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jueves, junio 28, 2007

Enamorarse de las personas

En su día, fueron muchos los que se escandalizaron al ver a un Alejandro Magno un tanto mariposón en aquella película tan polémica de Oliver Stone. Entonces, el oxigenado Collin Farrel se les antojó a algunos tan inquietantemente homosexual, que muchos empezaron a ver a la Antigua Grecia con otros ojos. Con ojos como platos, diría yo y es que eso de que una postura amatorio se denomine, popularmente, "el griego", viene de antiguo.

Los griegos no eran tan machotes como aparentemente se nos mue
stran en películas como Troya o 300 (¡qué hombres!). Es por todos sabido que, para los hombres de la Grecia Clásica, era tan normal compartir lecho con una mujer que con un hombre. Lo que muchos no saben es que, en lo que todos han visto vicio, reside una buena razón: en aquellos tiempos tan remotos, tristemente, la mujer tenía más en común con una mula de carga que con sus flamantes y aguerridos esposos. No quiero decir, por supuesto, que las mujeres no fueran ni inteligentes ni bellas, sino que, culturalmente, estaban tan relegadas que sus inquietudes intelectuales eran mínimas.

Igual que algunas noches de juerga y borrachera, podemos terminar durmiendo en el lecho de un individuo al que acabamos de conocer y con el que hemos mantenido una fugaz y limitada relación, los griegos actuaban de tal manera con sus mujeres. Sin embargo, cuando queremos mantener una relación más seria con alguien, buscamos afinidades, conversación, sentido del humor, inteligencia y personalidad, aspectos que pocas mujeres, en la Antigua Grecia, poseían. De ahí que ese tipo de relación estable y profunda sólo pudiera tenerla un hombre con otra persona de su mismo sexo. Y no sólo Alejandro Magno pensaba así, sino que dicen que, incluso, el sabio Platón no diferenciaba entre la carne y el pescado.

Hace algunos días, en el trabajo, una de mis compañeras comentaba con estupor la rapidez con la que se multiplicaba el número de lesbianas, achacando esta proliferación a lo mal que está el panorama actual para la mujer heterosexual. Sinceramente, no tengo ni ide
a si la lesbiana nace o se nace y si, en su inclinación sexual, tiene algo que ver el nivel actual del macho ibérico, sin embargo, estoy muy de acuerdo en eso de que las mujeres lo tenemos, últimamente, muy chungo.

Según habéis podido constatar en mis últimos artículos, actualmente, mi relación con el género masculino no pasa precisamente por sus mejores momentos, aunque, también sea dicho, no recuerdo un momento donde ésta fuera excesivamente buena. Entendedme, no me gustan las mujeres, adoro los culitos prietos masculinos, aunque eso implique que gran parte de la masa muscular destinada a ello limite la cerebral. Es una ley física, o pechuga o muslo, no hay un pack donde culo y cerebro se vendan juntos, qué le vamos a hacer. Hablando en serio, no me llevo bien con los hombres. Sencillamente, no los entiendo, no capto sus razonamientos y odio que ellos tampoco capten los míos.

Por ello, aunque me parezca (y os parezca) raro y, por momentos, imposible, he llegado a pensar si lo que nos está pasando ahora a las mujeres es parecido a lo que, antaño, les ocurrió a los hombres de la Antigua Grecia. Es decir, somos cada vez más independientes (económica y personalmente), tenemos igual o más formación que ellos y sabemos mejor que ellos lo que queremos en la vida. Nos pasamos media vida criticándolos con las amigas y, la otra media, enseñándoles cómo
deben tratarnos ¿Es posible que, cada vez, mujeres y hombres tengamos menos en común?

Lo admito, muchas veces me he preguntado si sería posible que llegara a enamorarme de una mujer. Reconozco que me da mucho miedo tener a veces la mente tan abierta y perder un poco el norte con este tipo de locuras. También pienso en mi madre y en el ataque al corazón que le daría viéndome aparecer con una chica de la mano. Aunque tendría gracia la situación. No lo sé. Así como los griegos se enamoraban de las personas con las que tenían mas afinidad, ¿sería posible que nos olvidáramos de ese componente estético que es nuestro cuerpo y nos fijemos en el alma de las personas, sean del sexo que fueren? Es un pensamiento totalmente bisexual, muy criticado por los heterosexuales. Enamorarse de las personas. ¡Un pensamiento bien bonito!

