jueves, mayo 31, 2007

El día que nací yo


El día que nací yo
¿qué planeta reinaría?
Por dónde quiera que voy
¡qué mala estrella me guía!

Estrella de plata
la que más reluce
¿por qué me llevas por este calvario
llenito de cruces?

Tu vas a caballo
por el firmamento
yo cieguecita sobre las tinieblas
a pasito lento.

El barco de vela
de tu poderío

me trajo a este puerto donde se me ahogan
los cinco sentidos.

El día que nací yo
¿qué planeta reinaría?
Por dónde quiera que voy
¡qué mala estrella me guía!

(Hoy es un día malo... sobreviviré! ¿sobreviviré?... qué mala estrella me guía... siempre)


lunes, mayo 28, 2007

Ommm!

Recuerdo que, hace muchísimos-muchos años, tuve la real urgencia de hacerme budista. Por aquel entonces todo el mundo lo era: Madonna se hacía fotos con el Dalai Lama, mi admirado Mark Owen tenía su propio gurú y por mi mente no hacían más que pasar las imágenes en blanco y negro del retiro espiritual de los Beatles en la India. Indiferentemente de los conceptos más arraigados de la religión, con 16 años, estaba más que claro que el budismo molaba, por lo que pensé que, caer en las nudosas y ecológicas ramas de dicha creencia, no podía traer nada de malo a mi vida. Por eso, deseaba, con toda la fuerza del universo, contar con la paz interior que destilaba el Dalai Lama que, críticas a parte, siempre me cayó bastante bien.

Me obsesioné tanto con el lamaismo, el budismo, la meditación... que leí, de un tirón, la colección de libros de Lobsang Rampa. Si alguien no los ha leído, se trata de la historia de un supuesto lama tibetano que destapa todos los secretos de su ancestral creencia. En mi casa no es que se lea mucho, pero, desde que tengo uso de razón, siempre he visto, en la estantería del salón, aquellos libritos destartalados de tapas rojas con títulos tan evocadores como "La túnica de Azafrán" o "El ermitaño". Siempre que le preguntaba a mi madre sobre el contenido de aquella reliquia bibliófila de mi hogar, ella me contaba, ensimismada, las maravillosas historias del pequeño Lobsang, de su aprendizaje en una lamasería y de su postrera vida de eremita en una montaña perdida del Tibet.

Cuando el budismo entró en mi vida, no tuve una excusa mejor para acudir a aquellos libros. Fue, sin duda, una lectura iniciática harto recomendable. Sin embargo, como aprendiz en potencia de la cultura tibetana, no encontré ningún valor didáctico importante en ella. En vano me esforzaba, todas las tardes, después del instituto, en intentar meditaciones trascendentales y viajes astrales que tan explícita y llanamente narraba, en sus libros, el bueno de Lobsang. No sé cómo no me quedé bizca intentando buscar mi tercer ojo, en algún lugar olvidado entre mi cerebro y mi mente. Otras veces, jugaba a imaginar todo mi cuerpo cubierto de hormigas que yo tenía retirar, mentalmente, para lograr una relajación completa. Incluso me aprendí algunos mantras de significado ignoto pero que a mí me hacían sentir realmente bien. Más tarde, me enteré de que el tercer ojo era más una realidad física que una concepción psíquica. Cuando interioricé que no me sentaría mejor taladrándome literalmente la frente para activar ese nuevo órgano de la visión extrasensorial, renuncié, por completo, a lograr el nirvana, a los viajes astrales y a las varitas de incienso perennes.

No obstante, siempre se aprende algo. De aquella época conservo, todavía, las múltiples técnicas de relajación que llevé a cabo durante dichos meses de locura budista. Muchas veces, sigo recostándome en la cama, en la penumbra de mi habitación, con el Ipod a toda pasta, mientras escucho una canción que me haga volar, que me incite a salir por la ventana y vivir otro sueño, otra historia. En mi época budista, el Urban Hymns de The Verbe era siempre el CD elegido. "Weeping Willow", mi canción para volar. En aquellas sesiones de relajación, descubrí mi enorme capacidad de unir la imagen a la música, despertando en mí la extraña vocación -nunca consumada- de llegar a ser realizadora de videoclips. Ya llegará.

