oportunidad de leer, idolatra a Henry Miller y a sus dos "trópicos" por lo que le daremos una oportunidad. (no voy a hacer propaganda del blog, si alguien quiere saber quién es, que me mande un mail!)
En fin, ¿no dicen que no hay mejor compañía que un buen libro?

miércoles, marzo 14, 2007

La desaparición del enano

Hace miles de años (o eso me parece a mí) mi madre trajo de la oficina el juego de "La desparición del Enano". Por aquel entonces, no había en los centros de trabajo internet ni correo electrónico. Las famosas cadenas que hoy saturan nuestros cibernéticos buzones existían, pero se difundían vía fax. El juego que hoy os presento es un gran enigma en mi vida. No me considero una inútil y soy bastante cabezona cuando no encuentro la solución de algo. Con "La desaparición de Enano" no hubo manera. Ni los compañeros de oficina de mis padres, ni mis colegas de clase fueron capaces de dar con el "intringulis" de este bizarro comecocos. Explico las bases:

Se trata de una imagen con 15 enanos. La imagen está dividida en 3 partes.


Si cambiamos de lugar las partes superiores, sólo aparecen 14 enanos.


Pregunta del millón de dólares: ¡¿Donde está el quinceavo?!

Siempre me ha costado muchísimo desprenderme de las cosas. Por eso, no me resultó extraño que, después de tantos años, apareciera el dichoso juego entre miles de papelotes olvidados de uno de mis cajones. Ahora os toca a vosotros. ¿Alguien sabe dónde se ha ido el enano?

miércoles, marzo 07, 2007

1440 minutos


Supongamos que cada mañana te encuetras 1440 euros.

Puedes regalarlos, divertirte con ellos o quemarlos.
Pero los que no uses, al final del día, desaparecerán.
Así funciona la vida.
La diferencia es que, lo que te encuentras por las mañanas, no son 1440 euros, son 1440 minutos.
Piensa bien qué vas a hacer con ellos.
(fragmento del anuncio del Mercedes Benz SportCoupé)


360 euros los regalo prácticamente, el resto del dinero... lo quemo sin remedio :/
"... like Peter Pan or Supermen, you're welcome to save me ..."


En fin, hoy estoy un poquito depre... ¿qué le vamos a hacer?

jueves, febrero 15, 2007

También lloro

Hace mucho tiempo, una persona muy importante para mí, por motivos que yo por entonces no entendía, decidió abandonarme. Lo pasé muy mal. Recuerdo que lloraba muchísimo. Durante todo el día, mis ojos permanecían con una eterna lágrima que nunca se desprendía, porque todas las cosas, todo mi mundo, me recordaba a él. Al cabo del tiempo, cuando parecía que todo había terminado, volvió a mí. La verdad es que no sé si fue entonces o un poco más tarde (cuando todo terminó de veras) cuando llegué a saber qué fue de él durante aquel tiempo que estuvimos separados. Él también lloraba. Cuando nos encontrábamos por los pasillos de aquella triste facultad, sin mirarnos siquiera, él sufría... sufría por mí. La verdad es que, a partir de entonces, nada fue igual entre nosotros. Aunque lo intentamos varias veces, no fue, hasta el último momento, cuando supimos que nuestro lazo se había roto.

Algunos años después, tal día como hoy, siento inmensos deseos de decirle: "¡Cuánto te entiendo!". Quizás tú, por aquel entonces, cuando también llorabas, te diste cuenta de la poca solución que existía para nosotros. Aunque te costara creer que aquellos que un día se quisieron tanto y que nunca se concibieron separados se debían distanciar irremediablemente. Hoy me siento igual que tú. Yo también lloro cuando lo veo; cuando no puedo hacer nada más; cuando me encuentro entre la espada y la pared, cuando quiero huir y no puedo escapar.