Enamorarnos de las personas; olvidarnos de nuestra faceta animal e instintiva, que tan malas pasadas nos juega, y mirar en el interior de las personas para encontrar a nuestra media naranja, nuestra alma gemela... a nuestro amor platónico. ¿Quién me dice que la persona que más me amará será un hombre? ¿Quién te dice que la persona que más te amará será una mujer? Quizás ese es el motivo de tanta desilusión, tantas rupturas, tantos divorcios. Quizás nos equivoquemos de perspectiva. Puede ser nuestro abanico mucho más amplio de lo que nuestro cerebro, a priori, nos indica. Enamorándonos de las personas seríamos más libres, mejores y más humanos.

No obstante, hay un problema: el sexo. Pero ya sabeis lo que dicen. Hasta que no se prueba...

¡Hoy todos somos gays!
¡Feliz día del orgullo gay!


sábado, junio 02, 2007

Enlarges your penis

No estoy del todo segura pero creo que los viernes, desde hace ya algunas semanas, tras Callejeros, Cuatro ha optado por emitir una serie de programas dedicados al sexo. No me refiero a ningún tipo de formato porno o erótico-festivo, hablo de documentales relativos a la sexualidad y a la incidencia de esta en la vida del ser humano. El del viernes pasado trataba del alargamiento del pene y venía a confirmar que tanto e-mail spam con asunto "enlarges your penis" forma parte de una realidad latente. Ya sabíamos que el hombre da mucha importancia, quizás demasiada, al tamaño de su miembro. Muchos, incluso, llegan a traumatizarse y obsesionarse con el tema. El documental venía a decir que el alargamiento del pene no es sólo posible mediante tratamientos naturales (tipo masaje o ejercicios de estiramiento) sino que se puede solventar en un quirófano fácilmente.

No lo vi completo. Aunque últimamente mi relación con el sexo masculino no pase por sus mejores momentos, debo reconocer que no les tengo la suficiente tirria como para soportar más de una hora de imágenes de penes diseccionados, ensangrentados, mutilados y recosidos. Además, por algunos comentarios que más tarde trataremos, estaba claro que el documental iba dirigido directamente al público masculino. En definitiva, la misión del documento era informar a dicho sexo, a través de la historia de un chaval de 23 años que no sólo quería alargar su pene, sino también engrosarlo. Según parece, hoy en día, se sabe que es más importante la anchura que la longitud, y era, en este aspecto, en lo que más renqueaba el chico. Aunque su miembro medía 15 cm (tamaño más que aceptable, ya que la media se encuentra en 13 cm) el chaval estaba empecinado en llevar a cabo ambos retoques en su miembro viril, supuestamente, para aumentar su calidad de amante en sus relaciones sexuales.

Después de diversas mediciones en la consulta de un cirujano, se llegó a la conclusión de que no sólo se operaría al chico sino que la cirujía se complementaría con un tratamiento natural (para mí bastante rudimentario) que maximizaría los resultados. Este procedimiento posterior al quirófano, se basaba en unir el glande con la rodilla por medio de una cuerda. De este modo, el chico, al andar, al sentarse o al correr estiraría el miembro contínuamente con lo que ayudaría a alcanzar un tamaño mayor. Asqueada por las imágenes pseudo-gore-pornos que aparecieron frente a mis ojos, sucumbí y apagué la televisión.

¿Es necesario tanto sufrimiento? ¿Es el tamaño tan importante? Parece que para los hombres, por lo menos, sí, o esa era la hipótesis que esgrimía el documental. Aunque el hombre legitime su sufrimiento y su complejo sexual en pos de la satisfacción de la mujer (algo que en muchísimos casos no es una prioridad en el hombre), se sienten mal, realmente, por una percepción subjetiva. Es decir, cuando el hombre se mira en el espejo no se siente proporcionado ya que, culturalmente, su cuerpo no es lo que debería ser. Es de suponer que el cerebro del hombre después de años sometiéndose a todo tipo de pornografía y comparaciones de urinarios, se forma una imagen "engañosa" de lo que el cuerpo de un hombre debería ser. El pene, a diferencia de otras partes del cuerpo masculino, no crece en consonancia al tamaño general del organismo. Es decir, puedes ser bajo y estar bien dotado, o muy alto y contar con muchos centímetros de menos en la entrepierna. Parece ser que es ahí donde surge el problema. En el documental, por tanto, se concluía, con la sentencia de que el hombre no necesita tanto a un cirujano como a un psicólogo para resolver su problema. Por lo que instaban a los cirujanos que recibieran a pacientes con semejante problema a que despidieran de consulta a aquellos tremendos lunáticos deseosos de retocar su serpiente de un sólo ojo. Tiene miga el tema.