Y hablando de videoclips... os dejo mi favorito. Es un poquitín fuerte, así que, si tenéis menos de 18, no lo veáis... (aunque yo lo vi con menos de 18, jeje). Me encantó. La canción, un temazo.


domingo, mayo 20, 2007

La Espiral del Silencio


- ¿Y qué me dices de Ghandi? -dijo pensativa la chica- No olvides que hizo mucho por La India. Las manifestaciones pacíficas, la gran mancha de sal...

- Un hipócrita -contestó Juan, arrojando al suelo un guijarro color plata - No sólo apoyó a Hitler, sino que legitimó el Holocausto. ¿Sabias que pegaba a su mujer?

No. Inés no lo sabía. Juan ya lo estaba haciendo otra vez. Le gustaba llevar la razón y, para ello, no escatimaba en mentiras, insultos o fantasías. No caería en su juego. No cedería, de nuevo, ante sus tretas. Le demostraría que existían personas buenas en el mundo. Gente con reputación intachable, con un escudo de honor infranqueable, en el que las artimañas de Juan se estrellaran sin remedio.

- ¿Y que me dices de Teresa de Calcuta? ¡No puedes decir nada malo sobre ella y su labor humanitaria! No tendrás suficiente valor...

Juan no la dejó terminar.

- Inés, no es oro todo lo que reluce. Teresa de Calcuta no llevó a cabo ninguna labor humanitaria. Se dedicó a impartir caridad, sin reaccionar ante las verdaderas causas que producían las enfermedades que ella no curaba. Era una mujer de ideología ultra conservadora. Su labor no consistía en combatir una sociedad que comprendía, no se basó en luchar contra una pobreza que ella asumía. Está demostrado que su iniciativa solidaria estaba encaminada a ayudar al enfermo a "morir", ya que era eso todo lo que podía ofrecer a sus pacientes. ¿Qué se puede decir de alguien cuyo lema era que "el sufrimiento era agradable a Dios"? Se dice que amasó cantidades ingentes de dinero, que aceptó cheques multimillonarios de manos poco "limpias". Sin embargo sus hospitales seguían siempre viviendo en el tercermundismo; operando sin anestesia... Pero pidiendo más pasta, ¡Eso sí!

Inés se quedó helada.

- ¿Y el Dalai Lama? - dijo, por fin. Sentía cierta morbosa curiosidad, aunque sabía que no le gustaría lo que iba a escuchar de labios de su amigo.

- Ese es el peor de todos. Recorre el mundo predicando sobre los derechos humanos, la ecología, el feminismo y la democracia, cuando su creencia religiosa (de la que es máximo exponente) no abandera, ni mucho menos, ninguno de estos conceptos.

- Pero bueno, Juan. ¿Es que tu no crees en nada ni nadie? - explotó Inés.

- No es cuestión de creer ni que me creas -contestó este- Estas son las consecuencias de las famosa Espiral del Silencio. Los medios de comunicación nos hacen creer en una verdad mediada, muchas veces distinta a la realidad. Nos imponen sus opiniones, tácitamente. Las personas que opinan igual que los medios se crecen, ven sus opiniones apoyadas y se convierten, irremediablemente, en "los que tienen la razón". Los que pensamos diferente, los que vemos más allá de lo que nos cuenta Matias Prats en el telediario, callamos. Para nosotros sólo existe el silencio, no existen orejas que quieran (o puedan) escucharnos. ¿Entiendes Inés?

Inés le miró fijamente.

- La Espiral del Silencio... Bonito nombre para una teoría. - y sonrió.

miércoles, mayo 16, 2007

Mantra

Tiene John Lennon un disco maravilloso llamado Imagine, donde, además de encontrarse el tema mítico que da título al album, se recogen canciones grandes y perfectas como Jealous Guy o Oh Yoko!. No obstante, desde mi punto de vista, sobre todas ellas, sobresale la increíble Oh My Love. Desde el momento en que la escuché por primera vez, no sólo entendí que me acompañaría durante toda mi vida sino que se convertiría en mi mantra personal. Me enamoré de ella sin remedio. Comprendí que, sólo sería feliz, si, alguna vez en mi vida, consiguiera sentirme como decía Lennon que se sentía en cada verso de este tema. Nunca encontré poema, música o prosa que me hiciera sentir tan de cerca la plenitud. Cuando la escucho, me resisto a respirar, a pensar en otra cosa que en sus pequeñas pero importantes ideas. Cuando me sumerjo en sus versos, todo en mi mente se vuelve nítido, todo está claro, todo está completo. Muchas veces, me gustaría que la canción durase para siempre.


