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viernes, junio 13, 2008

Estrellas

Recuerdo que de pequeña leía poco (o, por lo menos, no le daba la importancia a la lectura que actualmente le doy). Leer estaba guay -también estaba bien ver la televisión- pero tenía muy pocos libros. Con 7 años ya había leído todos los que había en mi casa y no había mucho que hacer al respecto.

Mis padres no leen. No es que no sepan o sean personas-anodinas-no-adecuadas-para este tipo de placer. Supongo que, a medida que creces y te endosas millones de responsabilidades, no se cuenta con mucho tiempo libre, y, el poco que tienes, muchas veces, no lo dedicas a leer; algo, por otra parte, totalmente loable.

Cuando era pequeña, teníamos una pequeña casa en el campo, donde íbamos a pasar los fines de semana y las vacaciones. Recuerdo que estaba llena de bichos (propios de la zona, no de la falta de higiene, cuidado) y que las sábanas siempre olían a humedad. Tampoco había allí ningún libro que leer. Muchas veces, cuando mi madre comenta con las amigas mi capacidad enfermiza devorando libros, cuenta que, en aquellos días en el campo, me dedicaba a leer la guía telefónica y, desgraciadamente, es cierto. Recuerdo que me pilló, un par de veces, leyéndola en el váter y eso nos marcó a ambas para siempre. Ella tuvo una anécdota chispeante, para vestir de inteligencia a su hija delante de sus amistades, y yo adquirí un espantoso trauma que hace que me gaste gran parte de mi sueldo en libros. Antes, estos preciosos contenedores de historias sólo llegaban a casa en cumpleaños, reyes o santos. Ahora, mi habitación está llena de ellos, cosa que, particularmente, me encanta.

Leyendo y releyendo, me he dado cuenta que todos los libros, o por lo menos los buenos, tienen un momento-click donde pasan a generar interés, donde comienzan a engancharnos. No ocurre muy a menudo. Por lo general, la mayor parte de los libros son más de lo mismo. Historias que comienzan, a la vez que empiezas a pasar sus páginas, y que siempre terminan más o menos bien. Pero cuando sientes el click del que os hablo, por nada del mundo quieres que acabe la historia y cuando lo hace, nada vuelve a ser lo mismo. Es como cuando te enamoras. Hace escasos segundos era una persona más en el mundo, ahora él (o ella) es el mundo.

Hace pocos días he comenzado a leer “El curioso incidente del perro a medianoche” de Mark Haddon. Uno de esos libros que pintan bien en un principio pero que, cuando los compras, no sabes si llegarán a algo o se quedarán nada. Ya ha sonado el click. Justamente cuando leí esto:

"Hay gente que cree que la Vía Láctea es una larga línea de estrellas, pero no lo es. Nuestra galaxia es un disco gigantesco de estrellas de millones de años luz de diámetro y el sistema solar está cerca del borde exterior del disco.

Cuando miramos en dirección A, a 90º hacia el disco, no vemos muchas estrellas. Pero al mirar en la dirección B, veremos muchas más estrellas porque miramos hacia la masa central de la galaxia. Y como la galaxia es un disco, lo que veremos es una franja de estrella.

Entonces pensé en que durante mucho tiempo a los científicos los había desconcertado que el cielo sea oscuro por las noches pese a haber billones de estrellas en el universo, pues hay estrellas en todas direcciones en que uno mire, así que el cielo debería estar lleno de luz estelar porque hay muy poca cosa que impida que la luz llegue a la Tierra.

Entonces descubrieron que el universo está en expansión, que las estrellas se alejan rápidamente unas de otras desde el Big Bang, y que cuanto más lejos están las estrellas de nosotros más rápido se mueven, algunas de ellas casi a la velocidad de la luz, y eso explica por qué su luz nunca nos llega.

Me gusta este dato. Es algo que podemos comprender al mirar el cielo por la noche pensando, sin tener que preguntárselo a nadie. Cuando el universo haya acabado de explotar, las estrellas disminuirán su velocidad, como una pelota lanzada al aire, hasta detenerse y volver a caer hacia el centro del universo. Entonces nada nos impedirá ver todas las estrellas del mundo porque todas vendrán hacia nosotros, cada vez más rápido, y sabremos que pronto llegará el fin del mundo porque al azar la mirada hacia el cielo por las noches no habrá oscuridad, sino la luz resplandeciente de billones de estrellas que se acercan.

Sólo que nadie verá eso porque ya no quedarán personas en la Tierra para verlo. Para entonces seguramente ya se habrán extinguido. Y en el caso de que queden algunas no lo verán, porque la luz será tan brillante y ardiente que todas morirán abrasadas, aunque vivan en túneles."


Ya veremos cómo termina...

miércoles, febrero 20, 2008

Adios Fidel

Esta semana, Fidel ha tirado la toalla y parece que todo el mundo tiene algo que opinar al respecto. Que si ya era hora, que si por fin llega la libertad para el pueblo cubano, que la gente se muerde hambre en Cuba, que no pueden abandonar su país, que si tal, que si Pascual…

Y el problema es que a mi siempre me ha caído bien Fidel.
..

Definitivamente, soy un bicho raro. Más allá de que sea un dictador y que se haya pasado por los bajos varios derechos humanos, bien es cierto que siempre he admirado su capacidad testicular para plantarle cara al régimen estadounidense. Y es que Fidel no ha sido un dictador cualquiera.


Primera pregunta ¿Qué hubiera sido Cuba sin Fidel? Recordemos que durante la dictadura del impresentable (por decir algo) Fulgencio Batista, Cuba era célebre por ser el prostíbulo de Estados Unidos. Aunque ahora, tristemente, los objetivos de los miles de turistas masculinos que acuden a sus paradisíacas playas no hayan variado mucho, no deja de ser tremendamente inmoral que un país sea el prostíbulo de otro. Y, sobre todo, que el país beneficiado sea Estados Unidos, siempre con esa doble moral que repatea a muchos.


La historia es que, en 1959, Fidel trajo, de la mano, el triunfo de la Revolución a todos los rincones Cuba. Castro nacionalizó todas las grandes empresas que exprimían al país, centralizó la economía, renovó la agricultura y reformó el sistema de salud que se convirtió en uno de los mejores de América (la tasa de mortalidad infantil en cuba es la más baja de América). Su sistema de alfabetización sorprendió a todo el planeta: El 100% de los cubanos saben leer y escribir y un gran porcentaje de la población tiene estudios superiores.


Todo esto nos lleva a formularnos la segunda pregunta ¿Qué hubiera sido de la Cuba de Fidel sin la aparición estelar de los Estados Unidos? Y es que la gente se llena la boca de improperios contra la gestión de Castro; se enorgullece , en definitiva, de ver que la “no-democracia” sólo genera pobreza, subdesarrollo y atraso. Pero es que Cuba no es ni un país, ni una dictadura "normal". ¿Nadie se da cuenta de que la Isla, desde hace años, está sometida a un bloqueo comercial, económico y financiero por Estados Unidos? Cojan el archipiélago Balear y sométanlo a un embargo de similares características, ¿se hacen una idea de cuánto tiempo aguantarían?

Lo peor de todo es que muchos dirán que el embargo cubano tenía un motivo (tiene, porque desde 1962 sigue vigente –sorprendente-): presionar a Fidel para que abandonara la Isla. Me asaltan varias cuestiones: ¿Para qué? ¿Para instaurar un gobierno títere favorable a los asuntos estadounidenses? ¿Qué debería haber hecho Fidel? ¿irse? Y, lo más importante, ¿durante todo este artículo a nadie le ha dado por preguntarse por qué narices, en más de 45 años de dictadura, al cabrón de Francisco Franco no le hicieron un bloqueo?

Señores, lamentablemente, todo el mundo se arrima al sol que más calienta y los intereses de unos pocos siempre se imponen a los de la gran mayoría. Con su colonialismo televisivo nos han convencido de que los rusos eran los malos, que Cuba era una peligrosa amenaza cerca de las veraniegas costas de Florida y que toda dictadura comunista es perjudicial para la libertad mundial.
¿Qué hubiera pasado si Fidel no se hubiera alineado en el lado del bando comunista o si los rusos no hubieran sido los únicos en prestarle su ayuda durante los años de acoso y derribo? Siempre me quedará esa duda. Quizás, hoy, no estaríamos hablando del fin de un dictador, quizás estaríamos comentando el declive de una gran político. En fin, son sólo cábalas. En cualquier caso, ¡nadie le ha echado al asunto semejantes cojones como los que le echó Fidel!