Quizás todavía te preguntes qué pudo pasar, que hubiera pasado si no hubieras querido conocer tanto mundo, dejando atrás el universo que ya tenías; en el que yo estaba. Me pregunto si algún día terminaré pensando lo mismo. Si me arrepentiré alguna vez de lo que ahora hago; si realmente soy una paranoica por no contentarme con lo que tengo; si el futuro que me espera será un reducto de amarga soledad o peor que mi presente; si soy una caprichosa o si realmente soy una estúpida intransigente con muchos prejuicios. En definitiva, si cuando lloro, como tu llorabas, lo hago por amor, por miedo... o por tristeza.

En estas ocasiones, un poema siempre se me viene a la memoria:

¿Por qué querer deshacer
un nudo que Dios ha hecho?
Sí, yo sé que los dos hilos
andaban flotantes, sueltos:
pero un día sopló un viento
que venía de lo alto,
que los empujó uno a otro.
Y al tocarse se enlazaron,
se estrecharon, sin remedio.
¡Qué nudo ya entre dos vidas!
¡Qué punto en que dos destinos
al apretarse, cruzados
con el calor de dos cuerpos,
crean un destino nuevo:
las almas indisolubles!
Y un día
nos encontramos los dos
llorando ante el nudo estrecho.
¿Cortarlo? Tú lo quisiste.
Tentaciones de cuchillo
te brillaron por momentos.
Pero si el nudo cortabas
te cortarías tu hilo,
y el mío, a mí, porque en él
estamos los dos unidos.
Cortar un nudo es cortarse
los dos hilos que lo hicieron.
¿Desenredarlo? Las manos
lloraron de pena larga,
porque el alma no quería
y lo intentaban los dedos.
¡No lo toques! ¡Déjalo!
Resístete, si tú quieres,
a que el viento antiguo siga
acercándonos, haciendo
nuestro nudo más estrecho.
Vuelve a ser el hilo tuyo,
libre, suelto. Nuestros hilos
volverán a separarse
como si fueran distintos.
Pero allá atrás quedará
—¡no la mates!— la memoria
viva de haber sido más
que dos pobres vidas sueltas.
Y el recuerdo de ese nudo
en que los dos fuimos uno,
porque queríamos serlo,
ha de durar, sin atarnos,
no ya como nudo, no,
sino como lazo eterno:
voluntad de no soltarse
de algo que nunca se suelta,
amor, lazo, en nuestros pechos.

Pedro Salinas

viernes, febrero 09, 2007

Confusa...

La verdad es que llevo algún tiempo queriendo saber de qué va el archiconocido Wordpress, pero como en algunas cuestiones informáticas soy prácticamente una analfabeta, no ha sido hasta ayer que me fui enterando un poco del tema. Inicialmente, yo pensaba que, para tener un blog Wordpress, hacía falta disponer de un dominio y de un hosting, sin embargo, recientemente descubrí que desde la propia página de wordpress puedes contratar un subdominio (tipo: xxxx.wordpress.com). Y me ha dado mucho coraje, porque el sistema es muchísimo más completo que el del dichoso Blogger. ¿Por qué no me informaría antes?

Soy una paranóica. Me he pasado toda la noche pensando en cómo hacer el cambio y me está costando la misma vida decidirme. Por un lado están los pro: es un sistema mejor, más versatil y personalizado (a mi entender). Pero luego están los contra:

