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viernes, mayo 02, 2008

Invadiendo Polonia

Hace algunos días, viendo en televisión un nuevo y ultrafuturista anuncio de coches, recordé, de repente, aquella inmejorable escena de Asesinato en Manhattan. La secuencia es archiconocida: Carol y Larry Lipton (Diane Keaton y Woody Allen) salen de la ópera con aparente precipitación. Ella le dice: " El trato era que yo te acompañaba al partido de hockey y tú veías la ópera completa". A lo que Larry, genialmente, contesta: "No puedo aguantar tanto a Wagner. Me dan ganas de invadir Polonia". (Qué grande!)

Recuerdo que cuando vi por primera vez la encantadora película de Allen, no pude evitar una tremenda carcajada al escuchar el citado diálogo. Y es que, aunque bien es cierto que no tengo más vinculación con el pueblo judío que una más que sincera >admiración por Barbra Streisand y su "Yentl", he de reconocer que Wagner siempre me ha dado muy mal rollo. Evidentemente, esto no tiene nada que ver con la capacidad del señor para componer, que me parece admirable. Como os digo, es algo totalmente irracional.

Totalmente ajeno al mundo de la lógica, fue mi reacción al ver el nuevo anuncio del Citroën C5, coronado con ese espectacular (y conocidísimo) fragmento de la "Walkiria" y el eslogan "Caracter Alemán, Espíritu Francés". Sinceramente, se me pusieron los pelos como escarpias (también contribuye un poco el aspecto del maromo). Y es que, cuando se utiliza a Wagner como sinónimo directo de "lo germánico", algo irracional en mí, me hace aborrecerlo.



Tal vez sea por la idolatría que Adolf Hitler le profesó al compositor; tal vez, por la aterradora vinculación de sus notas a aquellos terribles paseos en los campos de concentración; tal vez por la grandeza de sus coros apocalípticos,... no lo sé. Es una sensación dificil de definir.

En cierto sentido, comprendo que es necesario diferenciar, por el bien de la humanidad, entre arte y política, aunque, también es verdad que, muchas veces, ambos conceptos van de la mano. A pesar de que, durante el nazismo, Wagner -al igual que Nietzche y otros pensadores- estaba, hablando claro, criando malvas tres metros bajo tierra, también hay que decir que el susodicho no era, ni mucho menos, un entrañable alemán obsesionado por la mitología aria. Independientemente de que fuera, sin lugar a dudas, un músico excelente, también es cierto que fue un ideólogo cuanto menos miserable. Si quizás, al principio, abogó por la unión de los pueblos y la concordia, con los años, fue convirtiéndose en un acérrimo defensor del nacionalismo alemán y en un antisemita de "pro": sin duda, una circunstancia ideológica que empapó a toda su música. Asimismo, según se ha demostrado, Wagner fue seguidor de Arthur de Gobineau, siendo su hija esposa de Houston S. Chamberlain, ambos teóricos inspiradores de una buena parte de la ideología nacionalsocialista. El suyo era un racismo biológico, primo hermano de lo que hoy en día conocemos como "higiene racial".

Por todo ello, y por algunas cosas más, hoy en día, Wagner no tiene muy buena crítica, por lo menos entre el público judío. Todavía, están mal vistas sus obras en el Estado de Israel ya que, aunque haya pasado más de medio siglo desde todo aquello, las heridas siguen bien abiertas. Hay quien dice que toda esta historia debería trascender en la medida en que se debería olvidar, en cierto modo, el pasado y volver a ver a Wagner desde sólo un punto de vista musical. Pero la música es emoción, reminiscencia, un juego de los sentidos y de los sentimientos... Como en el caso de spot publicitario, aún hoy, la música del compositor se asocia con lo alemán, con la grandeza del pueblo germánico,... es fácil dejar al cerebro sacar sus propias conclusiones. Un lastre, sin duda, que perjudica a todos.

jueves, junio 07, 2007

Gustar a muchos

Antes de empezar a leer este nuevo artículo, es indispensable visualizar el video que a continuación os emplazo.



Pobre Pit. Se parece tanto a mí.