Y si no me volvéis a ver por estos lares... ya sabéis quién ha sido :P


martes, diciembre 04, 2007

Okupas

Es posible que, durante esta última semana, los sevillanos hayamos pronunciado la palabra OKUPA más veces que en todos los años de nuestra vida. Que si nos cortan el tráfico, que si nos colapsan el puente con más afluencia de la ciudad... A mediados de la semana anterior, desgraciadamente, tuvo lugar el desalojo de uno de los enclaves más señeros del Movimiento de Okupación en Sevilla. Hoy en día, debido al triste acontecimiento, muchos sevillanos son más conscientes de que un estilo de vida más solidario y justo es posible.

No voy a engañar a nadie. Todos los que me habéis leído un poco sabréis de qué pié cojeo. Aún así, no es mi intención hacer de este blog un panfleto político. No. No obstante, supongo que, por aquí abajo, tras el desalojo de Casas Viejas (el clausurado centro) los estómagos de más de uno se han agitado, después de escuchar ciertos comentarios, opiniones y demás estupideces que no salen de otro lado que del desconocimiento y del miedo a lo diferente. Porque aquí malos-malos no somos, pero si que somos burros de cojones.


No es, tampoco, éste el lugar para discutir si la propiedad privada debería existir o no. Bien es cierto que, en este mundo, hay muchos que tienen demasiada tierra y otros (entre los que me incluyo) que no tienen donde caerse muertos. Hay muchas injusticias, mucha gente que no llega y otros a los que le sobra. Sin embargo, pocos españoles pueden renunciar al sueño de tener en propiedad un trocito propio de tierra por muy pequeño que éste sea. Somos así de fetichistas.

Sin embargo, ¿qué ocurre cuando la propiedad privada no sólo está deshabitada, sino abandonada, ruinosa y muerta de pena? ¿qué ocurre con todos esos inmuebles que duermen un plácido sueño en la inmundicia, que son basureros estáticos e inservibles, que esperan despertar, en un futuro próximo o lejano donde su propietario pueda especular lo suficiente con ellos como para devolverles una utilidad? En estos inmuebles actúa el movimiento okupa. No son ladrones de hogares ni amigos de lo ajeno, no son yonkis, ni indigentes... Son personas que creen en otro tipo de sociedad, en otro tipo de organización y en otro mundo posible. Dan vida a edificios muertos y desarrollan todo tipo de actividades sociales. Gracias a su trabajo, se autosubvencionan y benefician, con su presencia, no sólo al barrio que los acoge sino a la ciudad donde se asientan.

¿Y por qué tanta mala fama?

Mientras que organizaciones tradicionamente más en la sintonía de ideologías de derechas y del capital encuentran fácilmente el apoyo del gobierno y la comunidad, organizaciones como la Okupa, que se desarrollan en el seno de otro tipo de ideologías, estilos de vida y estéticas, son rechazadas, desahuciadas y poco reconocidas. Llamadme neurótica pero parece que, en este país, no está todavía bien visto ser de izquierdas más de la cuenta.

Muchos somos los que creemos que el Ayuntamiento de Sevilla, y el alcalde chufla que tenemos, no debería frenar la labor de tantos años de Casas Viejas y encontrar una solución que satisfaga a todas las partes en conflicto. Que dejen, por favor, de decir tonterías y de ofender la ideología y la filosofía de vida de las personas. Que dejen de llamarlos "afines al ambiente aberzale", para demonizarlos, sabiendo conscientemente lo que para la mayoría de la gente por estas latitudes puede significar esa palabra. ¿O es que va a ser, ahora, que defender la libertad de autodeterminación de los pueblos es un delito?

En definitiva, ¡Dejen a la gente vivir en paz
! Que en esta ciudad y en este país, hay muchos lugares mejores donde ponerse a limpiar. De eso estoy segura.

martes, septiembre 25, 2007

De lo comercial

Hace algunos días, un buen amigo me confesó -no sin cierto resquemor- que le gustaba muchísimo la última canción de David Bisbal, "Premonición". Con un gran sentido de culpabilidad, me habló de cómo, cuando la escuchaba camino del trabajo, en la radio del coche, experimentaba algo parecido a lo que les ocurre a los del anuncio del SEAT Ibiza con Shakira: flipaba en colores. Lo más sorprendente de todo es que yo me sentía igual que él; también me encantaba la canción de Bisbal pero no tuve las agallas suficientes para reconocerlo en público.

La verdad es que, a menudo, intentamos esconder ciertos gustos que, socialmente hablando, no nos convendría tener. Procuramos correr un tupido velo en torno a aquellas cosas que muchos considerarían “raras”, “comerciales”, “carcas” o “inútiles”. Si compartimos ciertas aficiones y gustos con la gran mayoría, pasaremos a formar parte de esa masa estúpida y deforme que todos odiamos tanto y, en cambio, si coincidimos, en cuanto a preferencias, con un grupo reducido de personas, probablemente, nos llamarán freaks que, hoy en día, es uno de los peores insultos que te pueden echar a la cara.

Contando con que “ser freak” y tener “gustos de freak” (sin meter en el mismo saco, por supuesto, a los seres patéticos de la telebasura) puede ser la actitud más sana e inteligente que pueden adoptar nuestros jóvenes, hay que tener claro que, en esta vida, no hay que moverse absolutamente en lo blanco o en lo negro. Sí. Hay que ser coherente y consecuente –o al menos así lo aprendí yo- pero no hay que obcecarse en nada. No hay que considerarse o considerar a alguien estúpido por escuchar algo que escuchan todos o que no escucha nadie, ya que lo verdaderamente poco inteligente es escuchar, por credo, siempre, la misma música o defender cierto estilo o época músical como si se te fuera la vida en ello.


Me sigo preguntando: ¿Qué hay de malo, pernicioso, raro o estúpido en escuchar a alguien como Bisbal? Y lo menciono a él, pudiendo hablar sobre miles de “parias” comercialoides, musicalmente denostados, que se bañan en dinero líquido a pesar de las muchas críticas. ¿Es malo escucharlo porque le gusta a mucha gente; porque le falta originalidad; porque tiene mucho dinero; porque sus letras son ligeras o porque es un triunfito? Pensamos que no es un comportamiento inteligente y adulto, sin embargo no nos percatamos de que, lo verdaderamente interesante es escuchar de todo. Es por ejemplo, disfrutar bailando el “Toxic” de la Spears, a la vez que se te pone la piel de gallina al escuchar un aria de la Callas (¡Qué grande!)

Y es que, en esta vida, no todos son John Lennon o Bruce Springteen, no todos cantan como Mercury o como la Callas… Sin embargo, en el espectro musical muchos tienen cabida. La mayoría de las veces, incluso, nuestro cerebro lo necesita: Asian Dub Fundation para no dormirte en un viaje, un disco de Enya para empezar a soñar. No siempre nuestro coco ansía leer a Dostoievski o a Joyce, muchas veces preferimos algo más ligero pero menos profundo con lo que, simplemente, disfrutar: una novela de Agatha Christie o el último bestseller cuya portada tanto te llamó la atención. Ahí mismo reside el encanto de una buena mente humana: saber apreciar una novela como “Crimen y Castigo” y, a la vez, disfrutar, como un niño, con la última aventura de Harry Potter.

Porque, en definitiva, uno no debe cerrarse nunca, ni a épocas ni a estilos. Me gustaría llegar a abuelita con un gran arsenal de gustos habitando, para siempre, en mi cerebro. Me gustaría que, entonces, me siguieran gustando tanto como ahora, tanto como ayer, libros, canciones, películas que leí, escuché o ví y que produjeron algo positivo en mí. Me gustaría, también, que no estuviera cerrada a las cosas diferentes (y no por ello menos buenas de las que existen hoy o existieron ayer) y que fuera capaz de empaparme de las últimas tendencias de mi existencia. Que mis cosas envejecieran dulcemente conmigo, y que mi cerebro nunca lo hicera y se mantuviera joven, dialogante y respetuoso con los gustos de mis nietos. Pensar que nunca existieron épocas mejores y que los que no supieron envejecer no fueron nuestros gustos sino los cerebros cuadriculados de algunos.
El conocimiento nos hace libres, amigos.

martes, septiembre 18, 2007

Que te parta un rayo

Creo recordar que fue en “La Ventana” de la cadena Ser donde, hace algunos días, se hablaba de las tormentas eléctricas y de los estragos que, durante la semana pasada, causaron en el país. Debo reconocer que me lo tragué de cabo a rabo. Ya no tanto porque los rayos, truenos y centellas sean algunos de los espectáculos que más me sobrecogen y emocionan, sino porque, sorprendentemente, hace tan sólo unos días, tuve constancia de que mi tatarabuelo murió a causa de una de estas asombrosas tormentas. Parece ser que al pobre hombre le sorprendió una buena tormenta en medio de un soto. Se intentó cobijar bajo un árbol y, desgraciadamente, pasó lo que tuvo que pasar. Mi tatarabuela, que presenció el terrible incidente, se volvió, literalmente, loca, lo que tuvo desastrosas consecuencias en mi familia. Fue, sin duda, una verdadera tragedia y, para mí, fue tremendamente inquietante el conocer que tan excepcional acontecimiento tuvo lugar a lo largo de mi árbol genealógico.