Los hombres se quieren operar sus miembros porque, culturalmente, está establecido que es preferible tener un pene grande que pequeño. Pasa igual con las mujeres. Nos operamos los pechos porque socialmente es preferible tener que enseñar si te decides por un escote. En toda esta dinámica influye, claro está, lo que piensa sobre el tema el sexo contrario. Los hombres creen a pies juntillas que las mujeres adoramos los penes grandes y orondos y nosotras pensamos que ellos prefieren las buenas delanteras.

No voy a entrar en el eterno debate sobre si el tamaño importa. Cada uno tendrá sus preferencias. Sin embargo, me niego a asumir que tengo que compadecer el trauma masculino. Ya está bien con la cultura de las narices. Nosotras nos depilamos, nos maquillamos, nos endosamos tremendos taconazos, intentamos mantenernos delgadas, limpias, presentables y, a poder ser, femeninas. Se presupune culturalmente que seamos así. Nos traumatizamos por no tener pechos grandes, nalgas bien plantadas, piernas de infarto... y, mientras tanto, ¿ellos qué? Para una cosa que consigue afectarlos, no voy a ser yo la que intente aliviar un sufrimiento irracional y que puede que no tenga mucha base científica. Que piensen lo que quieran. Llevan siglos intentando adivinar lo que se nos pasa por la cabeza, sigamos dejando en eterna incógnita el tema del tamaño. Que se sigan ruborizando al comparar en los baños públicos sus desiguales sexos, que sufran un poquito. Stop a la hiperprotección masculina. Pensad que una de sus miradas furtivas a los miembros ajenos y el posterior sentimiento de inferioridad no es comparable con un buen tirón de cera mensual en una de nuestras ingles.

viernes, abril 27, 2007

Desnudas

A día de hoy, creo que el 99% de los españoles saben qué es "Cambio Radical". No obstante, si algunos andáis despistados, os avivará la memoria saber que se trata del programa en el que transforman a personas poco agraciadas en personas-poco-agraciadas-operadas. Desde que leí en el blog de Joerace su opinión sobre este nuevo invento televisivo, tuve muchísimas ganas de comentarlo en el mío. Al fin y al cabo, ya venía siguiendo la posible llegada de este formato a nuestras televisiones desde hace algún tiempo. No obstante, entre una cosa y otra, no fue hasta el viernes de la semana pasada cuando encontré una excusa realmente buena para abordar el tema en cuestión.

Antes que nada, debo confesar que, cuando se estrenó el programa, formé parte de esa enorme aundiencia confusa, curiosa, escandalizada y molesta. De aquel primer (y único) visionado, saqué dos conclusiones esenciales. Que una vez que has visto el programa, no es necesario saber más para conocer lo que te espera en las próximas entregas y que Teresa Viejo es, con diferencia, la persona más horrible que pulula por nuestras televisiones. Déspota donde las haya, desagradable, cruel y muy mala profesional, desde su púlpito, rodeada de personas infelices por su aspecto físico, predica con el ejemplo; está tan estirada que pronto la sonrisa le tapará las orejas.

Según mi punto de vista, la mayor parte de la gente, independientemente de su edad, sexo o madurez mental, tiene algún tipo de complejo. Supongo que todos nosotros tenemos ese detallito corporal que nos chincha a más no poder y que disimulamos en la medida de lo posible. No obstante, no deja de ser curioso el tema de los complejos. Mayoritariamente, la gente odia el tamaño de su trasero y cambiaría, sin dudarlo, su contorno pectoral o el tamaño de sus genitales. Sin embargo, ¿conocéis a alguien que se muera por tener más inquietudes intelectuales que leer la etiqueta del champú o que se desviva por poseer una postura frente a la vida un poquitín más abierta y tolerante? Soy de la opinión de que si te perturba algo hasta el paroxismo y si no tienes reparos a pasar por un quirófano para solventarlo, lo mejor es operarse y quedarse tranquilo. Al fin y al cabo, las operaciones estéticas están al orden del día. Si todavía no te pueden trasplantar un cerebro libre de complejos y tonterías, es mejor meter mano a otras zonas más específicas y salir del paso.