  • Cambia la dirección: Y todo lo que eso implica. Tendré que volver a indexar el blog en todos los buscadores, empezar de cero con el pagerank, esperar que la gente que en un momento determinado me incluyó en su blogroll lo haga de nuevo... Además, probablemente, mi nuevo blog le hará la competencia, directamente, a mi antiguo blog en Blogger. Eso contando con que no amonesten por posible spam.
  • Tendré que contratar un dominio y un hosting: Obtener un subdomio gratuito Wordpress es como salir de Guatemala y llegar a Guatepeor. Contando con todos los quebraderos de cabeza que voy a tener para posicionar medianamente el nuevo blog, como para que, en un futuro, se me ocurra contratar un dominio nuevo (no way!). Si al final me decido, esta vez será la definitiva.
  • Aunque, desde wordpress, es bastante facil importar todo el contenido de mi Blogger, está el tema de volver a organizar la plantilla, las afiliaciones, la nube de etiquetas... En definitiva, todo lo que tanto trabajo me ha costado hacer, dejarlo aparcado para volver a empezar de nuevo. Ahora que todo parecía estar en su sitio, ahora que todo parecia estar correcto.
¿Qué hacer? También pienso que por qué complicarse la existencia cuando lo importante de este blog no es, ni mucho menos, la estética. Blogger es fácil, sin muchas pretensiones, pero fácil... ¿para qué necesito más? ¿qué hago?

Se admiten sugerencias...

martes, enero 30, 2007

Allí, en Asturias

Muchas veces, cuando me siento triste, estúpida o a punto de estallar, pienso en Asturias y en ese enorme acantilado de aquel pueblecito cerca de Luarca. Allí, donde, si mirabas hacia el horizonte, solo veías mar y más mar; donde tenía la certeza de que, más allá de mi mirada, sólo encontraría eso, ingentes cantidades de agua salada. Me gustó esa sensación de seguridad. La brisa del mar en el rostro, tu sonrisa a mi lado. Sentados en el banco aquel, que podríamos haber hallado perfectamente en cualquier museo. Allí, donde el único lienzo posible era el mar plomizo y melancólico de aquella hermosa costa.

Entonces escucho que me llaman. Sin duda es Blanca, mi jefa, recordándome que debo telefonear a alguien con el que, posiblemente, detesto conversar. Le digo que sí con la cabeza y, de nuevo, me transporto a aquella tarde de domingo, a aquel tranquilo anochecer frente al mar asturiano a tu lado. Regocijándome, en esa reparadora quietud que antecede a la feroz tormenta. Ojalá nos encontráramos hoy allí.

(foto: Puerto de la Vega (Asturias). Agosto 2006)

miércoles, enero 10, 2007

La Bufonofobia

Hace algunos días, por poco me da algo cuando, casualmente, puse La Sexta . ¡Estaban poniendo VIP Noche! Aunque, en su nueva andadura, el programa se llama Tres en Raya, se trata, sin duda, de aquel estrafalario show que presentaba Milikito y que desafiaba a las leyes de la gravedad. Impresionante se me antojaban, siendo una mica, la sobrecogedora parafernalia, con todos aquellos famosetes encaramados en esa estructura de cubos. Recuerdo que, por entonces, mis simpatías siempre se las llevaba el invitado de la cuadrícula de arriba a la derecha. Me solidarizaba con él, porque, si en algún momento la dantesca estructura se venía abajo, sin duda, él se llevaría la peor parte. Había que echarle testículos (u ovarios) para quedarse ahí más de cinco minutos.

Hasta que no me encontré de nuevo con él, no recordé de qué iba exactamente el programita: los locos famosos que aparecían en cada una de las cuadrículas (antaño, el Duo Sacapuntas y Compañía, hoy, las Supremas de Móstoles...) respondían a una pregunta del presentador de turno (como dije, antaño Milikito, ahora, la demasiado-simpática Carolina Ferre). La respuesta podía ser verdadera o falsa. Si el concursante acertaba si le estaban engañando o no, se agenciaba la casilla.

No penséis que me tragué el programa entero. Vi lo suficiente para pillarle el cansino mecanismo y poco más. Además, no muchas personas (equilibradas psicológicamente) pueden soportar por mucho tiempo la risa de Carolina, a no ser que te llames Andreu y hagas chistes de pena. Sin embargo, estuve lo suficiente para asistir a la formulación de una pregunta interesante.