Y es que, hasta hace algunos días, el hecho de ser alcanzado por un rayo se me antojaba como algo fortuito y casi imposible. En Sevilla, si es raro que llueva, más raro es que acontezca una tormenta de estas características, por lo que, para mí, este tipo de sucesos se encontraba en el grupo de las cosas-que-te-cuentan-y-nunca-pasan. No obstante, parece ser que las muertes causadas por rayos son bastante frecuentes. De hecho, en Estados Unidos, más de 300 personas mueren anualmente de esta manera. Asimismo, algunos estudios atestiguan que desde 1941 a 1979, en España, 2.000 personas murieron por obra y gracia de un fortuita descarga eléctrica causada por uno de estos fenómenos. Y eso que no entramos ni en los heridos por encontrarse cerca del radio de acción del rayo ni en las consecuencias tecnológicas que muchas veces estas situaciones provocan.


Mi pobre tatarabuelo, hace ya casi 100 años, seguro que no sabía que una de las cosas que nunca se debe hacer, en caso de tormenta, es resguardarse debajo de un árbol. Es importante encontrar refugio en algún edificio o, en su defecto, agacharse lo máximo posible (nunca tumbarse) tocando el suelo sólo con la planta de los pies. Lo mejor sin duda, es observarlos, tranquilamente desde casa, a poder ser con una tacita de chocolate bien caliente entre las manos. Porque, desde luego, a pesar de las tremendas estadística, no debemos temer, sino admirar semejantes milagros de la naturaleza.

De hecho, no son tan letales. Parece ser que, si se dispone de la debida atención médica, el 80% de las personas fulminadas, sobrevive (aunque con notables secuelas físicas). De hecho, existe una morbosa estadística –que no sé si tiene algún tipo de validez- que fantasea sobre la posibilidad de que las personas que han sido alcanzadas por un rayo (y afortunadamente sobreviven a él) tienen más probabilidad de ser golpeadas por otro que cualquier individuo. A este respecto, es destacable la bizarra experiencia de Ray Sullivan: un guardaparques de Estados Unidos que, según parece, fue alcanzado 7 veces por diversos rayos entre 1942 y 1976 y que sigue vivito y coleando.


Y es que el campo, es uno de los lugares donde más se manifiestan este tipo de fenómenos. Es así que, debido a ellos, el golf ha pasado a ser un deporte de alto riesgo. De hecho, es la disciplina que más número de muertos aporta al panorama mundial. Los campos donde se practica dicho deporte se han convertido en auténticos para-rayos, por lo que, ante cualquier tipo de aviso de tormenta, los golfistas huyen, en auténtica estampida, dejando atrás palos, pelotas y diversión. Se tiene constancia que, desde 1959, más de 2500 golfistas han perdido la vida en Estados Unidos practicando su deporte favorito y que el número de heridos sobrepasa los 6.000, provocando este tipo de fenómeno atmosférico más muertes que las causadas por inundaciones, huracanes y tornados, en conjunto. Parece ser que los palos de los golfistas ejercen de improvisados para-rayos, siendo capaces de atraer rayos que se encuentran a más de 50 millas del lugar de impacto, dándose muertes totalmente sorprendes algunas, incluso, bajo un sol de justicia.


Así que, a partir de ahora, habrá que tener cuidado con desear que a algún golfista le parta un rayo… estadísticamente, le estarás poniendo dos velas negras, como bien dice ese gurú de la sapiencia que es la Bruja Lola.

jueves, agosto 30, 2007

Pensando en Campanilla

Pensando en Marta
Con todo mi cariño

Probablemente ocurrieron infinidad de situaciones divertidísimas mucho antes, pero el primer recuerdo que conservo de Marta tuvo lugar hace 5 años, en aquel destartalado salón de actos de nuestra antigua facultad, al comienzo o al final de una clase de marketing. Con esa maravillosa sonrisa que siempre la caracterizó y de la que tanto presumía, vistiendo un jersey de cuello vuelto a tres rayas que, probablemente, hubiera adquirido en la tienda de su hermana, se sentó a mi lado. Recuerdo que, mientras me comentaba alguna de sus ocurrencias sobre mi constancia en temas de bolígrafos, sólo podría pensar en la tremenda mujer en que Marta se convertiría dentro de algunos años. No me equivocaba.

Me costó algún tiempo cogerle el tranquillo, a pesar de que ella siempre ha sido una persona abierta y asequible. Era (y es) tan diferente a mí, que me acojonaba. Tenía una visión de la vida tan positiva, era tan sociable y divertida, que los complejos, en ella, simplemente, no exitían. La recuerdo caminando, siempre muy derecha, pisando fuerte, en un constante "aquí estoy yo": no había ninguno que no la mirara. Su estrellita de la suerte siempre caminaba a su lado. Tenía una habilidad especial para salir de todos los entuertos o situaciones conflictivas y, sobre todo, una capacidad innata para salir bien parada del examen que peor estudiado. Una persona realmente afortunada, siempre rodeada de personas que, sin duda, hubiéramos dado un brazo por ella si hubiera hecho falta.

Fruto de aquellos años, Marta siempre tiene un lugar especial dentro de mi corazón y de mi vida. Con bastante frecuencia evoco aquellos momentos que compartimos, junto a nuestros demás amigos, en aquella época tan dorada de nuestra juventud. Posiblemente, la mejor época de nuestras vidas. Es imposible olvidar aquellas carcajadas al escuchar hablar de David T.P.; su amistad en los peores momentos; su capacidad de hacerme escapar de los problemas con sus increibles ocurrencias; la ensalada con queso fresco y brotes de soja; el miembro indispensable en una Noche de Lobas; mi mayor apoyo en Cucos Comunicación; un flan de huevo codiciado en un parque; una ayuda impagable en una noche de debilidad alcohólica; una hamburguesa compartida en un botellón; una casa donde las puertas siempre estaban abiertas; su sonrisa perenne y auténtica... en definitiva, es imposible olvidar a esa persona increible y única que ella es.

Por eso, porque la conozco, porque la ví reir tantas veces, porque me animó muchas más, me resulta tan dificil verla últimamente tan increiblemente triste y desolada. Sin ningún tipo de confianza en el futuro ni en la humidad, sin duda, cree que su estrellita la abandonó dejándola a oscuras, dando palos de ciego, sin saber qué hacer o a dónde ir. Ojala tuviera su capacidad, para hacerla reir, para ayudarla a pasar el mal trance como ella lo hizo conmigo hace mucho tiempo. Ojalá pudiera hacerle ver lo maravillosa que es tanto por dentro como por fuera; hacerle, en definitiva, comprender que si alguien le hizo daño, la humilló, no la trató correctamente y no la tuvo en el pedestal en que ella merecía estar, es sólo la actitud de una persona con una circunstancias determinada. Porque todos sabemos que existe, debajo de las ojeras de las noches sin dormir, aquella Marta espléndida y radiante: nuestra Marta, a la que queremos tantísimo. Por lo tanto, no nos cabe duda que tu estrella volverá a brillar por tí, preciosa. Todo pasa ¡Mucho Ánimo!


martes, julio 31, 2007

¿Cómo estás?

¿Cómo estás?

Tan fácil y tan complicado como eso. Últimamente parece que esa pequeña e insignificante frase se ha borrado de los labios y las gargantas de mis conocidos. Se suceden las conversaciones estúpidas, tópicas y repetitivas de siempre, cuando, mi mente, se obceca en volver a escuchar la pregunta mencionada. La considero como un pistoletazo de salida, una ventana por la que saltar sin pensar si voy a estrellarme contra el asfalto. Los días pasan y me doy cuenta de que todavía no me he desahogado, de que, por mi mente, desfilan, como fuegos fatuos, miles de sentimientos de odio, amor, cambio y desdén que se comprimen en mi mente, como si de una olla exprés se tratara, y que no encuentran ninguna vía de escape.