Sin embargo, esto no quiere decir que vea con buenos ojos "Cambio Radical". Primero, porque el formato promueve que la única solución para triunfar reside en operarse hasta el blanco de los ojos. En segundo lugar, porque cuando alguien accede a concursar en él, no sólo se le remedia el complejo más estridente de su fisionomía, sino que se le retoca todo el cuerpo, dando resultados bastante macabros. En tercer lugar, porque el programa no proporciona ningún tipo de ayuda psicológica pre y postoperatoria. Y, por último, pero no menos importante, porque frivoliza con el sufrimiento de los concursantes y de los espectadores que se encuentran en situaciones afines.

Realmente, ¿ayudan este tipo de programas a los concursantes? ¿benefician a los telespectadores o simplemente colman la necesidad morbosa del españolito medio? No soy una ilusa. No siempre el bienestar del concursante propicia la mirada curiosa del telespectador y, ni mucho menos, los programas se mueven en el altruismo. La dichosa audiencia siempre manda, los contratos publicitarios dependen de ella y, por lo tanto, el dinero. No obstante, supongo que existen formas moralmente más adecuadas para conseguir beneficios económicos, proporcionando, incluso, algún tipo de ayuda a la audiencia.

Es el caso de "Desnudas", el nuevo programa que Cuatro emite los viernes por la noche, después de "Callejeros". Frente a la moda de la silicona y el botox, este nuevo espacio promueve la búsqueda de la belleza desde la comprensión, el diálogo y el conocimiento del propio cuerpo. A diferencia de "Cambio Radical", en "Desnudas" sólo se resaltan las cualidades positivas de las personas, contribuyendo a elevar la autoestima. Se defiende el concepto de que la belleza es sólo un estado de ánimo y que para estar guapo sólo se requiere una actitud positiva. Todos nacemos con un cuerpo que, para bien o para mal, es nuestro. Lo importante del asunto reside en saber vivir con lo que tenemos, aceptarnos a nosotros mismos y gustarnos.

Del mismo modo, se proclama que la belleza también es un problema de percepción. Cada cuerpo y curva de nuestra fisionomía, es diferente a los del resto de los seres humanos. Lo que le pega a la bajita, no le pega a la alta (y viceversa). El éxito reside en controlar una serie de truquillos, disimulando las zonas menos agraciadas y haciendo brillar los aspectos más positivos. Conocer qué es lo que mejor te sienta es más importante que una buena liposucción. ¿Quién necesita ahora un cambio radical?

martes, abril 10, 2007

El retrato de una dama

Para hoy, un post ligerito. Poniéndome al día con el VideoDub, he conseguido colgar en Youtube el inicio de la película "Retrato de una dama", protagonizada por Nicole Kidman y John Malkovich. Aunque, particularmente, el filme no me llamó la atención demasiado, he de reconocer que su comienzo siempre me sobrecogió. No sé si será la magnífica banda sonora de Wojciech Kilar, las sugerentes voces en off o el mensaje que transmite. En fin, es un misterio. Me quedo con esto: " Creo en el destino. De modo que creo que esa persona me encontrará. De algún modo, nos encontraremos. Es como encontrar un espejo, el más cristalino de todos y, también, el más leal. De modo que, cuando ame a esa persona, sé que me devolverá su resplandor".

martes, marzo 27, 2007

Klimt y las mujeres

¿Qué les pasa a las mujeres con Klimt? Me lo he preguntado miles de veces y, hasta hace relativamente poco, no encontré una respuesta a la altura de las circunstancias. Son pocas las obras del pintor en las que no aparece el componente erótico. Si no es un desnudo integral o una orgía lésbica, siempre se adivina un seno o una lasciva cadera, en cada una de sus obras. Y, sin embargo, puedo asegurar que nunca he conocido a ningún hombre cuya lista de principales pintores esté encabezada por el vienés.De hecho, apostaría lo que fuera a que la mayoría de los hombres de tendencia heterosexual, no sólo desconocen la mayor parte de sus obras, sino que serían incapaces de asociar su singular estilo, a pesar de los llamativos pubis rojizos de las protagonistas de sus cuadros.