- ¿Qué es la bufonofobia? - pregunta la jocosa presentadora a MAN (aquel cerebro de mosquito de UPA Dance).
- La bufonofobia consiste en el miedo irracional a los payasos. - contesta el maromo.

Y yo me dije... Ese es el nombre técnico de lo que a mi me pasa. Pues no, la bufonofobia no es el miedo a los payasos, exactamente, se llama coulrofobia y se da, sobre todo, en mujeres que rondan los veintipocos. Por supuesto, eso no lo sabía Carolina y, consciente de que su jefe fue, en su otra vida, un payaso, sentenció el asunto con un: "¿quién le puede tener miedo a un payaso?". Ella no se dió cuenta ya que reía histérica - para variar - pero un murmullo terrorífico recorrió el público.

A muchas personas les da "rollo" los payasos. ¿O es que hay algo más macabro que el payaso de McDonalds? Sin embargo, en muchos casos, este peculiar miedo se desarrolla tras visionar una película - esperemos que ya descatalogada - basada en un libro del escritor que ha basado su carrera en, simplemente, acojonarnos: Stephen King. El filme se llama IT y yo, no sólo lo ví un par de veces, sino que me leí el libro; un enorme tochaco que acojona aún más si cabe. El argumento se basaba en las peripecias de un grupo de niños de la norte américa profunda, que se veían acosados por el fantasma de un payaso: el mítico PennyWise, que podéis ver en la foto de arriba. Aunque en ella parece quasi-amistoso, no os podeis imaginar lo que te entraba por el cuerpo cuando aparecía, enseñando sus sangrientos dientes, más puntiagudos que los de un tiburón.

En conclusión, terminé odiando a los payasos, hasta el punto de que ni los simpáticos payasos de Micolor me caen ya bien. Es alucinante como el cine o la literatura consiguen que personajes, tan inocentes-en-apariencia, como un payaso, lleguen a encarnar la verdadera esencia del miedo. Ya hablaré de algunos casos más en otra ocasión. ¡Cuidado con Penny Wise! :)

martes, enero 09, 2007

Ya hace un año

Hoy es 9 de enero. Un día que, probablemente, no signifique nada para una gran parte del mundo. Una fecha, en cambio, triste para mí: hoy hace un año que murió mi perro. Indi. Posiblemente fuera el perro más bueno que he conocido. Aún, cuando llego a casa de madrugada, espero encontrármelo detrás de la puerta, enroscado en su eterna cestita. En ningún momento, durante este año, he dejado de pensar en él y en la última visión suya que conservo; cuando, casi ciego, y con el morrito lleno de sangre seca, enfiló la puerta del ascensor y desapareció, para siempre, de nuestras vidas. A ese pensamiento, se le añaden, después, momentos que no viví pero que imagino con bastante amargura: sus últimos segundos de vida en una triste camilla de una clínica veterinaria.

Nunca he preguntado a mi padre si le acarició entonces y le dijo, aunque ya apenas oía nada, que había sido el mejor perro del mundo. Sólo sé que yo, desde mi casa, en aquellos momentos, tuve la estúpida reacción de ponerme a rezar una oración cristiana, emulando, en cambio, a los sacerdotes budistas, cuando velan el alma de alguien que sube al cielo. Desde entonces, intento por todos los medios no pasar por delante de aquella funesta clínica donde murió mi perro y, si no puedo evitarlo, ni siquiera soy capaz de mirar.

No sé que fue de su pequeño cuerpecito. Supongo que lo incineraron y que sus cenizas se dispersaron alegremente por el espacio. Me hubiera gustado conservarlas, para tener algo que velar hoy, por ejemplo. Sin embargo, me quedo con esta fotografía que os muestro en este triste artículo. En ella, no tendría ni un año, era una bolita de pelo blanco, con manchitas canela. Le pusimos un gracioso cascabelillo en el cuello, para encontrarlo en cualquier rincon de la casa donde se escondiera. Aunque, pensándolo bien, no era necesario. Era totalmente reconocible por el característico sonido de sus patitas sobre el piso, que aún hoy, me parece, que todavía puedo escuchar.

domingo, enero 07, 2007

Sin ganas de escribir...