Callo
y, sin embargo, dentro de mí, grito como las locas por expresar todo lo que siento, todo lo que pienso, las ganas de golpear a algunas personas que albergo y las de besar a otras que tengo. Muchas veces me duele la cabeza y escribo como una estúpida interminables ríos de tinta privados que no me llevan a ningún sitio, que no me reconfortan y que me sumergen aún más en una vorágine de pánico y soledad que me consume. Nada funciona.


Nadie me pregunta como estoy y, en mi neurosis, invento todo tipo de excusas para comprender por qué el milagro no se produce. Pienso que todos saben lo que se cuece en mi cabeza, el gran galimatías que reside en mí y del que ni yo misma tengo explicación; que no pueden ayudarme, o que no tienen ganas de aburrirse con mis estúpidas ideas del mundo y de todo lo que hago mal. Quizás no se acuerden. Siempre he pasado tan desapercibida, siempre he sido tan transparente, siempre tan reservada y discreta, que quizás no sepan que deben preguntarlo y que igual creen que no pasa nada: ¿qué podría pasar?


Otras veces, agradezco que no lleguen a preguntar... para no volver a darle ocasión a mi mente de que siga pensando, para no darle alas a mi pensamiento, a mi corazón. Me autopsicoanalizo constantemente. En un papel mi corazón, en otro mi cerebro habla. Hace meses que no llego al trabajo con los ojos hinchados de llorar. Eso es bueno. Sin embargo, la reciente cura de esa conjuntivitis alérgica que algunas mañanas causaba tremendos estragos en mis ojos, no ha llamado la atención a nadie. ¿Me he vuelto invisible de nuevo?


((Por cierto! Hoy empiezan mis vacaciones!!))

viernes, junio 22, 2007

Don Simon Vs Zumosol

¿Alguien ha tenido la oportunidad de ver el nuevo anuncio de Don Simón? Aunque se está repitiendo hasta la saciedad, si no lo habéis visto, no os perdéis nada nuevo. Se trata de otra muestra de publicidad comparativa dentro del extenso mundo de las bebidas frutales. Extrañamente, en un mismo anuncio, aparecen dos marcas diferentes, en una situación de competencia directa; dos productos, uno al lado del otro, en igualdad de condiciones, son objeto de una comparación que dará por vencedor a uno de ellos. En el caso de los zumos, siempre es Don Simón la marca que destaca sobre la oferta de la competencia y, también es cierto, la única que tiene la perenne ocurrencia de recurrir siempre a este tipo de publicidad que tanto desconcierto causa en el consumidor. Sin lugar a dudas, parece ser que la misión de la beligerante marca no es otra que la de la actuar como el buen samaritano y ayudar al indefenso comprador de zumos en la ardua tarea de discernir entre la verdad y la mentira que se esconde detrás del truculento mundo de los concentrados de fruta.

Analicemos el asunto.

Por un lado, no es necesario ser un experto para saber que, en publicidad, lo único que cuenta es vender y que, para alcanzar este glorioso objetivo, se pueden llevar a cabo todo tipo de estratagemas para captar al indefenso consumidor. Los publicistas no sólo se las ingenian para lograr que no huyamos del constante bombardeo comercial al que nos someten con sus anuncios, sino que, además, hacen todo lo posible para que nos creamos lo que en ellos se dice. Aunque, a efectos legales, sabemos que la publicidad no puede mentir, somos conscientes de que, en ella, se suelen utilizar algunos tropos que se mueven dentro de un ámbito difuso. La publicidad omite, hiperboliza, estereotipa... ¿O es que alguien en su sano juicio se cree que la chica de Herbal Essences tiene un orgasmo cada vez que se lava el cabello? En definitiva, la publicidad utiliza artimañas, para muchos, políticamente correctas, que se pasean por el filo de la navaja de la legalidad.

Esa zona indeterminada entre lo lícito y lo que no lo es, se la conoce al dedillo el departamento de marketing de Don Simón que, aunque ha igualado a cero todo lo relativo a la creatividad y calidad de su publicidad, está especializado en derecho publicitario y en sacarle punta a todo lo que cae entre sus manos. Y es que la conocida marca de zumos no ha dejado títere con cabeza en lo que a su competencia se refiere; si un día es Minute Maid el centro de sus iras, al día siguiente, puede ser Zumosol, PMI o Sunny Delight sus cabezas de turco. Don Simón hace un escaner completo a los medios de producción de la competencia, así como a su comunicación comercial. Cualquier punto conflictivo se traducirá en un arduo litigio que se solucionará en el tribunal de la
Asociación para la Autoregulación de la Publicidad.

El anuncio de Don Simón que actualmente se emite, es el resultado de una de esas eternas confrontaciones legales, que dio como resultado la retirada del anuncio de un producto de la marca Zumosol. Parece ser que en dicho comercial no sólo se anunciaba que dicho producto era el que prefería la mayoría de la gente, sino que se decía que su sabor era el más parecido al zumo natural, siendo un producto refrigerado. Don Simón llevó a la marca de Pascual al estrado publicitario alegando la falta de veracidad en estas afirmaciones. Finalmente, se retiró el anuncio y, como muestra de ello, Don Simón creó el comercial que actualmente se emite evidenciando la superioridad de su marca con respecto a Zumosol.

Ahora, la pregunta del millón: ¿Beneficia este berenjenal a Don Simón? Aunque la mayor parte de estos litigios son ganados por Don Simón, también es cierto que la marca se equivoca al adoptar esta postura guerrillera ya que, la actitud que los consumidores -los verdaderos protagonistas- tienen sobre sus productos puede llegar a ser bastante negativa. Por ejemplo:
  • El consumidor puede atribuir esa belicosidad a que la marca tenga una posición en el mercado baja . FALSO. La cuota de mercado de Don Simón es superior al 50%, es decir, domina totalmente el mercado.

  • El consumidor puede llegar a tener la impresión de que la publicidad que lleva a cabo la citada marca es ilegal ya que, para el ciudadano medio, comparar abiertamente dos productos es algo que, a priori, no se puede hacer. FALSO. La publicidad comparativa es totalmente legal, siempre que no se mienta o se menosprecie abiertamente a una de las marcas.

  • El consumidor puede pensar que tanto afán comparativo puede ser el resultado de que su producto no tenga demasiadas virtudes para valerse por sí mismo. Algo totalmente FALSO. Ya que, particularmente, el zumo de piña de Don Simón es el mejor del mercado. De hecho es el que yo compro. De hecho es el único que tomo.

domingo, junio 10, 2007

El mundo de Peters

Desgraciadamente, y aunque nos pese, en esta vida, todo es política. Nuestras existencias no están regidas ni por dios, ni por la luna, ni por los ciclos naturales del planeta; somos, en manos de los grandes mandamases del mundo, simples juguetes expuestos directamente a las consecuencias de cualquiera de las decisiones que quieran tomar. Asimismo, estamos sometidos a un brutal imperialismo cultural que es tan sutil y, a la vez, tan resistente como la tela de una araña. Los medios de comunicación, a lo largo del planeta, nos dan cada día una clase magistral sobre los modos de vida de la primera potencia mundial: conocemos al dedillo cada una de sus festividades, sus presidentes, sus formas de divertirse, sus estados y hasta podemos entonar, si demasiada dificultad, su idolatrado "oh say can you see...". Asimismo, pero en menor medida, conocemos los devenires de los países que se sitúan en la élite del capitalismo mundial. Sabemos qué monumentos nos podemos encontrar en París y tenemos constancia de muchos de los mercadillos que se suceden en la ciudad de Londres pero, en cambio, ¿sabemos cuál es el mayor monumento de Somalia o podríamos tararear el himno de Kenia?

La respuesta es no y, aunque nos cueste creerlo, este fenómeno no depende tanto de nuestra ingnorancia o de la falta de recursos de los mencionados países para darse a conocer, como del imperialismo cultural. Mientras que keniatas, somalíes y españoles podemos enumerar, fácilmente, muchos de los edificios más emblemáticos de Nueva York, los chavales estadounidenses todavía piensan que España es un apéndice de México. Y aunque la ignorancia del pueblo norteamericano nos haga menos gracia que chupar un clavo, la culpa no es enteramente de los anglosajones, sino de los discriminados flujos de comunicación entre paises. Pongamos un ejemplo: Estados Unidos vende su cultura (películas, revistas, modelos, moda...) a La India, debido, en parte, a su superioridad económica y a su desarrollo en cuestiones comunicativas. En cambio, las miles de películas que se llevan a cabo en La India no llegan, ni por asomo, a las pantallas norteamericanas y, mucho menos, a las españolas (no digamos ya a las keniatas o somalíes).