Sin embargo, la mujer, es distinta. Poco importa la clase social a la que pertenezca, su formación, edad o carácter. Irracionalmente, si preguntas a una chica sobre sus gustos pictóricos, lo más probable es que ésta conteste que su artista preferido es Gustav Klimt y su obra predilecta: " El Beso".

Por lo que a mí respecta, debo admitir que me gusta Klimt desde mi más tierna adolescencia. La primera vez que vi una de sus obras fue en la película "Elegir un amor", donde Julia Roberts interpretaba a la atractiva cuidadora de un enfermo de leucemia, aficionado al arte. Todavía conservo en mi cerebro la visión de la preciosa actriz paseando su mano, delicadamente, sobre la imagen de "El Beso" proyectada en la pared de una enorme habitación. Su larga y alborotada cabellera escarlata, se confundía con el fulgor dorado que se escapaba del luminoso aparato. El chico la miraba embobado. Era su mirada como la del pintor ante la musa, en el instante previo a decidir cómo quiere plasmarla en el lienzo. Entonces, Julia le preguntaba: "¿usó oro de verdad". Él sonrió. ¿Cómo pretender enseñarle al arte, qué es el arte?. En aquel primer visionado, no me percaté de la explícita conexión entre las mujeres de Klimt y la "novia de América". Misma estética, misma sensibilidad. Julia es, para su amante, como las mujeres de Klimt: musas que motivan una vida; en el caso de la Roberts, inspiración que anima a seguir viviendo.

Hay personas que, cuando visualizan una obra de tal magnitud, juegan a conocer el trasiego del pincel sobre el lienzo. Intentan adivinar qué pincelada tuvo el honor de ser la primera, o cual de ellas culminó la maravilla que se asoma a los ojos de los observan. Yo, por aquel entonces, sólo era capaz de vislumbrar puntos y círculos, constelaciones doradas y aquella luz tan característica...

No escatimé esfuerzos hasta conseguir que me lo regalaran, para poder contemplarlo, largo y tendido, sin pararme a pensar en lo que diría la gente, en si me considerarían rara por observar, con apenas 14 años, un cuadro que me venía grande. Lo coloqué justo encima de la cama, y ahí sigue. En todos mis despertares está presente esa montaña dorada, conteniendo la piadosa entrega de la mujer y la arrebatadora pasión del eterno hombre sin rostro.

Y, en una de esas mañanas, (¡eureka!) encontré la significación de mi cuadro. Asocié las formas redondas con la mujer, las angulosas con el hombre, la fusión enternecedora de los cuerpos, el amor en el ósculo, la sumisión igualitaria. La mujer es la sublime protagonista. La obra de Klimt es claramente femenina, en ella, el hombre no tiene cabida. En el cuadro, ambos sexos se abrazan en un estrecho vínculo. La mujer es complaciente, sumisa, pero a la vez es esquiva, fatal, se resiste, algo totalmente perceptible en la extraña posición de su cuerpo.

En el momento en que vi sus manos como garras, descubrí qué les pasa a las mujeres con Klimt. En sus pinturas, la mujer es una entidad activa, protagonista y única. La belleza, el amor, la vida, la muerte, están contenidos en las mujeres pelirrojas que protagonizan sus cuadros. Dulces, perversas, recatadas, lascivas,.. Sin lugar a duda, Klimt amaba a las mujeres, a todas ellas. Y, de alguna manera, todas lo sabemos. Por eso nos gusta Klimt, por eso lo entendemos. Aunque pasemos años intentando reconocernos en sus pinturas, desde lo más profundo de nuestro ser, sabemos que sus cuadros hablan de nosotras. La mujer es sumisa, dócil como un gato; la mujer es fuego, es independiente, es deseo; la mujer es un misterio: La mujer es la suma de todas las cosas.

lunes, marzo 12, 2007

Sha-Sha-Shakira

Hace unos días, me quedaba atónita tras visionar el clip de Beatutiful Liar, el nuevo tema que cantan a duo Beyonce Knowles y la colombiana Shakira. Independientemente del sexo al que pertenezcas y tus inquietudes bajo las sábanas de una cama, es imposible quedarse indiferente ante la belleza de dos de las mujeres más sexys del planeta. La fuerza de Beyonce con sus curvas ébano y la sensualidad oriental de las caderas de Shakira; ambas, pruebas vivientes de que el talento no está reñido con la belleza.