Llevo días pensando en algo que escribir y no encuentro nada. Definitivamente, no ha sido la mejor semana de mi vida. Llevaba tiempo anunciando que me llegaría el bajón y, bueno, en esas estamos. Quizás el problema sea que me siento un poco sola y, aunque al principio pensaba que no era para tanto y que todo era solucionable, por recientes acontecimientos que han ido sucediendo a lo largo de estos últimos días, mi situación es peor de lo que creía. Uno de mis propósitos para el nuevo año (que era recuperar mis amistades) no anda por muy buen camino. Envíe una carta de disculpa a una amiga que, antaño, fue muy importante para mí, de la que no tengo respuesta alguna... supongo que me merezco la indiferencia, sin embargo, no esperaba que estuviera la cosa tan chunga (hablando mal y pronto).

Me he pasado todo el fin de semana en mi casa. He visto cinco películas y me he leído. prácticamente. un libro completo. El resto del tiempo, lo he gastado mirando la pantalla de este ordenador ideando nuevos artículos que nunca terminan de concretarse. Pienso mucho en mi pasado, sobre todo en mi época de instituto y las experiencias que viví. Me preocupo mucho por una persona que no ha dejado de ser importante por no estar ya con ella y, sinceramente, me muero por preguntarle cómo se encuentra, si eso no fuera contraproducente en la situación en que nos encontramos. Pienso, también, cosas extrañas, sobre personas que pasaron fugazmente por mi pasado, imaginándome que podría haber pasado si no hubieran escogido un momento tan equivocado para entrar en mi vida. Y también pienso en mí y si tendré salvación, si he tomado la decisión adecuada, o estoy degradando más mi existencia.

En esas estoy. Buscando en mis agendas infestadas de poemas estúpidos dedicados a alguien que no se los merecía, pero que yo escribía frenéticamente mientras obviaba partes que tanto echo de menos en esta vida mía de ahora. No se como he llegado a esta situación y, mucho menos, como salir de ella.

jueves, enero 04, 2007

Persiguiendo el cambio...

El motor de mi vida se ha puesto de nuevo en movimiento: definitivamente quiero que mi vida cambie. ¿Para qué voy a negar que me he trazado unos propósitos para el nuevo año? Nunca antes lo había hecho. Supongo que, por primera vez en mi vida, he reconocido que mi vida no anda por los derroteros deseados y hay algo que cambiar. Hay mucho que cambiar. Empezaré con pequeños pasos, que me resultarán gigantescos ante la inmovilidad que me caracterizaba en los últimos meses. Tendré que estar algún tiempo sola, pero no tengo miedo: me guía la esperanza de encontrar tiempos mejores y el pensar que, aunque sola, podré hacer lo que me de la gana sin rendir cuentas a nadie.

Tiempo para mi misma. Sólo para mí. Regalarme a mí, dejando de pensar en el dinero y en el qué dirán algunos. Gastarme el dinero en mi gente, sin arrepentimientos y directamente desde el corazón. Me siento terriblemente segura de mi misma, con ganas de afrontar la vida a lo grande. Presiento que este será un buen año.

Más cerca que nunca del lesbianismo, deseo que ningún hombre se me vuelva a acercar en mi vida. No tengo esperanzas en ese aspecto. He probado todos los tipos de amor: No hay salida. Si bien hay gente que es de una forma y luego cambia, hay otras que no cambiarán en la vida. No hay término medio. Pero no me importa. Puedo sobrevivir a esto. No me siento, ni mucho menos, agobiada. No necesito a un hombre en mi vida, sólo quiero el perro y la casa. Los bancos de semen son, sin duda, el mejor invento en mucho tiempo.