Oh my love for the first time in my life,

My eyes are wide open,
Oh my lover for the first time in my life,
My eyes can see,

I see the wind,
Oh I see the trees,
Everything is clear in my heart,
I see the clouds,
Oh I see the sky,
Everything is clear in our world,

Oh my love for the first time in my life,
My mind is wide open,
oh my lover for the first time in my life,
My mind can feel,

I feel the sorrow,
Oh I feel the dreams,
Everything is clear in my heart,
I feel life,
Oh I feel love.
Everything is clear in our world.

(Oh mi amor por primera vez en mi vida/mis ojos están totalmente abiertos/Oh mi amor por primera vez en mi vida/mis ojos pueden ver./Veo el viento/veo los árboles/todo está claro en mi corazón./Veo las nubes/veo el cielo/todo está claro en mi corazón./Oh mi amor por primera vez en mi vida/mi mente está totalmente abierta/oh mi amor por primera vez en mi vida/mi mente puede sentir./Siento tristeza/siento los sueños/todo está claro en mi corazón./ Siento la vida/siento amor/todo está claro en nuestro mundo.)



(Por cierto, la foto de la portada de Rolling Stone recuerda un poco a El Beso de Klimt)

viernes, mayo 11, 2007

Si fuera... (meme)

Ya que el amigo Joerace es un férreo defensor de la abolición de los derechos de autor, supongo que no me dirá nada cuando compruebe, en algunas de sus visitas a mi blog, que me he agenciado (copiado) el meme que aparece en su artículo de hoy y que a continuación os muestro. Me ha parecido muy interesante. Al fin y al cabo, alguna que otra vez, en nuestras vidas, hemos pronunciado las características palabras "Si fuera...". Aquí os dejo mis elecciones. Si alguien quiere, puede hacerse con este meme y aplicarlo en su bitácora, aunque, os agradecería, que igual que yo linko al copiado, me linkéis vosotros a mí!
  • Si fuera un mes: Julio
  • Si fuera un día de la semana: Jueves
  • Si fuera un planeta: Saturno
  • Si fuera una hora del día: las 3 de la tarde (cuando salgo de trabajar)
  • Si fuera una bebida: Coca Cola
  • Si fuera un instrumento musical: Oboe
  • Si fuera un sabor: Dulce
  • Si fuera un postre: Sorbete de Limón
  • Si fuera una comida: Lasaña
  • Si fuera una parte del cuerpo: El ombligo
  • Si fuera un CD: Be here now de Oasis
  • Si fuera una canción: Today's the day de Aimee Man
  • Si fuera una asignatura: Literatura
  • Si fuera un deporte: Tenis
  • Si fuera un número: 12
  • Si fuera una edad: 18
  • Si fuera un color: Azul
  • Si fuera una ciudad: Granada o Sevilla
  • Si fuera un invento: El bastoncillo de los oidos
  • Si fuera una película: Love Actually
  • Si fuera un actor/actriz: Johnny Depp/ Reese Witherspoon
  • Si fuera una carrera profesional: Realizador de Videoclips.
  • Si fuera un país: Japón
  • Si fuera un sentimiento: Libertad
  • Si fuera una virtud: Fidelidad
  • Si fuera un defecto: La soberbia
  • Si fuera un personaje histórico: Che Guevara
  • Si fuera un artista/banda: Maria Callas/The Beatles
  • Si fuera una obra de arte: Nuda Veritas (Gustav Klimt)
  • Si fuera un libro: La historia interminable

jueves, mayo 10, 2007

Publicidad Subliminal

Si estudias publicidad, no hay nada más socorrido que hacer un trabajo sobre lo subliminal. Aunque, desde luego, es un tema harto interesante y, en algunos aspectos, asombroso, llega un momento en que tanto órgano sexual oculto por aquí y tanta alusión a la muerte por allá, comienzan a producirte un poco de inquina.