Puede decirse que, actualmente, Shakira es una de las interpretes más reputadas en el ámbito sudamericano. Si conectas la televisión, es bastante probable que la puedas ver anunciando un fantástico deportivo o un bonito colgante de una conocida marca de relojes. Ante todo este poderío mediático, es imposible no reflexionar sobre el cariz que ha tomado, en los últimos años, la carrera de la bella colombiana. Muy pocas personas conocen que, en sus inicios, fue tachada de mera copia de Alanis Morissette. A excepción de la canadiense (y de Dolores O'Jordan) muy pocas personas son capaces de cantar alternando esos característicos quejidos guturales de la colombiana.

Por 1995, la barranquillera, al igual que Morissete, ostentaba un particular look rockero-grunge. Con una guitarra adosada de por vida a su figura, la joven Shakira era un baluarte de lo "no-comercial" y, desde luego, de lo "no-frívolo". Por aquel entonces, su famoso ombligo vivía en el más estricto anonimato, sus fascinantes caderas pasaban totalmente desapercibidas y una preciosa mata de pelo oscuro enmarcaba su rabiosa belleza racial.



(el antes y el después de Shakira. ¿se ha puesto tetas?)

Fuimos muchos los sorprendidos por el radical cambio de look que experimentó Shakira allá por el 2001. De ser una comprometida cantautora, feminista y seria, se convirtió en la encarnación de la sensualidad. Ayudada por los padres de la música-basura-hispanoamericana -el matrimonio Stefan- la dulce Shakira empezó a sacarle partido a sus atributos físicos y a la herencia libanesa paterna. Se rodeó de gente influyente y, entre un batido y otro de caderas, encadenó célebres y exitosos duetos con reputados miembros del artisteo.

En su sano juicio, nadie puede negar el talento de Shakira. Sin embargo, la historia de su éxito puede tener varias interpretaciones. Según mi punto de vista, la colombiana sigue siendo la chica sencilla y sensible de antaño. El glamour y la sensualidad que esgrime en sus videoclips y en las carátulas de sus discos no se corresponde con el look que Shakira nos obsequia en sus conciertos y/o apariciones públicas. ¿Es que no vende una chica morena, con marcados rasgos raciales, cantautora, rockera y feminista? ¿No vale de nada la portentosa voz que te caracteriza si no enseñas estratégicamente tu maravilloso ombligo? ¿Alguien se ha parado a contar cuantos planos de caderas hay en los videos de Shakira y cuál es su proporción en el clip? Más allá de los superiores méritos de la colombiana, en el mundo de la música con voz femenina, se está cometiendo un gran agravio hacia las mujeres. O bien cantas de pena, pero estás bastante bien de físico (caso Britney Spears) o bien, sabes cantar, pero tienes que ir considerablemente ligerita de ropa para llegar a ser alguien. Todas estas mujeres son el espejo donde se miran, cada día, miles de jovencitas de todo el mundo. Me pregunto, ¿está bien lo que ven? ¿es ésta la clave del éxito?

viernes, enero 19, 2007

Mi querido Mr. Darcy

Muchas mujeres, a lo largo de varias generaciones, han soñado, alguna que otra vez, con encontrarse, en su devenir amoroso, a una persona como Mr. Darcy, de Orgullo y Prejuicio. Después de leer la famosa novela de Jane Austen -elegida como la más romántica de todos los tiempos- no me cabe la menor duda de que gran parte de su enorme transcendencia es debida a este soberbio personaje. Me consta que no soy la única persona que ha quedado trastornada por su magnetismo. Me pregunto, ¿qué tiene Mr. Darcy para revolucionarnos? Posiblemente, nos influya su personalidad inaccesible, casi uraña; la pérdida de su orgullo de clase por amor; su entrega silenciosa; su amor en la lejanía y esa enigmática manera de enamorarse por la mera observación.