A los que lo ven desde la barrera, se les llena la boca de elogios referidos a lo magnífico que es crear, imaginar y poder expresarse. Sin lugar a dudas, para la mayor parte de la población, dedicarte a algo que, para muchos, constituye un hobby es algo que suele agradar. Y es que inventar, crear o imaginar, no es en sí malo ni pernicioso. Crear cuando quieras, lo que quieras y dónde quieras es, sin duda, lo más maravilloso del mundo. Es como cuando íbamos al colegio y la profesora nos pedía un dibujo libre. Los sentimientos de agobio y tensión se esfumaban. La tarea ya no era una imposición,
no era un trabajo, se transformaba en otra cosa diferente: un premio, un momento de relax, el descanso... ¿Cuál es el problema, entonces?. Como dice Nach Scratch "dinero maldito, te odio y te necesito". La pasta desvirtua la creatividad, la convierte en marketing, la pervierte, la prostituye.

Cuando tienes que vender tu arte, tienes dos opciones. Una de ellas consiste en olvidarte del "dibujo libre" e inspirarte en otro tipo de cosas más afines a la masa. Por ejemplo, recuerdo que, cuando tenía 15 años, le leí a mi madre un poema que yo había escrito y del que me sentía muy orgullosa. No en vano, todas mis amigas me felicitaron por la "profundidad de mis sentimientos". Era normal, en el poema dejaba constancia de cuánto asco me inspiraba la vida y de lo poco que me importaría morirme. Supongo que, cuando somos adolescente, a más de uno le da la vena existencialista y, desde luego, mi madre no la comprendió. Después de oír pacientemente mi retahíla mustia y tétrica me dijo: "Está muy bien pero, deberías escribir sobre cosas bonitas como las flores, el amor.
..". Casi vomito.

La otra opción es la que adopta Jim Carry en la película "The Majestic", que es, sin lugar a dudas, a la que
recurre la mayor parte de creativos que pululan por este mundo de dios: callarse la boca, conservar ciertas esperanzas de que tu propuesta, tal como está, pueda gustar (la esperanza es lo último que se pierde) y decir, a todas las aportaciones de tu jefe: "genial, es una gran idea". Luego, cuando llegues a tu casa, te sientes en el sofá y cojas una considerable cogorza (apta para los días entre semana), podrás lamentarte e insultar a tremendos necios que, sin duda, no saben apreciar tu gran talento.

Hace algunos días, deje patente que mi cuadro favorito quizás sea Nuda Veritas de Gustav Klimt. No lo e
s sólo por la belleza del lienzo que, desde luego es sublime, ni por el magnetismo de esa sensual mujer asomada a su espejo de mano. En parte, es por la frase que incluyó Klimt en la cabecera del cuadro y que tiene mucho sentido en mi vida. "Kannst du nicht allen gefallen durch Deine That und dein Kunstwerk - mach es wenigen recht. Vielen gefallen ist schlimm. Schiller" significa: "Si no puedes gustar a todos con tus actos y tu arte, gusta entonces a unos pocos. No vale la pena gustar a muchos.". Hay que pensar así. Es lo que intento día a día. Si pretendiésemos gustar a todos no existiría la creación ni la excelencia. Tan inconcebible es para mí que no puedan ver mi capacidad artística en mi trabajo como que, para algunos, fuera imposible apreciar el talento de Klimt. Por encima de todo, debemos ser nosotros mismos. Si debemos pervertir nuestra obra, siempre, aun imperceptible para el ojo profano, nuestra creación debe tener nuestro tácito sello. Así, viviremos para siempre.

(Hoy os escribo desde la playa. En una especie de retiro espiritual, y aprovechando el puente, me he venido a pasar unos días sola, para aclararme las ideas. Ha sido una de las peores semanas de mi vida, uno de los peores meses, uno de los peores años...)

jueves, mayo 10, 2007

Publicidad Subliminal

Si estudias publicidad, no hay nada más socorrido que hacer un trabajo sobre lo subliminal. Aunque, desde luego, es un tema harto interesante y, en algunos aspectos, asombroso, llega un momento en que tanto órgano sexual oculto por aquí y tanta alusión a la muerte por allá, comienzan a producirte un poco de inquina.

Muchos habréis oído hablar de la Publicidad Subliminal. ¿Existe? Dicen que, durante la proyección de cierta película, en una sala de cine norteamericana, se insertaron algunos fotogramas que contenían las palabras Drink Coke. Parece ser que, tras terminar el filme, las ventas de dicho refresco se multiplicaron. Todo el mundo quería beber Coca Cola.