Muchos habréis oído hablar de la Publicidad Subliminal. ¿Existe? Dicen que, durante la proyección de cierta película, en una sala de cine norteamericana, se insertaron algunos fotogramas que contenían las palabras Drink Coke. Parece ser que, tras terminar el filme, las ventas de dicho refresco se multiplicaron. Todo el mundo quería beber Coca Cola.

Os preguntaréis... ¿qué hay de verdad en ello? ¡La gente tuvo que ver algo! ¡Pues no! Lo que diferencia a la publicida
d subliminal de la práctica habitual es que no actúa a niveles de conciencia. Para conseguir la sensación de movimiento, el cine intercala 18 fotogramas por segundo. Si uno de esos fotogramas es sustituído por otro diferente, el ojo humano no es capaz de captar el cambio. Es en el subconsciente donde se recopila esta información; es, en esta parte del cerebro, donde reside el éxito (y el desprecio) de la publicidad subliminal. El individuo no sólo no es consciente de que está recibiendo mensajes, sino que, del mismo modo, desconoce que esos estímulos tácitos puedan suponer un cambio de actitud o provocar una acción determinada en él. Es por esto por lo que la publicidad subliminal está totalmente prohibida aunque, también hay que decir, que es bastante dificil probar la existencia de dichas técnicas en comunicaciones comerciales.

Hubo una época, no obstante, en que lo subliminal se pudo de moda. Parecía que cualquier anuncio contenía alusiones de tipo sexual. El contenido de cada uno de ellos era analizado como se analiza el fondo de una bola de cristal. Cualquier curva más o menos sugerente en cualquier tipo de objeto, demostraba que en aquella creatividad se usaban técnicas subliminales. Aún, hoy en día, adivinar si en algún anuncio, película o canción se utilizan este tipo de técnicas, se h
a convertido en un reto y en una obsesión. Los mensajes subliminales suelen ser muy simples y específicos; como normal general, los reclamos más utilizados se enlazan, directamente, con el sexo y la muerte. Parece ser que el Eros y el Thanatos siguen siendo los temas que más perturban a la mente humana.

Sin embargo, no olvidemos que, aunque algunas veces es divertido -a modo de curiosidad- descubrir un fotograma oculto en una película, hay que pensar que la publicidad subliminal siempre se basa en un motivo racional y definido: vender. Por ello, no deb
emos confundirla con curiosidades que, la mayoría de las veces, obedecen a estrategias de marketing para llamar la atención o beben de la mente calenturienta de algunos. Veamos unos ejemplos:
  • Penes en "La Sirenita"

    Muchas mentes consideran que la carátula de "La Sirenita" puede ser considerada pornográfica ya que, en la ilustración del palacio acuático donde vivía la princesita Ariel, aparecen ciertas estructuras con forma fálica. En efecto, si te fijas, es verdaderamente inquietante la manera en que algunas de sus cúpulas se parecen a rechonchos y sonrosados glandes. Ahora bien, ¿qué tiene de racional poner estructuras fálicas en la carátula de una película infantil? Exceptuando el humor del dibujante, pocas razones más se me ocurren.

  • El dromedario de Camel

    ¿Quién no ha jugado con un paquete de tabaco en su vida? Seas o no fumador, no es nada raro ver a alguien juguetear con un cajetilla, aunque, después, le apesten horrores las manos. Supongo que la aparente familiaridad de muchos con estos "inocentes envases", propicia la cantidad de leyendas urbanas que se basan en ellos . Posiblemente, el paquete de Malboro se lleve la palma, debido a las múltiples referencias al KKK que recoge su diseño. Sin embargo, si nos paramos a pensar en que el padre de Phillips Morris era un alto cargo de la organización, en cierto modo, no tiene nada de excéntrica esta proliferación de apología barata.