Personalmente, no me considero voyeurista, ni me gusta especialmente sentirme observada, sin embargo, siempre he querido ser amada en la distancia, ser admirada anónimamente, casi ser espiada,... la idea de que alguien se enamore de mí simplemente contemplándome siempre me ha parecido irresistible. No soy una ilusa. No espero, a estas alturas, que alguien, en sus cabales, se enamore de mí por mis encantos físicos. Siempre me soñado con alguien que, simplemente, mediante la observación, sepa ver lo que hay debajo de mi capa de piel y huesos. Por eso, me fascina Mr. Darcy.

El concepto de "mirada" es tan importante en este libro que, por primera vez, tras leerlo, consideraba que una buena ejecución cinematográfica no mancharía la propia leyenda de la novela, sino que le daría un nuevo enfoque. Es curioso, pero, leyéndola, me imagina al Sr. Darcy con el rostro y los ademanes de Collin Firth. Su comportamiento, sus poses, se me antojaban parecidas (casi idénticas) al personaje que dicho actor encarnaba en la archiconocida Diario de Bridget Jones. La verdadera curiosidad estriba en el hecho de que, en dicho film, Collin también se apellidaba Darcy; Mark Darcy, concretamente, era su nombre. He concluido, por tanto, que dicha asociación no debe de ser casual, por lo que la novela de Helen Fielding bebe mucho de Orgullo y Prejuicio. Para más inri, me consta que Collin participó en el reparto de la adaptación de la novela de Austen para la BBC. ¿Adivinan a quien interpretaba? ¡Claro! A Mr. Darcy.

Nada más terminar el libro, me dispuse a ver la más reciente adaptación del clásico, dirigida por Joe Wright. Sinceramente, me ha encantado y lo digo abiertamente, sabiendo que el público masculino se me echará encima y me criticará por "sentimentaloide". En esta ocasión, el encargado de interpretar a Darcy es el desconocido Matthew Macfayden. He leído, en muchos foros de opinión, que la ejecución del personaje por parte de éste es calificada de "sosa" y de "poco expresiva". Es evidente que este tipo de comentarios sólo pueden partir de personas que no han tenido la oportunidad de leer la novela. Macfayden está perfecto, totalmente en su papel. Sin lugar a dudas no me ha desfraudado. No sé si es una apreciación mía, si se debe a la mala calidad de la película que he conseguido o es algo totalmente intencionado, pero es alucinante como, el tal Macfayden se hace, a medida que avanza el filme, más encantador y guapo. En fin, si las miradas tuvieran la capacidad de derretir,... muchas navegaríamos por los mares azules de sus ojos.


domingo, enero 14, 2007

Sin tetas no hay paraíso

Dentro de pocos días, mi amiga Merche se someterá a un incremento del tamaño de sus mamas. Pasará a tener la no desdeñable 95 100, talla que, según ella, es la más apropiada a su altura y peso. Los tiempos han cambiado y, con ellos, las mujeres y sus cuerpos. Si antaño era raro ver a una fémina sin una buena delantera, hoy en día, cada vez es menos usual ver a chicas con una talla de sujetador importante. El pecho grande, por lo tanto, se ha convertido en objeto de culto ya no sólo entre los hombres, sino también entre las mujeres. A ello se le suma que, actualmente, no es demasiado caro operarse, siendo, a veces, el regalo de mayoría de edad de una chica, una operación de estética y así convertir sus pechos núbiles en despampanantes curvas ideadas para el deseo.

De esta forma, la silicona ha dejado de ser una solución a un serio complejo, para convertirse en la ilusión de miles de jovencitas -y de no tan jóvenes-. Así, nuestras televisiones están inundadas de chicas con despampanantes escotes y asistimos a sesiones de fotos con exuberantes mujeres luciendo sus magnificas "lolas": un pecho sólido, casi inmóvil, aparentemente firme y compacto, con una forma perfecta. Son muchas las que piensan que esta proliferación de lo "artificial" puede desvirtuar, de alguna forma, la idea del verdadero aspecto de un pecho grande y "natural" que nada tiene que ver con uno siliconado.