Cada día me alegro más de haber nacido mujer. Viva la regla. Viva la depilación. Arriba el síndrome premenstrual. Dios lo acoja en su seno. Vivan los tacones y las medias. Vivan las tetas pequeñas (y las grandes). Viva la celulitis, el Rimel y el helado de chocolate belga. ¡Arriba las mujeres!

miércoles, diciembre 13, 2006

¿Y qué le regalo yo a mi jefe?

Pasó lo que deseaba que nunca llegar a ocurrir: ¡me ha tocado mi jefe en el amigo invisible! Lo presentía, pero nunca pensé que fuera yo a tener tan mala suerte. ¿Y qué le regalo yo? Desde que abrí el funesto papelito no he dejado de hacerme la misma pregunta. Mi jefe, aunque es muy agradable y no me explota demasiado, es un hombre que ha dejado hace tiempo atrás el medio siglo y digamos que "navega" en mares inexplorados por mi. Es decir, que no tengo ni repajolera idea de lo que le debo regalar. No ayuda mucho que el dinero máximo para gastarse sea ¡10 €! ¿Puede existir algo que le guste a un JEFE que valga menos de 10 €? ¿Hay algo que ronde esa cantidad, que el necesite y que no se haya podido comprar? Bien es cierto, que cuando es tan pobre la cantidad empeñada se suele recurrir al ingenio y al humor. Pero ¿quién sería capaz de comprarle un artículo de broma o erótico festivo a su jefe?

Por eso, decidí tomar una nueva estrategia: ponerme en el lugar de mi jefe y pensar, desde esa posición, qué me gustaría que me regalaran. Por lo que sé, mi jefe es un negado con la tecnología aunque lleva el portatil a todos lados y le gusta el vino, por lo que, de vez en cuando, es fácil verlo en un cata. Por lo tanto, tengo dos posibles regalos: un buen vino de 10 € - aunque él esté acostumbrado a vinos de 170 euros (nunca entenderé los enólogos) o un miniratón wireless para el portatil.

De todas formas, tengo la extraña sensación de que la cagaré.

sábado, noviembre 11, 2006

A Day in Life (in the morning)

Son las 7.15. Sólo quedan 15 minutos para que suene el despertador del móvil. Cerraré por un segundo los ojos, y de repente comenzará a sonar denuevo. ¿Es posible que haya pasado el tiempo tan rápido? No importa, volverá a taladrarme el tímpano dentro de 10 minutos. No obstante, coloco el móvil encima de la almohada para notarlo cuando vuelva tocar otra vez. Aunque podría escucharlo desde el otro lado de la habitación, siempre tengo el funesto presagio de que no lo oiré, y lo coloco al lado de mi cabeza, con el martilleante pensamiento absurdo de que. tenerlo tan cerca del cerebro, dentro de unos años, me pasará factura.

Las 7. 45. Solo 5 minutos para levantarme. Ya ha sonado el jodido despertador dos veces. A la tercera (dentro de 5 minutos) tendré que levantarme. Cuando escucho la hilarante musiquilla, me levanto. Me miró al espejo. Tengo el pelo fatal, y mientras me debato entre ducharme en la mañana o dejarlo para la tarde, decido que, probablemente, después del almuerzo duerma una enorme siesta (que nunca hago, por cierto).

Me meto en la ducha, mirándome antes en el espejo del baño. Es por la mañana, todo está, más o menos, en su sitio. Pero vuelvo a repetirme que tengo que adelgazar, es más, tendría que ir a un gimnasio y debería dejarme de comer tanto pan con Nocilla. Me meto en la ducha. El desagüe sigue atascado, probablemente, si no me doy prisa, rebosará el plato y perderé tiempo secando el suelo. Salgo, ya comienza a hacer frío. Es el momento del test de caída del pelo: parece que hoy ha habido suerte, no se han caído demasiados.