    No obstante, lo del paquete de Camel es sorprendente. La gente ha visto más en ese dromedario que lo que se podría ver en un programa de zapping de 24 horas. Posiblemente, haya sido más inspirador que La Biblia. Panteras, fetos, un hombre orinando... ¿No se deberá, tanto bicho entre las patas del animal, a la mirada aburrida de cualquier persona con imaginación? ¿Es que Camel se vende más porque un meón se esconda entre las andas pixeladas de un dromedario?
En fin... Muchas veces me gusta mirar a las nubes y jugar a buscar infinitas figuras entre sus esponjosas formas. Es fácil encontrarles parecidos con objetos de la vida cotidiana o con animales en múltiples posturas. Sin embargo, no por ello creo que el cielo, con sus nubes, me quiera transmitir algo, subliminal y de forma inconsciente. Esas figuras nacen de la efervescencia de mi mente... ¿o quizás no? ¿Quizás alguien nos mande mensajes, allende las nubes? Mayoritariamente, siempre veo conejos, ¿significa eso algo?
  • (Un pequeño juego, alguien aprecia el efecto de lo subliminal en las imágenes de la cabecera de este artículo?)

lunes, mayo 07, 2007

Gitana, ¿tú me quieres?

"- Gitana tuh meh quiereh?
- Mah que a mí!"

¿Se ha enterado alguien de que han arrestado a Doña Isabel Pantoja Martín? ¿Alguien sabe que ha declarado ante el juez Torres y que ha salido en libertad, tras pagar una fianza de 90.000 euritos? ¿Es posible que alguien conteste con un rotundo "no" a estas preguntas? Amigos, estamos, con toda probabilidad, ante la noticia la semana, del mes y, diría yo, del año. La verdad es que, desde hace bastante tiempo, la autora de este blog se encontraba entre los españoles que aun se preguntaban qué hacía esa señora paseándose por la calle (normalmente sin sujetador) sin ni siquiera haber pisado un juzgado para declarar. Es de todos sabido que, los que duermen sobre un mismo colchón se vuelven de la misma condición y, parece ser, que, debajo del de Muñoz y Pantoja, se escondían nueve mil y pico de euros destinados, supuestamente, a los gastos diarios del chalé.

Asistiendo todos los días a lo que asistimos, a esa profusión de mandíbulas apretadas, a esa cola negra tirantona y esas miradas se basilisco, es difícil echar la mirada atrás y recordar cómo era antes esta mujer. Posiblemente, ya al principio de su carrera, fue una soberbiona de pro, bastante interesada y marisabidilla, sin embargo, muchos nos preguntamos cómo es posible, no sólo que a medio país le caiga fatal Isabel Pantoja, sino que haya llegado a formar parte de la mayor red de corrupción de la historia de España.

Debo admitir que yo me crié con la música de la Pantoja. En mi casa, siempre ha sido una institución. Tiene un soberbio disco, donde se hace acompañar por Luis Cobos y que está dedicado a la copla más ancestral y bella llamado La Canción Española. Es bastante probable que me sepa de memoria la letra de todas las canciones que aparecen en ese antiguo vinilo. Son versiones de clásicos de la Piquer, Marifé o Juanita Reina; clásicos que todos conocemos y que hemos escuchado, a lo largo de nuestra vida, en miles de voces. No obstante, nadie canta copla como la Pantoja y, actualmente, nadie mueve la bata de cola como ella.

Aquí donde me veis, tan neurótica, rarita y anónima, yo iba para artista. Me descubrió una monja, en una excursión que hicimos, con el colegio, a una fábrica de "La Casera". Si Marisol estuviera muerta, hubiera podido ser perfectamente su reencarnación. Los recuerdos se confunden, sin embargo, me acuerdo de un micrófono y de una señora que pedía voluntarias para entretener a la audiencia (mis compañeras, que comían con avidez bocadillos acompañados con gaseosa de lima-limón). Y me ofrecí yo, ataviada con el odiado uniforme príncipe de gales, a cantar por ya-sabéis-quién: La Pantoja.

Después de mi primera actuación, citaron a mi madre para tratar el tema. La monja que me descubrió le hablaba emocionada sobre mí y se desahogó abiertamente con ella sobre su juventud perdida y sobre una vocación imposible encima de un escenario. Allí, pactaron mi carrera que consistiría en cantar en las fiestas de fin de curso del colegio, vestida de flamenca, cantando temas que no tuvieran demasiado contenido sexual entre estrofa y estrofa.