Aunque, a simple vista, parezca una tonteria, no lo es, en absoluto. Quizás, para nosotros -los españoles- el imperialismo cultural al que estamos sometidos no nos repercuta (aparentemente) más que en tener que tragarnos Halloween una vez al año o en añadir varias calorías de más a nuestra equilibrada dieta mediterránea. Sin embargo, para los paises subdesarrollados donde, mayoritariamente, la cultura norteamericana causa furor, el impacto es verdaderamente brutal. Imaginemos por un momento a un somalí -que posiblemente viva al mes con lo que nosotros nos gastamos en un café- viendo en una televisión (por que eso sí, la televisión y la cocacola llegan a todas partes) una serie estadounidense donde todo el mundo tiene dinero, vive en una casa fabulosa y no le falta ninguna de sus comidas diarias. Sin duda, la visión del éxito que puede tener este individuo en su cabeza está, desgraciadamente, tan lejos de su alcance que este tipo de visionados solo puede causar frustración y más subdesarrollo. Asimismo, ni que decir tiene lo que puede suponer tremendo bombardeo mediático yanki para la cultura autóctona del propio país.


Nos guste o no, estamos tan mediatizados que, a día de hoy, no nos podemos fiar ni de los mapas. Cuando nos viene a la mente la imagen del mundo, representada en un plano, solemos encontrar esto:

Se trata de la proyección de Mercator: la representación plana del mundo que se encuentra más extendida. Parece ser que eso de representar los territorios de la tierra en un trozo de papel no es tan fácil como inicialmente parece. El problema reside en que la tierra es redonda (achatada por los polos), lo que propicia muchísimas complicaciones a la hora de estimar las extensiones de los continentes. Cierto día del siglo pasado, un tal Arno Peters revolucionó el aparentemente aburrido sector de los cartógrafos aludiendo a las inexactitudes que se encontraban en la proyección de Mercator. Además, creó un planisferio alternativo más afín a las medidas originales de cada continente. Hizo algo así:

Diferente ¿eh?. Peters se basaba en varios aspectos:
  • Groenlandia vs China: En la proyección de Mercator parece que el tamaño de ambos territorios tienen un tamaño parecido. No obstante, China es 4 veces mayor que Groenlandia.

  • Groenlandia vs África: En la proyección de Mercator parece que África es semejante en tamaño a Groenlandia. Otro nuevo error ya que África es 14 veces mayor que Groenlandia.

  • Europa vs Sudamérica: En la proyección de Mercator parece que nuestro continente es igual (o incluso mayor) que Sudamérica, cuando Europa mide casi la mitad de Sudamérica.
Estos ejemplos confluyen en la idea fundamental del proyecto: las discrepancias entre norte y sur. En la proyección de Mercator parece que el tamaño de los territorios del hemisferio sur es menor que el de los territorios del norte. Es decir, parece que existe mayor concentración de tierra en el hemisferio norte que en el sur. Según Peter, no sólo se incurre en un error pensando de esta manera sino que se le hace un flaco favor a los paises en desarrollo, haciendolos parecer más pequeños de lo que realmente son ya que, los territorios del sur ocupan casi el doble que los territorios del norte.

¿Forma todo esto parte de un error de cálculo o tiene algún tipo de intencionalidad? Parece que no es descabellado pensar lo segundo. Cuando Mercator creo su planisferio allá por el siglo XVI, sus cálculos se derivaban de la percepción del mundo tomada mediante la navegación. A medida que nos alejamos del ecuador, los territorios se van desvirtuando, pareciendo, los territorios más próximos a los polos, mayores de lo que realmente son. Por aquel entonces, Europa era el centro del mundo y el hemisferio norte, la cuna del mundo civilizado, por lo que la percepción de este hemisferio norte, política y estratégicamente ,tenía más importancia en la representación del mundo. Los pocos cambios que se han producido desde entonces en el desarrollo de los países del hemisferio sur, han propiciado que esta visión tan desfasada del mundo esté todavía vigente. No es oro todo lo que reluce.

lunes, mayo 07, 2007

Gitana, ¿tú me quieres?

"- Gitana tuh meh quiereh?
- Mah que a mí!"

¿Se ha enterado alguien de que han arrestado a Doña Isabel Pantoja Martín? ¿Alguien sabe que ha declarado ante el juez Torres y que ha salido en libertad, tras pagar una fianza de 90.000 euritos? ¿Es posible que alguien conteste con un rotundo "no" a estas preguntas? Amigos, estamos, con toda probabilidad, ante la noticia la semana, del mes y, diría yo, del año. La verdad es que, desde hace bastante tiempo, la autora de este blog se encontraba entre los españoles que aun se preguntaban qué hacía esa señora paseándose por la calle (normalmente sin sujetador) sin ni siquiera haber pisado un juzgado para declarar. Es de todos sabido que, los que duermen sobre un mismo colchón se vuelven de la misma condición y, parece ser, que, debajo del de Muñoz y Pantoja, se escondían nueve mil y pico de euros destinados, supuestamente, a los gastos diarios del chalé.

Asistiendo todos los días a lo que asistimos, a esa profusión de mandíbulas apretadas, a esa cola negra tirantona y esas miradas se basilisco, es difícil echar la mirada atrás y recordar cómo era antes esta mujer. Posiblemente, ya al principio de su carrera, fue una soberbiona de pro, bastante interesada y marisabidilla, sin embargo, muchos nos preguntamos cómo es posible, no sólo que a medio país le caiga fatal Isabel Pantoja, sino que haya llegado a formar parte de la mayor red de corrupción de la historia de España.

Debo admitir que yo me crié con la música de la Pantoja. En mi casa, siempre ha sido una institución. Tiene un soberbio disco, donde se hace acompañar por Luis Cobos y que está dedicado a la copla más ancestral y bella llamado La Canción Española. Es bastante probable que me sepa de memoria la letra de todas las canciones que aparecen en ese antiguo vinilo. Son versiones de clásicos de la Piquer, Marifé o Juanita Reina; clásicos que todos conocemos y que hemos escuchado, a lo largo de nuestra vida, en miles de voces. No obstante, nadie canta copla como la Pantoja y, actualmente, nadie mueve la bata de cola como ella.

Aquí donde me veis, tan neurótica, rarita y anónima, yo iba para artista. Me descubrió una monja, en una excursión que hicimos, con el colegio, a una fábrica de "La Casera". Si Marisol estuviera muerta, hubiera podido ser perfectamente su reencarnación. Los recuerdos se confunden, sin embargo, me acuerdo de un micrófono y de una señora que pedía voluntarias para entretener a la audiencia (mis compañeras, que comían con avidez bocadillos acompañados con gaseosa de lima-limón). Y me ofrecí yo, ataviada con el odiado uniforme príncipe de gales, a cantar por ya-sabéis-quién: La Pantoja.

Después de mi primera actuación, citaron a mi madre para tratar el tema. La monja que me descubrió le hablaba emocionada sobre mí y se desahogó abiertamente con ella sobre su juventud perdida y sobre una vocación imposible encima de un escenario. Allí, pactaron mi carrera que consistiría en cantar en las fiestas de fin de curso del colegio, vestida de flamenca, cantando temas que no tuvieran demasiado contenido sexual entre estrofa y estrofa.

Cuando me mudé de casa y me cambié de colegio, poco a poco fui perdiendo cariño a la copla y a la religión. Dejé de ternerle eternos celos a Paquirrín por poder subir con su madre a los escenarios, dejé de escuchar el famoso disco y de observar hipnotizada la bata de cola de Isabel. Sin embargo, todavía me acuerdo de ella y de aquellos tiempos, a pesar de que me cueste mucho ver más allá de su odio y su soberbia actual. Aunque cada vez su voz sea más ronca y le cueste llenar escenarios, aunque termine yendo a la carcel víctima de su propia codicia, sigue siendo una artistaza.

Repasando su vida, tampoco es tan difícil vislumbrar por qué se ha convertido en la Margaret Tatcher española: La muerte de un marido, una condición sexual -posiblemente- no admitida, relaciones poco estables, compañías de dudosa reputación, una madre que está hasta en la sopa y un niño putero y drogadicto. Con menos, yo me habría suicidado hace tiempo. Para colmo, lo de la operación Malaya. Próximamente, en el chalé "Mi gitana", habrá que poner un cartel de advertencia: cuidado con el doberman.