Si, como antes decíamos, la silicona pasó de salvadora de complejos a adalid de una nueva moda, es ahora cuando se ha "elevado" a la categoría de divertimento televisivo. Como muchos sabréis, en varias cadenas extranjeras se retransmite, desde hace tiempo, el grotesco programa "Extreme Make Over". En él, aparecen engendros en estado natural que se convierten, gracias al reality, en monstruos operados. Según parece, Antena 3 se ha hecho con los derechos del programa, habiendo acudido al casting 15.000 españolitos ávidos por cambiar su aspecto. Si os morís por verlo (o por participar, ¿quién sabe?) podéis ver un adelanto del formato en el "morbo-programa" TNT cuyos directivos, cansados ya de poner a gente dándole al pim-pam-pum de todas las formas posibles, han optado por la beneficencia, cumpliendo los sueños de la gente acomplejada.

Sin embargo, el colmo de los colmos se lo lleva Telecinco con sus nuevas adquisiciones. Parece ser que la cadena se ha hecho con los derechos del culebrón colombiano "Sin tetas no hay paraíso". Aunque el título es bastante chabacano y cutre, la telenovela ha cosechado un gran éxito en su país de origen y ha sido exportada, asimismo, a otros lugares del planeta, entre ellos, España. Nadie sabe qué veremos aquí, ya que Telecinco todavía no ha aclarado si emitirá el culebrón original o una adaptación, tipo "Yo soy Bea".

Si alguien tiene curiosidad sobre está controvertida serie, lo primero que tiene que saber es que el título no obedece a algún tipo de metáfora. Ciertamente, la telenovela trata de una chica con una corta talla de sujetador que, para triunfar en la vida (que por lo visto es entrar en la cúpula de una red de narcotraficantes y ligarse al narco-jefe), se costea una operación de aumento de pecho repartiendo favores sexuales a diestro y siniestro. Entrañable. Aunque sus defensores digan que "Sin tetas no ha paraíso" es una renovada crítica a la excesiva importancia actual del tamaño en la sociedad y una guía de ayuda para personas que tienen pensado operarse, yo lo único que distingo es la sublimación del dicho, posiblemente, más antiguo del mundo: "Tiran más dos tetas que dos carretas"

jueves, enero 04, 2007

Persiguiendo el cambio...

El motor de mi vida se ha puesto de nuevo en movimiento: definitivamente quiero que mi vida cambie. ¿Para qué voy a negar que me he trazado unos propósitos para el nuevo año? Nunca antes lo había hecho. Supongo que, por primera vez en mi vida, he reconocido que mi vida no anda por los derroteros deseados y hay algo que cambiar. Hay mucho que cambiar. Empezaré con pequeños pasos, que me resultarán gigantescos ante la inmovilidad que me caracterizaba en los últimos meses. Tendré que estar algún tiempo sola, pero no tengo miedo: me guía la esperanza de encontrar tiempos mejores y el pensar que, aunque sola, podré hacer lo que me de la gana sin rendir cuentas a nadie.

Tiempo para mi misma. Sólo para mí. Regalarme a mí, dejando de pensar en el dinero y en el qué dirán algunos. Gastarme el dinero en mi gente, sin arrepentimientos y directamente desde el corazón. Me siento terriblemente segura de mi misma, con ganas de afrontar la vida a lo grande. Presiento que este será un buen año.

Más cerca que nunca del lesbianismo, deseo que ningún hombre se me vuelva a acercar en mi vida. No tengo esperanzas en ese aspecto. He probado todos los tipos de amor: No hay salida. Si bien hay gente que es de una forma y luego cambia, hay otras que no cambiarán en la vida. No hay término medio. Pero no me importa. Puedo sobrevivir a esto. No me siento, ni mucho menos, agobiada. No necesito a un hombre en mi vida, sólo quiero el perro y la casa. Los bancos de semen son, sin duda, el mejor invento en mucho tiempo.

Cada día me alegro más de haber nacido mujer. Viva la regla. Viva la depilación. Arriba el síndrome premenstrual. Dios lo acoja en su seno. Vivan los tacones y las medias. Vivan las tetas pequeñas (y las grandes). Viva la celulitis, el Rimel y el helado de chocolate belga. ¡Arriba las mujeres!