A continuación, la pregunta de rigor: ¿qué me pongo? No me gusta repetirme. Odio repetirme. Pero soy un desastre, tengo todos los pantalones rotos por los bajos. Necesito comprarme ropa, pero no es el mes idóneo; además siempre termino comprándome camisetas de manga corta que nunca me llegaré a poner. Al final, me cojo los pantalones de siempre, con alguna camiseta que más o menos se adapte a mi estado de ánimo (y a mi estado de curvas). Así está bien, el verde me realza los ojos. No estoy tan desastrosamente mal para tener que pintarme un poco; al fin y al cabo, nunca lo hago, cuando voy a trabajar.

Tengo hambre. Abro el mueble de la cocina y cojo un Pan de Leche de la Bella Easo. Me lo como pensando que a media mañana tendré hambre en el trabajo y que cuando llegue a casa me comeré a mi madre por los pies. Salgo de la casa. El ascensor está ocupado, para variar. Decido esperar. Menos mal que el coche está aparcado cerca. Hace relativamente poco tiempo que tenía una plaza de garaje en alquiler, justo debajo de mi edificio. Sin embargo, las cosas han cambiado. Aunque he superado lo de no atormentarme por las noches pensando en lo que le pueden estar haciendo a mi preciado coche aparcado - solo, en la calle -, cuando bajo a la calle por las mañanas, espero encontrármelo con un cristal roto. Afortunadamente no me lo he encontrado nunca así, por lo que toco el arbol más próximo.

Acto seguido, me monto en el coche, meto la llave en el contacto, bajo el cristal, quito el freno de mano, piso embrague y arranco. Meto marcha atrás. Miro por el retrovisor. Ahí está el capullo del vecino del quinto, en su moto, con su estúpido casco futurista, está justo en el punto de mira. Doy marcha atrás y le doy. Por fin, una alegría por las mañanas.

(Continuará)

viernes, noviembre 10, 2006

¿Hay alguien ahí?

Hoy es un día "down", para qué negarlo. No paso por un buen momento, pero ni si quiera a mi me importa; ya estoy acostumbrada a estas cosas. Encima, tengo un blog que no lee nadie, mi PageRank es un triste 0, y, encima, aunque hace unos meses mi página aparecía en los primeros puestos de una búsqueda en Google, ahora ni siquiera aparece en los registros.

De todas formas, aún apareciendo en las primeras posiciones, la gente no solía entrar en mi blog, y si entran, no leen mis post, y si leen mis posts - cosa que dudo bastante - mis temas deben ser tan aburridos que ni siquiera los comentan.

La verdad es que paso de intentar subir el PageRank de los cojones. Ya estoy acostumbrada a mirar todos los días el contador y encontrarme sólo 4 visitas. Si ni mi novio me lee, ¿que puedo pedir al resto del ciberespacio?. Hasta la fea de Yo Soy Bea tiene más lectores que yo en su blog.

Si estás leyendo este patético post, no intentes justificar mi falta de comentarios diciendo que por lo menos tengo 5 (porque solo tengo 5), ya que uno de ellos me lo puso un guiry que creo que no sabía ni español, dos los ha escrito mi novio para subirme la moral, y el resto (es decir 2) los he escrito yo -PATÉTICO-. Así que si has llegado hasta aquí, te ruego que me escribas un post para saber que no estoy tan sola.

lunes, noviembre 06, 2006

Un poema del pasado

Buceando entre mis cuadernos de poemas, que antaño me gustaba rellenar de impresiones, he encontrado un poema que le escribí a una buena amiga. Si es que alguna vez lee mi blog, por una de esas de la vida, espero que recuerde que estos versos iban dedicados a ella y que sepa que, a día de hoy, sigo experimentando la misma sensación cuando pienso en ella. Si me lees, sólo quiero decirte que me fastidia mucho la situación tan estúpida y rara que ahora nos desune. Que estos versos sirvan para conjurar la amistad que durante tantos años siempre nos unió. Te echo mucho de menos, bjorgy.