Os preguntaréis... ¿qué hay de verdad en ello? ¡La gente tuvo que ver algo! ¡Pues no! Lo que diferencia a la publicida
d subliminal de la práctica habitual es que no actúa a niveles de conciencia. Para conseguir la sensación de movimiento, el cine intercala 18 fotogramas por segundo. Si uno de esos fotogramas es sustituído por otro diferente, el ojo humano no es capaz de captar el cambio. Es en el subconsciente donde se recopila esta información; es, en esta parte del cerebro, donde reside el éxito (y el desprecio) de la publicidad subliminal. El individuo no sólo no es consciente de que está recibiendo mensajes, sino que, del mismo modo, desconoce que esos estímulos tácitos puedan suponer un cambio de actitud o provocar una acción determinada en él. Es por esto por lo que la publicidad subliminal está totalmente prohibida aunque, también hay que decir, que es bastante dificil probar la existencia de dichas técnicas en comunicaciones comerciales.

Hubo una época, no obstante, en que lo subliminal se pudo de moda. Parecía que cualquier anuncio contenía alusiones de tipo sexual. El contenido de cada uno de ellos era analizado como se analiza el fondo de una bola de cristal. Cualquier curva más o menos sugerente en cualquier tipo de objeto, demostraba que en aquella creatividad se usaban técnicas subliminales. Aún, hoy en día, adivinar si en algún anuncio, película o canción se utilizan este tipo de técnicas, se h
a convertido en un reto y en una obsesión. Los mensajes subliminales suelen ser muy simples y específicos; como normal general, los reclamos más utilizados se enlazan, directamente, con el sexo y la muerte. Parece ser que el Eros y el Thanatos siguen siendo los temas que más perturban a la mente humana.

Sin embargo, no olvidemos que, aunque algunas veces es divertido -a modo de curiosidad- descubrir un fotograma oculto en una película, hay que pensar que la publicidad subliminal siempre se basa en un motivo racional y definido: vender. Por ello, no deb
emos confundirla con curiosidades que, la mayoría de las veces, obedecen a estrategias de marketing para llamar la atención o beben de la mente calenturienta de algunos. Veamos unos ejemplos:
  • Penes en "La Sirenita"

    Muchas mentes consideran que la carátula de "La Sirenita" puede ser considerada pornográfica ya que, en la ilustración del palacio acuático donde vivía la princesita Ariel, aparecen ciertas estructuras con forma fálica. En efecto, si te fijas, es verdaderamente inquietante la manera en que algunas de sus cúpulas se parecen a rechonchos y sonrosados glandes. Ahora bien, ¿qué tiene de racional poner estructuras fálicas en la carátula de una película infantil? Exceptuando el humor del dibujante, pocas razones más se me ocurren.

  • El dromedario de Camel

    ¿Quién no ha jugado con un paquete de tabaco en su vida? Seas o no fumador, no es nada raro ver a alguien juguetear con un cajetilla, aunque, después, le apesten horrores las manos. Supongo que la aparente familiaridad de muchos con estos "inocentes envases", propicia la cantidad de leyendas urbanas que se basan en ellos . Posiblemente, el paquete de Malboro se lleve la palma, debido a las múltiples referencias al KKK que recoge su diseño. Sin embargo, si nos paramos a pensar en que el padre de Phillips Morris era un alto cargo de la organización, en cierto modo, no tiene nada de excéntrica esta proliferación de apología barata.

    No obstante, lo del paquete de Camel es sorprendente. La gente ha visto más en ese dromedario que lo que se podría ver en un programa de zapping de 24 horas. Posiblemente, haya sido más inspirador que La Biblia. Panteras, fetos, un hombre orinando... ¿No se deberá, tanto bicho entre las patas del animal, a la mirada aburrida de cualquier persona con imaginación? ¿Es que Camel se vende más porque un meón se esconda entre las andas pixeladas de un dromedario?
En fin... Muchas veces me gusta mirar a las nubes y jugar a buscar infinitas figuras entre sus esponjosas formas. Es fácil encontrarles parecidos con objetos de la vida cotidiana o con animales en múltiples posturas. Sin embargo, no por ello creo que el cielo, con sus nubes, me quiera transmitir algo, subliminal y de forma inconsciente. Esas figuras nacen de la efervescencia de mi mente... ¿o quizás no? ¿Quizás alguien nos mande mensajes, allende las nubes? Mayoritariamente, siempre veo conejos, ¿significa eso algo?
  • (Un pequeño juego, alguien aprecia el efecto de lo subliminal en las imágenes de la cabecera de este artículo?)