Nostalgias aparte, manda narices el tinglado que tenían montado en Marbella. Supongo que no sólo en allí la gente se enriquece. No obstante, parece que sólo allí existen usurpadores de lo ajeno. La ciudad malagueña escenario fiel de lo que diferencia a un ladrón de un chorizo. El ladrón roba y se enriquece, al igual que el chorizo. Sin embargo, la diferencia se encuentra en los fines que se les da al dinero robado. Mientras que los ladrones se comportan de manera bastante "discreta" bien porque son personas con más de dos dedos de frente o porque eran, antes de robar, suficientemente ricos como para que no se note demasiado su apropiación, los chorizos, en cambio, son de otra catadura. Normalmente suelen ser "nuevos ricos" (término que por cierto odio usar) que bien, por falta de luces o por exceso de "horterismo" en sangre, se gastan el dinero en todo tipo excentricidades: Bañeras de 6.000 euros, animales disecados a granel, colección de relojes propia del Rey Fa... Es normal que les pillaran, era cuestión de tiempo y, claro, de cojones. No me quiero ni imaginar cuánto dinero le habrá puesto la mafia rusa a la cabeza del juez Torres...

  • La Escapista es consciente que la palabra horterismo no existe y hace constar que, en la foto que corona su artículo, Isabel Pantoja no lleva sujetador (again!)

domingo, abril 29, 2007

Quiero ser prinZesa

Españoles:

Si habéis tenido la oportunidad de enteraros que la PrinZesa LetiZia estaba en cinta, os interesará saber que, tal como se esperaba, la susodicha ha dado a luz a su segunda hija. Alegraos porque tenemos, por tanto, a una nueva gorroncilla, carne de cañón de la prensa rosa, que vivirá a expensas de nuestro dinero sudorosamente trabajado. No sé en qué programa de televisión se sorprendían de lo económico que nos resultaba a los españoles mantener con vida a una Casa Real que proporcione glamour, polvo y caspa a nuestro país. Unos 21 céntimos al año le cuesta a cada español mantener el yate del rey, pagar los modelitos de la reina, proporcionarle unos buenos patucos a la Infanta Leonor y suministrar a LetiZia la poca comida que parece que engulle.

Esa cantidad mínima, casi irrisoria, bastante por debajo de lo que le cuesta a Zapatero un café, multiplicada por las cerca de 40 millones almas que pululan por este trozo de la piel de toro, se transforma -casi por arte de magia- en unos atractivos 8,4 millones de euros, que regalamos, por la cara, a esta singular familia. Este modesto sueldo, deja en pañales a los 9.000 euros mensuales que se lleva calentito, cada mes, el señor Rajoy, deja muy en segundo plano lo que se gasta el presidente en cafés y eclipsa, por completo, a aquellos 21 céntimos que cada español pone de su bolsillo.

Me pregunto cuántos millones de vidas se podrían salvar con esos 8,4 millones de euros; cuántas escuelas se podrían inaugurar, cuántos pozos de agua potable se podrían construir con tanto dinero. Sinceramente, me planteo cuántos niños sobreviven gracias a las recepciones del rey en la Zarzuela, cuántos hospitales inaugura la reina cuando se marcha de viaje solidario a África o cuántas enfermedades se curan gracias al precioso vestido, de aquel diseñador tan prestigioso y selecto, que lucía LetiZia el mes pasado.

Existe un apartado en los impresos de la declaración de la renta donde te dan elegir destinar un porcentaje de tus impuestos a la Iglesia Católica y su obra o a otras entidades benéficas. Como ciudadana española poco afín a la monarquía, exijo el derecho -mi derecho- a otorgar o no mis 21 céntimos a este arcaico legado. Me niego a mantener y alimentar a esta pandilla de aprovechados, a sus mujeres con complejo de conejas y a sus hombres con aspiraciones regatistas. Yo elijo dar mis 21 céntimos a una organización benéfica aún exponiéndome a que mi dinero se desvíe, aunque sea calderilla. Mis 21 céntimos sumados a los tuyos, que opinas como yo, se pueden convertir en una cantidad generosa y magnífica que ayude a la gente.

Sin embargo, nada cambiará. Algunos, incomprensiblemente, siguen valorando como positiva la existencia de la figura de un rey. Existe, todavía, un tácito vasallaje, un estúpido agradecimiento por el voto que el monarca dio a la democracia cuando murió el-que-no-debe-ser-nombrado. Muchos critican la buena vida que se gastan los borbones, aunque, por otro lado, compren a granel revistas en papel cuché donde sus yates aparecen retratados y estén en primera fila, banderita en ristre, cuando al príncipe le da por visitar su pueblo. Tenemos monarquía para rato en este país y, tristemente, poco trabajo para seguir manteníendolos.

Nunca quise ser reina, pero, sin duda, lo dejaría todo por ser princesa.

domingo, abril 22, 2007

Callejeros

No puedo precisar qué capricho del destino propicia que cada noche de viernes termine, con el rostro congestionado y los ojos como platos, viendo "Callejeros". Por si alguien no ha tenido oportunidad de verlo, os diré que "Callejeros" es un programa de Cuatro que se basa en la elaboración y emisión de reportajes de lugares bastante alejados de nuestra idea de existencia. Si un día sus aguerridos reporteros se encuentran conociendo de primera mano la situación de un poblado gitano, en otras ocasiones, podemos encontrarlos conviviendo con los vecinos de la Cañada Real o pateándose, sin tregua, uno de los barrios más críticos de Bilbao. Independientemente de lo que nos muestren, mi reacción cada semana es parecida a la de la mañana que sigue a una noche fiesta. Siempre digo que nunca lo volveré a ver; que mi estado anímico no es el idóneo para angustiarme más. No obstante, aunque intento llevarlo a cabo, no sé si por la escasa calidad de la programación de los viernes, siempre termino tragándomelo de cabo a rabo y con el corazón destrozado.

Puede ser que, últimamente, esté más sensible de la cuenta y que todo me afecte demasiado. No obstante, creo que a nadie le puede dejar indiferente el testimonio de una chica de 28 años, que ya lleva en su haber cuatro vástagos de diversos padres que, estando embarazada del quinto, vive en la calle, ejerce la prostitución y fuma en plata. Supongo que hay personas que están hechas de una pasta más dura y que yo, para qué negarlo, no tengo mucho mundo pero, lo realmente cierto es que, cuando termino de ver "Callejeros" y me voy a la cama, me siento TAN mal por lo que hay ahí fuera tan dejado de la mano de dios, que me duele pensarme "afortunada" por no formar parte de esos submundos que nos muestran sus reportajes.

Hay quien opina que las series televisivas que se desarrollan en el mundo de la sanidad (Urgencias, Hospital Central, ...) tienen un fin motivador. No hay que ser excesivamente hipocondríaco para preguntarse qué diantres puede haber de divertido en contemplar a gente enferma, familias que sufren o en conocer patologías de toda clase. Más allá del morbo y del atractivo de muchos de estos médicos de ficción, se encuentra una solución más simple a la pregunta: La mayor parte de nosotros volvemos a casa procedentes de trabajos estresantes, agotadores, poco productivos, poco inspiradores o frustrantes. Otras veces, la situación en nuestro hogares o en nuestra vida íntima no andan del todo bien. Sentarse en el sofá, encender la tele y contemplar los problemas ajenos, presumiblemente más graves que los que llevamos a cuestas, ejerce en nosotros un bienestar algo cuestionable moralmente hablando.

Los antiguos dicen que todo tiene remedio menos la muerte. Quizás sea ésta la máxima en la que se basan este tipo de seriales.
Supongo que ocurre lo mismo con "Callejeros". Nos hacen sentir agradecidos con la vida, afortunados con nuestra existencia. Sin embargo, lo que vemos cada noche de viernes en Cuatro, no es una ficción edulcorada y dramatizada. Somos testigos de una realidad latente, de unas vidas dolientes y sangrantes, de un mundo paralelo al nuestro que parece que se desarrolla en otro tempo. Nuestras vidas frenéticas, avocadas al trabajo, a los horarios cuadriculados y a las horas de sueño, se contraponen con las de los que habitan en esos mundos subterráneos que palpitan al ritmo de las drogas, el sexo más oscuro o la máxima desesperación.

Decidido: no volveré a verlo nunca más.

domingo, abril 08, 2007

Un ángel desnudo

Hace ya muchos años, en un número cualquiera de una revista de Canal+, descubrí un artículo que me llamó muchísimo la atención. Si habéis tenido la oportunidad de hojear algún ejemplar de dicho magazine, sabréis que, a algunos estrenos del mes, se le dedicaba un artículo, a modo de pequeño editorial, en el que cierta figura de renombre en el mundo del cine disertaba sobre sus aspectos más llamativos.

En su día, "Striptease" fue una película bastante polémica. Cinematográficamente hablando, es probable que no valga un duro (no en balde, se hizo con todos los razzie's de su año). Sin embargo, Striptease causó furor entre el público y se hizo mundialmente conocida por el famoso y solvente desnudo de su protagonista: Demi Moore. La película es, sin duda, un ejemplo claro de la época en la que el thriller sexual estaba de moda en Hollywood. Parecía que todas las actrices norteamericanas debían actuar en un proyecto donde su cuerpo y su belleza fueran el eje sobre el que girase la trama.