Cuando me mudé de casa y me cambié de colegio, poco a poco fui perdiendo cariño a la copla y a la religión. Dejé de ternerle eternos celos a Paquirrín por poder subir con su madre a los escenarios, dejé de escuchar el famoso disco y de observar hipnotizada la bata de cola de Isabel. Sin embargo, todavía me acuerdo de ella y de aquellos tiempos, a pesar de que me cueste mucho ver más allá de su odio y su soberbia actual. Aunque cada vez su voz sea más ronca y le cueste llenar escenarios, aunque termine yendo a la carcel víctima de su propia codicia, sigue siendo una artistaza.

Repasando su vida, tampoco es tan difícil vislumbrar por qué se ha convertido en la Margaret Tatcher española: La muerte de un marido, una condición sexual -posiblemente- no admitida, relaciones poco estables, compañías de dudosa reputación, una madre que está hasta en la sopa y un niño putero y drogadicto. Con menos, yo me habría suicidado hace tiempo. Para colmo, lo de la operación Malaya. Próximamente, en el chalé "Mi gitana", habrá que poner un cartel de advertencia: cuidado con el doberman.

Nostalgias aparte, manda narices el tinglado que tenían montado en Marbella. Supongo que no sólo en allí la gente se enriquece. No obstante, parece que sólo allí existen usurpadores de lo ajeno. La ciudad malagueña escenario fiel de lo que diferencia a un ladrón de un chorizo. El ladrón roba y se enriquece, al igual que el chorizo. Sin embargo, la diferencia se encuentra en los fines que se les da al dinero robado. Mientras que los ladrones se comportan de manera bastante "discreta" bien porque son personas con más de dos dedos de frente o porque eran, antes de robar, suficientemente ricos como para que no se note demasiado su apropiación, los chorizos, en cambio, son de otra catadura. Normalmente suelen ser "nuevos ricos" (término que por cierto odio usar) que bien, por falta de luces o por exceso de "horterismo" en sangre, se gastan el dinero en todo tipo excentricidades: Bañeras de 6.000 euros, animales disecados a granel, colección de relojes propia del Rey Fa... Es normal que les pillaran, era cuestión de tiempo y, claro, de cojones. No me quiero ni imaginar cuánto dinero le habrá puesto la mafia rusa a la cabeza del juez Torres...

  • La Escapista es consciente que la palabra horterismo no existe y hace constar que, en la foto que corona su artículo, Isabel Pantoja no lleva sujetador (again!)

viernes, mayo 04, 2007

Romeo + Julieta

Allá por 1996, el 99% de mis amigas se enamoraron de Leonardo DiCaprio tras ver, por primera vez, Romeo + Julieta. En la hipotética proporción, el 1% restante lo conformaba yo, que me enamoré del susodicho, años después, tras ver sus primeros planos en La Playa al son del mítico Porcelain de Moby. Supongo que, en la adolescencia, todos solemos buscar la manera de destacar y diferenciamos del resto de la gente. Por ello, sólo vi la mencionada y controvertida adaptación del clásico una vez y por compromiso. Tal como lo hacía entonces, aún continúo preguntándome qué podía haber de interesante, para unas chicas de 14 años, en condensados e inteligibles monólogos en verso. Supongo que, al igual que a mí me hechizaron, en La Playa, las maravillosas costas tailandesas, la arrebatadora música de Moby y los ojos de DiCaprio, mis amigas, al ver Romeo + Julieta, desdeñaron el universal contenido en aras de la carita adolescente de Leonardo y la acción a granel del filme.

Hace algunos días se me ocurrió volver a ver la película y, a diferencia de entonces, la crítica fue bastante más positiva. Aunque en gran medida se trata de una adaptación bastante libre del clásico, la puesta en escena, en esa Verona ficticia más cercana a Ciudad Juarez que a su romántico origen, es sobrecogedora. No vivimos en los tiempos de Shakespeare, sin embargo, las emociones y las situaciones de sus obras no han pasado de moda. La gente sigue enamorándose, odiándose, matándose, teniendo celos... La esencia es la misma, sólo cambian las formas. Diferente significante, un mismo significado.

Por otro lado, hay que contar con el alto número de adaptaciones del clásico de Shakespeare. ¿Qué hubiera supuesto para el espectador -y para la productora- una nueva versión apastelada y edulcorada de Romeo y Julieta? ¿Estaríamos hablando hoy sobre ella? Al fin y al cabo, nos encontramos ante una película Bar Luhman, director de la genial Moulin Rouge. Igual que puso de moda el can-can parisino, supo sacarle también partido a la historia de amor más conocida y universal.