viernes, mayo 04, 2007

Romeo + Julieta

Allá por 1996, el 99% de mis amigas se enamoraron de Leonardo DiCaprio tras ver, por primera vez, Romeo + Julieta. En la hipotética proporción, el 1% restante lo conformaba yo, que me enamoré del susodicho, años después, tras ver sus primeros planos en La Playa al son del mítico Porcelain de Moby. Supongo que, en la adolescencia, todos solemos buscar la manera de destacar y diferenciamos del resto de la gente. Por ello, sólo vi la mencionada y controvertida adaptación del clásico una vez y por compromiso. Tal como lo hacía entonces, aún continúo preguntándome qué podía haber de interesante, para unas chicas de 14 años, en condensados e inteligibles monólogos en verso. Supongo que, al igual que a mí me hechizaron, en La Playa, las maravillosas costas tailandesas, la arrebatadora música de Moby y los ojos de DiCaprio, mis amigas, al ver Romeo + Julieta, desdeñaron el universal contenido en aras de la carita adolescente de Leonardo y la acción a granel del filme.

Hace algunos días se me ocurrió volver a ver la película y, a diferencia de entonces, la crítica fue bastante más positiva. Aunque en gran medida se trata de una adaptación bastante libre del clásico, la puesta en escena, en esa Verona ficticia más cercana a Ciudad Juarez que a su romántico origen, es sobrecogedora. No vivimos en los tiempos de Shakespeare, sin embargo, las emociones y las situaciones de sus obras no han pasado de moda. La gente sigue enamorándose, odiándose, matándose, teniendo celos... La esencia es la misma, sólo cambian las formas. Diferente significante, un mismo significado.

Por otro lado, hay que contar con el alto número de adaptaciones del clásico de Shakespeare. ¿Qué hubiera supuesto para el espectador -y para la productora- una nueva versión apastelada y edulcorada de Romeo y Julieta? ¿Estaríamos hablando hoy sobre ella? Al fin y al cabo, nos encontramos ante una película Bar Luhman, director de la genial Moulin Rouge. Igual que puso de moda el can-can parisino, supo sacarle también partido a la historia de amor más conocida y universal.

Desde luego que la imagen de un Mercutio travestido y de un Romeo con cierta predilección por la LSD, se alejan muchísimo de la visión romanticona y edulcorada que el ciudadano medio tiene en su cabecita estereotipada. Sin embargo, no es conveniente, en esta película, dejarse llevar por la razón y por lo culturamente establecido. Romeo + Julieta es otra historia distinta, no debemos comparar, no debemos buscar similitudes. Sin duda, lo que en ella pasa, no pasó anteriormente nunca jamás. Al volver a verla, tuve la sensación de que el filme se adelantó a su tiempo. Quizás, en el año 1996, pasó desapercibida por su reparto juvenil, por su potente banda sonora o por su bizarro dinamismo. Es probable que muy pocos pudieran ver, bajo la agresiva y poco común puesta en escena, el excelente trabajo de los actores y la esencia del clásico latiendo, volviendo a la vida.

Claro esta, os recomiendo que la veaís. Para abrir boca, os dejo una de las escenas más bonitas que he tenido la oportunidad de ver (seguro que os suena).


domingo, abril 01, 2007

Domingo de Ramos

Siempre he pensado que las tradiciones son totalmente irracionales. Por eso, a la hora de intentar comprenderlas, no hay que analizarlas desde un punto de vista racional y objetivo, sino desde la emoción y el hondo sentir que despiertan en el pueblo. Del mismo modo, los que llevamos en el corazón las tradiciones de nuestra tierra debemos ser conscientes de la incomprensión que estas prácticas pueden despertar en un público "lego" y, si somos respetados, respetar. Es fundamental explicar, intentar conseguir que las tradiciones sean accesibles a todos, independientemente de la edad, la religión o el estatus del que mira.