De este modo, y por medio del mágico bisturí, Demi Moore cambio su fisionomía. Se desprendió del dulce aspecto que nos enamoró a todos en su película "Ghost", y pasó a tener un cuerpo escultural diseñado, específicamente, para hablarle de tú a tú al pecado. De la misma manera que Tom Hanks tuvo que desprenderse de algunos kilos para interpretar su papel en "Naúfrago", la Moore, para encarnar a una stripper en ciernes, se calzó unas buenas lolas que, a día de hoy (miren como está el mundo), vuelven loco a su joven marido Ashton Kutcher.

Por como resultó la película, -que no llegó a más que a auténtico globo mediático alimentado por un desnudo anunciado-, me imagino el apuro por el que tuvo que pasar Guillermo Fesser cuando le encargaron, desde el Plus, un artículo sobre ella. El resultado fue un conmovedor y pequeño relato, lleno de emoción, con poca conexión con el malogrado filme. En este artículo, la película sirve de mera excusa para enlazarnos con una historia que, a diferencia del filme, sí tiene sentido. Desde luego, Guillermo no le hizo un flaco favor a la película. Es posible que todo lo contrario. Ahí va lo que escribió:

"
La Demi Moore de mi vida tenía 14 años y se llamaba Angelita. Aquella tarde todos nos saltamos el cole para concentrarnos con cigarrillos prematuros y una botella de licor de café en la piscina de Rafita "el facha". Su padre se había construido un chalé en Mirasierra a base de distribuir perfumes de marca y el chico utilizó la porción de fortuna que le iban filtrando poara comprarse un Vespino y una cadena de acero con la que disolver manifestaciones desde la moto.

Sonaron baladas italianas hasta caer la noche y entonces decidimos calmar en el agua el rojo que anunciaba en los ojos la inocente borrachera de nuestra juventud. Angelita se despojó del bañador y se paseó por el bordillo disfrutando de cada una de las miradas atónitas que íbamos clavando en sus carnes blancas. La desnudez era suya y, sin embargo, el pudor sólo albergaba en nosotros.

Angelita se fue para siempre agarrada a la cintura de Rafita una mañana que este intentó impresionarla haciendo el loco en su ciclomotor en la entrada de una curva. Mi alma permaneció apagada muchos años hasta que observé en la pantalla a aquella mujer quitándose la ropa con la naturalidad del que se atusa un poco el pelo. Supe que mi amiga había encontrado cobijo en otro cuerpo y me sorprendí esbozando una sonrisa de alivio en la butaca"

miércoles, abril 04, 2007

Dos años con la gaviota

Hoy hace dos años que empecé a trabajar en mi actual empresa. Supongo que, para muchos, no será un dato muy revelador e interesante. No obstante, contando con que mi vida laboral consta de tan solo dos años y medio, no es tan mal argumento. Salí de la facultad, me coloqué... y ahí sigo, al pie del cañón. Durante estos días he estado reflexionando sobre estos dos años que me han ido uniendo, diariamente, a gente totalmente desconocida. No eliges a tus padres, ni a tu familia, y, tal como están las cosas en el mercado laboral, no tienes elección en cuanto a los compañeros de trabajo con los que te toca lidiar. Un entorno laboral distendido y cordial es, sin lugar a dudas, una de las mejores cosas que puedes encontrar a lo largo de tu vida. Por mi parte, aunque mi situación tampoco es para tirar cohetes, bien es cierto, que no puedo quejare. Sin embargo, últimamente, en un aspecto concreto, me encuentro entre la espada y la pared; sola ante el peligro.

Sin lugar a dudas, los excesos derechistas me provocan la más feroz urticaria. Por eso, desde muy joven no sólo he tenido bastante claras mis ideas políticas, sino que nunca he tenido miedo a expresarlas en público. Al fin y al cabo, yo nací en el año 82. Por aquel entonces, la televisión era en color y Franco sólo se dejaba ver en los duros (afortunadamente). Siempre he estado rodeada por gentes de izquierdas, por lo que, realmente, nunca me he encontrado en la tesitura de esconder mis opiniones.

Ahora, todo ha cambiado.

Últimamente, me callo demasiado. En lo laboral, me muevo en un ambiente muy próximo a la derechona más extrema; entre descendientes de militares franquistas que combatieron contra el comunismo en las grandes guerras del siglo XX. ¿Qué puedo hacer? En circunstancias más igualitarias, con un poco de apoyo, quizás discutiría, argumentaría, intentaría replicar... no obstante, cuando tu jefe es alcaldable por el Partido Popular en un remoto pueblecito de la España profunda, lo más inteligente que puedes hacer por tu vida (y, en definitiva, por tu bolsillo) es callarte la boca y declararte apolítica.

Desde que accedí a mi actual puesto de trabajo, he tenido que negar mi interés por la vida política de este país más de una vez. Hacer oídos sordos cuando escuchaba expresiones como "la canalla marxista" o el siempre socorrido "rojos de mierda", aún cuando, en mi día a día, me relacionaba con personas muy afines a la extrema izquierda. En este tipo de tesituras, compruebas cómo de horrible es el pensamiento de un facha. Me indigna cómo se han rechazado presupuestos de empresas de las denominadas "comunidades históricas", aún siendo bastante ventajosos, por los estúpidos rencores de siempre. Me indigna cómo se critica al empleo del emigrante, argumentando que este es menos eficiente que el nativo de este país. Me indigna cómo se humilla al homosexual o se intuye la lástima en los ojos de algunos por hablar de algún tipo de opción sexual que no tiene cabida en sus cuadriculadas mentes.

¿Y qué hago yo? Agachar la cabeza.

Muchas veces pienso que se comportan así por , porque, aunque me callo, conocen mis ideas, porque, a pesar de todo, mis ojos son sinceros y no pueden dejar de expresar la repulsa, la indignación y su rechazo. Me imagino que, como lobos feroces, están al acecho, pendientes a que salte, a que estalle, quizás, para tener una excusa más legal que la discrepancia ideológica, para que mi despido no resulte improcedente.

Y, sin embargo, agacho la cabeza y trago saliva. (¡Qué horror! ¿En qué me he convertido?)

sábado, marzo 17, 2007

Viviendo en una novela

La fase de la vida en la que actualmente me encuentro, no hace otra cosa que incitarme a pensar demasiado. Eso no es bueno. Por lo menos, es lo que dice la gente cuando les confieso que últimamente no salgo mucho de casa. Según ellos, en mi situación, no hay que reflexionar ¡Como si no me conocieran! Supongo que no tienen más remedio que interpretar ese papel. En definitiva, no les queda otra que dar las estúpidas soluciones que muchas veces he transmitido yo a la persona que entonces se encontraba en mi actual situación. Recuerdo que siempre que me tocaba decir las famosas frases, me sentía bastante estúpida. Supongo que todos somos conscientes de lo que tenemos que hacer para salir de nuestro "obligado pozo" y, si no podemos salir al exterior de él, no es por desconocimiento, sino por incapacidad. Sólo se necesita tiempo. Siempre he sido muy excéntrica y bastante melodramática. Si a esto le sumamos que me suelo ahogar en un vaso de agua y que, casi siempre, mis pensamientos son del color que predomina en este blog, os podréis imaginar como me siento. De todas formas, no quiero alarmar a nadie: que no avisen al pentágono, sólo es que hace mucho tiempo que no estaba sola. Nada más. Ya me voy acostumbrando.