Hay ángeles que no están en el cielo,
¿y sabes por qué?
porque, a los ojos de un dios,
son como humanos,
y viven en la tierra, con nosotros,
y se les decubre sólo por sus movimientos
y sus actos.

Yo creo que tu eres un ángel,
con tus miedos y tus pasos de hada,
con tu parasimonia y tu incertidumbre,
ninfa mordaz de las aguas silentes.

Callas y sólo al andar, escucho el crepitar de tu pelo,
el roce de tus ropas, o tu respiración
en el silencio
y bien sé que, dentro de tí,
hablas y hablas como las locas
maquinas y urdes dulcísimos
¡dulce debilidad de las personas!

Yo creo que eres un ángel,
un ángel caído, que es una línea en negro
que ni a leerla me aproximo.
Intrigante y seductora como un gato,
con elegancias pasas por mi vida,
y yo solamente aspiro a conocerte,
-realmente- algún día.
(Enero de 2000)

miércoles, octubre 04, 2006

Otra vez el miedo a equivocarme


Otra vez no puedo dormir bien. Lo intento, trato no pensar en cosas del trabajo, en no comerme la cabeza en cosas que a las 2 de la madrugada (evidentemente) no voy a poder resolver. Y lo peor de todo es que aunque me fije mil veces en mi trabajo, en todo lo que mando a imprenta, siempre pasa algo, siempre se cuela algún gazapo.

Por ejemplo, el lunes cogí ciertos gazapos que hasta se le pasarón al cliente y hoy lo mismo; otra paranoia de la que no me habia percatado. Tambien sufro por el trabajo de los demás; que no me entiendan bien, que no me hagan los sobres con la solapa donde yo quiero. Me estoy volviendo loca.

Es como la crónica de una muerte anunciada. Se que me voy a equivocar; que igual no es hoy, que igual no es pasado mañana, pero lo que si es cierto es que algún día volveré a meter la pata... ¿Y qué haré? Yo trato de repetirme hasta la saciedad que es de humanos equivocarse, que no soy el corrector ortográfico de word ni un robot antigazapos. Pero y los demas... ¿lo entenderá?. Me cuesta trabajo cogerle cariño a la gente, sobre todo a mis superiores. Porque, aunque haya un patente buen rollo y aunque yo me esfuerce lo máximo posible por hacer un buen trabajo competitivo, yo sé, que cuando cometa un error se olvidará todo lo bueno que he realizado... y sólo se mirará eso... EL FALLO.

Me contento pensando que mi jefe se forra a mi costa, que aunque me equivoque, las pérdidas no serán demasiado importantes. Pero sigo comiéndome la cabeza constantemente, igual que no puedo evitar imaginarme cosas de madrugada (posibles errores que yo se que no he cometido) tampoco puedo dejar de pensar que cuando me equivoque la guadaña se cernirá sobre mi cuello.

viernes, julio 14, 2006

Nadie es perfecto

Nadie es perfecto, y mucho menos yo! De eso me dí cuenta no hace mucho, cuando abrí los ojos al mundo y las estrellas simplemente fueron astros inalcanzables. Hace tiempo confiaba en mi talento, en mi nombre subrayado en una lista de trabajo y es que hace tiempo, era más inocente de lo que soy ahora y confiaba en el individuo y en sus méritos.

Nadie es perfecto, por lo tanto, nadie es "perfecto para nada", ni "perfecto para todo", ni "perfecto para mí". La perfección, ha muerto. Ha muerto ese mundo de los ideales, lo correcto, lo consecuente. Las cosas tienen consecuencias, bien es cierto, pero hoy en dia, pueden existir consecuencias sin motivos que las desencadenen. Ya no creemos en Dios, ni en sus patrañas salvadoras. No necesito ser perfecto para acceder a mi póstuma sala vip.

Ser perfecto es estar muerto, y para muchos, estarlo es realmente consecuencia de ser perfecto.