Desde luego que la imagen de un Mercutio travestido y de un Romeo con cierta predilección por la LSD, se alejan muchísimo de la visión romanticona y edulcorada que el ciudadano medio tiene en su cabecita estereotipada. Sin embargo, no es conveniente, en esta película, dejarse llevar por la razón y por lo culturamente establecido. Romeo + Julieta es otra historia distinta, no debemos comparar, no debemos buscar similitudes. Sin duda, lo que en ella pasa, no pasó anteriormente nunca jamás. Al volver a verla, tuve la sensación de que el filme se adelantó a su tiempo. Quizás, en el año 1996, pasó desapercibida por su reparto juvenil, por su potente banda sonora o por su bizarro dinamismo. Es probable que muy pocos pudieran ver, bajo la agresiva y poco común puesta en escena, el excelente trabajo de los actores y la esencia del clásico latiendo, volviendo a la vida.

Claro esta, os recomiendo que la veaís. Para abrir boca, os dejo una de las escenas más bonitas que he tenido la oportunidad de ver (seguro que os suena).


martes, mayo 01, 2007

La fuerza del destino

Siempre he pensado que cuando Nacho Cano compuso "La fuerza del destino" se inspiró en su relación con Penélope Cruz. No puedo precisar en qué se basa tal razonamiento solo sé que, cuando escucho los primeros acordes de tan mítico tema, irracionalmente, pienso en ellos dos y en la pareja que un día formaron. Inevitablemente, me la imagino a ella, con su look recién salido de "La quinta marcha", en los aparcamientos de un bar atestado de luces de neón, contestándole a un colgadete Nacho Cano, que tenía diecinueve. Supongo que ya por entonces la chica apuntaba maneras.

Por lo que a mí respecta, "La fuerza del destino" es la típica canción que te recuerda a todo y a nada en concreto. Si tuviera que precisar, la conectaría directamente con mi infancia, al antiguo Ford Escort de mi padre y al tocadiscos de casa... La asociaría eternamente a aquellos cientos de loros tropicales y aquel disco inolvidable llamado "Descanso Dominical". "La fuerza del destino" me hace trasladarme a aquel alegre colegio de monjas, donde pasé mis primeros años de vida, que linda con el sevillano Palacio de Dueñas (lugar de nacimiento del gran Antonio Machado y residencia de la actual Duquesa de Alba). Me veo a mí, muy pequeñita, cubierta con el acartonado uniforme, repeinada en exceso y con algún diente menos en la boca. Eran los años en los que las preocupaciones se limitaban a no querer engullir un plato de lentejas o en adquirir a toda costa el último accesorio del muñeco de moda. En los maravillosos recreos coronados por ese sol brillante y hermoso que parece que ya no existe, nos disponíamos en parejas y nos lanzábamos a bailar los temas que más nos llenaban el disipado intelecto. "La Fuerza del Destino" era uno de ellos y nos recogijábamos interpretando, con meridiana exactitud, sus característicos "ah-ah".

Escuchando esta mítica canción, es fácil para mí recordar a las cientos de personas que pasaron por mi vida, que fueron, en cierto sentido, importantes en ella y que forman hoy parte de la masa enorme y amorfa que conforman los desconocidos. Me acuerdo de todas esas niñas, totalmente asexuadas, que conocí siendo "personitas" y que ahora serán mujeres, espero que hechas y derechas. Pero sobre todo me acuerdo de ella, de mi inseparable amiga, de los buenos momentos, en nuestra relación casi fraternal y única. Hace algunos días, introduje su nombre entrecomillado en el Google; aparecía en un comunicado del ayuntamiento, poco más. Como bonito homenaje, introduzco tu nombre en mi blog, por todo lo que vivimos juntas, por todos mis recuerdos.

Ahora, cuando te busque alguien encontrará más referencias sobre tí que una triste lista municipal. Aunque problablemente no tengamos nada en común ya... Inmaculada Rodríguez Villa, con domicilio en Sevilla, en Cardenal Cervantes, cerca de la Pila 'el Pato y con cumpleaños en abril:

¡Todavía te recuerda la autora de este blogMuchos besos!