Últimamente, sólo leo y escribo. Mi blog me da muy buenas satisfacciones. Cada vez, parece que más gente lee mis cosas y, por mi parte, estoy haciendo algo que me encanta y que tenía demasiado olvidado: escribir. Como dije, también leo mucho. Sin ir más lejos, y aprovechándome de la paga extraordinaria de marzo (!!!), he hecho un pedido de 119 euros a la web de "La Casa del Libro". Un pedido extenso donde hay de todo:
  • El pedestal de las estatuas (A. Gala). Es el libro comodín. Si lo compras, te regalan los gastos de envío del pedido. 6 euros de nada pero, que si te los ahorras, pueden contribuir a la adquisición de un nuevo libro. Por otro lado, siempre he querido leer algo de Gala pero, por una u otra causa, nunca lo he hecho. Por lo tanto, ya veremos como resuelto este nuevo libro, que, por otro lado, ayer utilizaban en la casa de Omaita para hacer de tope a una puerta.
  • Corazón helado (A. Grandes). Hagámosle caso a Jorge Javier Vázquez. Lo recomienda tanto en su programa, que he osado a comprarlo.
  • La sonrisa etrusca (J.L. Sampedro). Recomendación de mi jefa... a ver que tal.
  • La suite francesa (I. Nemirovsky). Me lo ha recomendado mucha gente.
  • La pasión india (J. Moro). Recomendación de Rebeca.
(Y ahora, la sección temática. Literatura contemporánea estadounidense)
  • El palacio de la luna (P. Auster). Empecé a leermelo en pdf y me gustó bastante.
  • Trópico de cáncer (H. Miller). El autor de la mejor "blog-novela" que he tenido la oportunidad de leer, idolatra a Henry Miller y a sus dos "trópicos" por lo que le daremos una oportunidad. (no voy a hacer propaganda del blog, si alguien quiere saber quién es, que me mande un mail!)
En fin, ¿no dicen que no hay mejor compañía que un buen libro?

lunes, marzo 12, 2007

Sha-Sha-Shakira

Hace unos días, me quedaba atónita tras visionar el clip de Beatutiful Liar, el nuevo tema que cantan a duo Beyonce Knowles y la colombiana Shakira. Independientemente del sexo al que pertenezcas y tus inquietudes bajo las sábanas de una cama, es imposible quedarse indiferente ante la belleza de dos de las mujeres más sexys del planeta. La fuerza de Beyonce con sus curvas ébano y la sensualidad oriental de las caderas de Shakira; ambas, pruebas vivientes de que el talento no está reñido con la belleza.




Puede decirse que, actualmente, Shakira es una de las interpretes más reputadas en el ámbito sudamericano. Si conectas la televisión, es bastante probable que la puedas ver anunciando un fantástico deportivo o un bonito colgante de una conocida marca de relojes. Ante todo este poderío mediático, es imposible no reflexionar sobre el cariz que ha tomado, en los últimos años, la carrera de la bella colombiana. Muy pocas personas conocen que, en sus inicios, fue tachada de mera copia de Alanis Morissette. A excepción de la canadiense (y de Dolores O'Jordan) muy pocas personas son capaces de cantar alternando esos característicos quejidos guturales de la colombiana.

Por 1995, la barranquillera, al igual que Morissete, ostentaba un particular look rockero-grunge. Con una guitarra adosada de por vida a su figura, la joven Shakira era un baluarte de lo "no-comercial" y, desde luego, de lo "no-frívolo". Por aquel entonces, su famoso ombligo vivía en el más estricto anonimato, sus fascinantes caderas pasaban totalmente desapercibidas y una preciosa mata de pelo oscuro enmarcaba su rabiosa belleza racial.



(el antes y el después de Shakira. ¿se ha puesto tetas?)

Fuimos muchos los sorprendidos por el radical cambio de look que experimentó Shakira allá por el 2001. De ser una comprometida cantautora, feminista y seria, se convirtió en la encarnación de la sensualidad. Ayudada por los padres de la música-basura-hispanoamericana -el matrimonio Stefan- la dulce Shakira empezó a sacarle partido a sus atributos físicos y a la herencia libanesa paterna. Se rodeó de gente influyente y, entre un batido y otro de caderas, encadenó célebres y exitosos duetos con reputados miembros del artisteo.

En su sano juicio, nadie puede negar el talento de Shakira. Sin embargo, la historia de su éxito puede tener varias interpretaciones. Según mi punto de vista, la colombiana sigue siendo la chica sencilla y sensible de antaño. El glamour y la sensualidad que esgrime en sus videoclips y en las carátulas de sus discos no se corresponde con el look que Shakira nos obsequia en sus conciertos y/o apariciones públicas. ¿Es que no vende una chica morena, con marcados rasgos raciales, cantautora, rockera y feminista? ¿No vale de nada la portentosa voz que te caracteriza si no enseñas estratégicamente tu maravilloso ombligo? ¿Alguien se ha parado a contar cuantos planos de caderas hay en los videos de Shakira y cuál es su proporción en el clip? Más allá de los superiores méritos de la colombiana, en el mundo de la música con voz femenina, se está cometiendo un gran agravio hacia las mujeres. O bien cantas de pena, pero estás bastante bien de físico (caso Britney Spears) o bien, sabes cantar, pero tienes que ir considerablemente ligerita de ropa para llegar a ser alguien. Todas estas mujeres son el espejo donde se miran, cada día, miles de jovencitas de todo el mundo. Me pregunto, ¿está bien lo que ven? ¿es ésta la clave del éxito?

lunes, marzo 05, 2007

Japón en mi hogar

Tengo una madre adicta a la limpieza. Es totalmente antiséptica. Tanto que, a veces, llego a creer, firmemente, que no es sangre lo que corre por sus venas, sino algún tipo de producto desinfectante, lejía o alcohol etílico. Está bien eso de ser limpio. Pensaréis que es elogiable conservar tu morada impoluta y totalmente ordenada. Pues no. Es una mierda. Es enfermizo. Vivir con un adicto a la limpieza es como habitar en una cárcel dorada, donde todos tus movimientos -sean cuales sean- crearán polvo, basura y harán de tu hogar un nido de ratas y cucarachas. Al menos así piensa mi madre. En mi casa, hay miedo. Estamos literalmente acojonados, controlando férreamente cada una de las partes de nuestro cuerpo y esfínteres que puedan contribuir a la insalubridad de la vivienda. Cuando acontece algún tipo de descuido -una miga de pan en el suelo- o alguna hecatombe -se cae un vaso de cocacola-, ahí está mi madre, plumero en ristre, escoba en la retaguardia, con su inconfundible cara de asesina a sueldo. Mal asunto, amigo.

Según mi madre, nadie limpia como ella. Se podría decir que es una artista de la limpieza, su perfeccionismo sólo es equiparable al de un pintor flamenco. No hay recoveco por el que su paño no haya pasado. No sirve de nada que me pase horas limpiando meticulosamente alguna habitación, mi madre siempre irá a la esquina más escondida, donde obviamente yo no he limpiado, para afianzar su puesto como mejor limpiadora del siglo. Y, encima, trabaja 8 horas en un puesto de responsabilidad. Para que después digan que somos el sexo débil.

Al igual que pasaba en la película "Mary Poppins", miles de asistentas han desfilado por mi casa, aunque sólo unas pocas agraciadas han tenido el privilegio de limpiar más de una vez en ella. El 99% de las candidatas o bien no pasa el escrupuloso ojo antiséptico de mi madre o bien, piensan, en que, para ganar tan poco dinero, no hay que partirse demasiado el lomo. Sea como fuere, todas coinciden en que mi casa está limpísima. A lo que mi madre siempre contesta con un inmodesto "no, mujer, tengo la casa muy abandonada".

Hace algunos días, contactó con una chica japonesa. Desde el principio me resultó extraño. No es que crea que mi nacionalidad es superior a otras, sin embargo, no deja de inquietarme tener empleada a una persona proveniente de una sociedad tan superior y avanzada como la nipona. Bien es cierto que, en todos los países, hay empleadas del hogar, pobres, ricos, yonkis y prostitutas... pero sigue sin cuadrarme. A todo esto, hay que decir que yo soy una enamorada de Japón. Mataría por viajar al país del sol naciente. ¡Soy de la generación de Daniel San y el Sr. Miyagi, por Dios! Mi preciosísima colección de la tira "Maison Ikkoku" de Rumiko Takahasi preside, triunfal, mi estantería. Cuando mi madre me comunicó que la japonesa vendría a hacer la prueba, yo me acababa de terminar "Memorias de una geisha" y soñaba con vestirme a dicha usanza y hacer la ceremonia del té. Aquella misma noche, soñé con la chica. No me la imaginé como la malhumorada Misae Noara de Shin Chan, sino, más bien, como una versión moderna de la geisha Hatsumomo. La soñé posada elegantemente, limpiando el brillante suelo, con un kimono que representaba el día del cerezo en flor. Mientras fregaba tranquilamente el piso, mi madre le lanzaba improperios y le enseñaba que para limpiar hay que ponerse camisetas de propaganda y despatarrarse en el suelo.

Desde luego, nada más lejos de la realidad. La japonesa hizo la prueba y la pasó con creces y, desde luego, no se parecía ni a la señora Noara ni a Hatsumomo. Vive en España desde hace años. Es sumamente reservada y respetuosa. A día de hoy, somos la envidia de la comunidad de vecinos. El exotismo se ha adueñado de mi casa. ¡Japón llama a mi puerta! Veremos cuanto tiempo dura este tratado de colaboración.