Hoy es Domingo de Ramos. Un día grande para mi ciudad. Desde muy pequeñita, este día despierta en mí sentimientos encontrados. Aunque soy una agnóstica convencida, sinceramente, siempre me han despertado cierta envidia (sana) las personas que creen en algo y ven, en la religión, el sentido a su existencia. Los respeto profundamente, aunque no pueda comprender lo que ellos comprenden, aunque no pueda ver lo que ellos siguen sin ver... Muchos sevillanos son capaces de ver algo en las procesiones que inundan las calles del centro de la ciudad, durante estos días. Son los que, fieles a su tradición, se santifican delante de determinadas imágenes o andan descalzos su promesa en la fila interminable de capirotes que antecede a un paso. Otros muchos acuden a la llamada, sin santiguarse, sin observar, en aquellas tallas de madera, otra cosa que la maestría de un imaginero o el arte de la seguidilla.

Ya pertenezcan a un bando u otro, son muchísimos los ciudadanos que se congregan en las calles, se hacinan, alrededor de sus santos, contemplándolos con estricto respeto, en la lejanía. Siempre he pensando que en todas esas miradas, en todo ese sentir, en todo ese calor que se desprende de esas personas que allí se citan con su fe, con su admiración o con su añoranza, debe existir algo. Un sentimiento común, de hermandad, de respeto, de unión que nunca debería extinguirse.


Siempre me he preguntado qué hubiera ocurrido si mis padres no me hubieran inculcado, desde muy pequeña, esta ancestral tradición; si mis tíos no me hubieran enseñado la diferencia entre el paso de "costero a costero" o el significado de la palabra "bambalina". Quizás, en días como hoy, cuando contemplara, de pasada, cualquier procesión (de la que probablemente desconocería su nombre) no me emocionaría y no me rodaría una lagrimilla desde el ojo a la mejilla. Y es que son muchos años esperando la llegada de una hermandad, son muchos años deseando que no lloviera, muchos años contemplando cierta procesión en un lugar determinado, de la mano de alguien tan especial que su recuerdo te durará de por vida. Sé que muchos me calificarán de carca, poco moderna.... En mi ciudad está mal visto declararte demasiado seguidor de la Semana Santa. Conocer detalles más específicos, tener datos más amplios que los que tiene el ciudadano medio, es sinónimo de freakismo. En Sevilla, es mejor y más lícito elogiar a su Feria que a su otra semana grande.

¿Y por qué? Me lo he preguntado siempre. Durante mis años de experiencia y de reflexión acerca del tema, he llegado a la conclusión de que la Semana Santa, desde hace mucho tiempo, se ha convertido en algo más; que ha trascendido. Aunque para muchos conserva su significado religioso, otros -quizás un grupo más extenso de ciudadanos- la llevan en su corazones como vestigio de una entrañable infancia, como identidad de su querida ciudad o como exponente del patrimonio histórico y cultural sevillano. Muchos, entre los que me incluyo, disfrutamos acudiendo a la cita de todos los años, emocionándonos con el sentir, con la música, con el olor del incienso y de la cera quemada, y aplaudiendo, sin duda, a todo el arte que se encuentra en esas cuadrillas de costaleros. Sin duda, la Semana Santa aporta mucha intranquilidad y confusión en muchos corazones.

A continuación, os dejo un vídeo -por si tenéis curiosidad- de uno de los pasos que mejor anda en Sevilla. Se trata de la Hermandad de San Gonzalo, trianera de pura cepa y estandarte de lo que se conoce como el paso trianero que es muy diferente al de las cofradías de Sevilla. Si os fijáis, es un paso de misterio (es decir, representa una instante específico del Nuevo Testamento) que nos muestra la comparecencia de Jesús ante Anás. Es totalmente perceptible en el vídeo cómo se adapta el paso de los costaleros a la música. Seguro que pensaréis que es poco consecuente con la ocasión que un paso "baile" al son de la música pero, viéndolo desde el punto de vista profano, ¿os haceis una idea de lo dificil que es llevar a cabo ese nivel de compaginación, las horas de ensayo, lo que tiene que pesar? Mucho arte hay en Sevilla. En este caso, en Triana.



Y, ahora, ¡den rienda suelta a sus críticas!

martes, marzo 27, 2007

Klimt y las mujeres

¿Qué les pasa a las mujeres con Klimt? Me lo he preguntado miles de veces y, hasta hace relativamente poco, no encontré una respuesta a la altura de las circunstancias. Son pocas las obras del pintor en las que no aparece el componente erótico. Si no es un desnudo integral o una orgía lésbica, siempre se adivina un seno o una lasciva cadera, en cada una de sus obras. Y, sin embargo, puedo asegurar que nunca he conocido a ningún hombre cuya lista de principales pintores esté encabezada por el vienés.De hecho, apostaría lo que fuera a que la mayoría de los hombres de tendencia heterosexual, no sólo desconocen la mayor parte de sus obras, sino que serían incapaces de asociar su singular estilo, a pesar de los llamativos pubis rojizos de las protagonistas de sus cuadros.

Sin embargo, la mujer, es distinta. Poco importa la clase social a la que pertenezca, su formación, edad o carácter. Irracionalmente, si preguntas a una chica sobre sus gustos pictóricos, lo más probable es que ésta conteste que su artista preferido es Gustav Klimt y su obra predilecta: " El Beso".

Por lo que a mí respecta, debo admitir que me gusta Klimt desde mi más tierna adolescencia. La primera vez que vi una de sus obras fue en la película "Elegir un amor", donde Julia Roberts interpretaba a la atractiva cuidadora de un enfermo de leucemia, aficionado al arte. Todavía conservo en mi cerebro la visión de la preciosa actriz paseando su mano, delicadamente, sobre la imagen de "El Beso" proyectada en la pared de una enorme habitación. Su larga y alborotada cabellera escarlata, se confundía con el fulgor dorado que se escapaba del luminoso aparato. El chico la miraba embobado. Era su mirada como la del pintor ante la musa, en el instante previo a decidir cómo quiere plasmarla en el lienzo. Entonces, Julia le preguntaba: "¿usó oro de verdad". Él sonrió. ¿Cómo pretender enseñarle al arte, qué es el arte?. En aquel primer visionado, no me percaté de la explícita conexión entre las mujeres de Klimt y la "novia de América". Misma estética, misma sensibilidad. Julia es, para su amante, como las mujeres de Klimt: musas que motivan una vida; en el caso de la Roberts, inspiración que anima a seguir viviendo.

Hay personas que, cuando visualizan una obra de tal magnitud, juegan a conocer el trasiego del pincel sobre el lienzo. Intentan adivinar qué pincelada tuvo el honor de ser la primera, o cual de ellas culminó la maravilla que se asoma a los ojos de los observan. Yo, por aquel entonces, sólo era capaz de vislumbrar puntos y círculos, constelaciones doradas y aquella luz tan característica...

No escatimé esfuerzos hasta conseguir que me lo regalaran, para poder contemplarlo, largo y tendido, sin pararme a pensar en lo que diría la gente, en si me considerarían rara por observar, con apenas 14 años, un cuadro que me venía grande. Lo coloqué justo encima de la cama, y ahí sigue. En todos mis despertares está presente esa montaña dorada, conteniendo la piadosa entrega de la mujer y la arrebatadora pasión del eterno hombre sin rostro.

Y, en una de esas mañanas, (¡eureka!) encontré la significación de mi cuadro. Asocié las formas redondas con la mujer, las angulosas con el hombre, la fusión enternecedora de los cuerpos, el amor en el ósculo, la sumisión igualitaria. La mujer es la sublime protagonista. La obra de Klimt es claramente femenina, en ella, el hombre no tiene cabida. En el cuadro, ambos sexos se abrazan en un estrecho vínculo. La mujer es complaciente, sumisa, pero a la vez es esquiva, fatal, se resiste, algo totalmente perceptible en la extraña posición de su cuerpo.

En el momento en que vi sus manos como garras, descubrí qué les pasa a las mujeres con Klimt. En sus pinturas, la mujer es una entidad activa, protagonista y única. La belleza, el amor, la vida, la muerte, están contenidos en las mujeres pelirrojas que protagonizan sus cuadros. Dulces, perversas, recatadas, lascivas,.. Sin lugar a duda, Klimt amaba a las mujeres, a todas ellas. Y, de alguna manera, todas lo sabemos. Por eso nos gusta Klimt, por eso lo entendemos. Aunque pasemos años intentando reconocernos en sus pinturas, desde lo más profundo de nuestro ser, sabemos que sus cuadros hablan de nosotras. La mujer es sumisa, dócil como un gato; la mujer es fuego, es independiente, es deseo; la mujer es un misterio: La mujer es la suma de todas las cosas.