martes, septiembre 18, 2007

Que te parta un rayo

Creo recordar que fue en “La Ventana” de la cadena Ser donde, hace algunos días, se hablaba de las tormentas eléctricas y de los estragos que, durante la semana pasada, causaron en el país. Debo reconocer que me lo tragué de cabo a rabo. Ya no tanto porque los rayos, truenos y centellas sean algunos de los espectáculos que más me sobrecogen y emocionan, sino porque, sorprendentemente, hace tan sólo unos días, tuve constancia de que mi tatarabuelo murió a causa de una de estas asombrosas tormentas. Parece ser que al pobre hombre le sorprendió una buena tormenta en medio de un soto. Se intentó cobijar bajo un árbol y, desgraciadamente, pasó lo que tuvo que pasar. Mi tatarabuela, que presenció el terrible incidente, se volvió, literalmente, loca, lo que tuvo desastrosas consecuencias en mi familia. Fue, sin duda, una verdadera tragedia y, para mí, fue tremendamente inquietante el conocer que tan excepcional acontecimiento tuvo lugar a lo largo de mi árbol genealógico.

Y es que, hasta hace algunos días, el hecho de ser alcanzado por un rayo se me antojaba como algo fortuito y casi imposible. En Sevilla, si es raro que llueva, más raro es que acontezca una tormenta de estas características, por lo que, para mí, este tipo de sucesos se encontraba en el grupo de las cosas-que-te-cuentan-y-nunca-pasan. No obstante, parece ser que las muertes causadas por rayos son bastante frecuentes. De hecho, en Estados Unidos, más de 300 personas mueren anualmente de esta manera. Asimismo, algunos estudios atestiguan que desde 1941 a 1979, en España, 2.000 personas murieron por obra y gracia de un fortuita descarga eléctrica causada por uno de estos fenómenos. Y eso que no entramos ni en los heridos por encontrarse cerca del radio de acción del rayo ni en las consecuencias tecnológicas que muchas veces estas situaciones provocan.


Mi pobre tatarabuelo, hace ya casi 100 años, seguro que no sabía que una de las cosas que nunca se debe hacer, en caso de tormenta, es resguardarse debajo de un árbol. Es importante encontrar refugio en algún edificio o, en su defecto, agacharse lo máximo posible (nunca tumbarse) tocando el suelo sólo con la planta de los pies. Lo mejor sin duda, es observarlos, tranquilamente desde casa, a poder ser con una tacita de chocolate bien caliente entre las manos. Porque, desde luego, a pesar de las tremendas estadística, no debemos temer, sino admirar semejantes milagros de la naturaleza.

De hecho, no son tan letales. Parece ser que, si se dispone de la debida atención médica, el 80% de las personas fulminadas, sobrevive (aunque con notables secuelas físicas). De hecho, existe una morbosa estadística –que no sé si tiene algún tipo de validez- que fantasea sobre la posibilidad de que las personas que han sido alcanzadas por un rayo (y afortunadamente sobreviven a él) tienen más probabilidad de ser golpeadas por otro que cualquier individuo. A este respecto, es destacable la bizarra experiencia de Ray Sullivan: un guardaparques de Estados Unidos que, según parece, fue alcanzado 7 veces por diversos rayos entre 1942 y 1976 y que sigue vivito y coleando.


Y es que el campo, es uno de los lugares donde más se manifiestan este tipo de fenómenos. Es así que, debido a ellos, el golf ha pasado a ser un deporte de alto riesgo. De hecho, es la disciplina que más número de muertos aporta al panorama mundial. Los campos donde se practica dicho deporte se han convertido en auténticos para-rayos, por lo que, ante cualquier tipo de aviso de tormenta, los golfistas huyen, en auténtica estampida, dejando atrás palos, pelotas y diversión. Se tiene constancia que, desde 1959, más de 2500 golfistas han perdido la vida en Estados Unidos practicando su deporte favorito y que el número de heridos sobrepasa los 6.000, provocando este tipo de fenómeno atmosférico más muertes que las causadas por inundaciones, huracanes y tornados, en conjunto. Parece ser que los palos de los golfistas ejercen de improvisados para-rayos, siendo capaces de atraer rayos que se encuentran a más de 50 millas del lugar de impacto, dándose muertes totalmente sorprendes algunas, incluso, bajo un sol de justicia.


Así que, a partir de ahora, habrá que tener cuidado con desear que a algún golfista le parta un rayo… estadísticamente, le estarás poniendo dos velas negras, como bien dice ese gurú de la sapiencia que es la Bruja Lola.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Es curioso esto de los rayos. A mi la verdad es que siempre me han dado mucho respeto... jejejeje, y menos mal que no me gusta el golf! Porque cuando hay tormenta lo que quiero es estar en casita sana y salva...

Unknown dijo...

Hola escapista! lo de desear que parta un rayo, y como gritaría Manuela Trasobares, (que no se si la conoceras) "Per Qué no?"
Y es que un mero designio no ha de hacerse realidad si no es formulado en un momento de ira. Desahoguemonos todos, deseado que un rayo atraviese a nuestros enemigos, si así nos quedamos a gusto. Al fin y al cabo, las palabras se las lleva el viento, no así como los actos.
Me alegra, todo sea dicho, que los campos de golf hagan de pararrayos... algo útil tendría que tener una superficie que derrocha cientos de litros de agua que perfectamente podrían usarse en campos de cultivo.
Un besote, y ya te regalare el marcapáginas mágico de la bruja del Oeste. No solo las marca, las pasa solas !

Caminante 2.10 dijo...

Gran post como siempre Escapista...

Te cuento una chica de mi pueblo, la unica ingeniera tecnica de explosivos en cantera o como se diga.. de Bizkaia, estabaa trabajando cuando la alcanzó un rayo con las consiguientes quemaduras.

Asi que la llevaron al hospital y oh! sorpresa! estaba embarazada, asi que bueno estuvo mucho tiempo en cuidados intensivos y salieron adelante tanto ella como el bebe, un niño al que llamaron Ekaitz que significa... TORMENTA!!!!

Pd. Quien iba a decir que el Golf era un deporte de riesgo!!!

Reparito 2.07

jennydemalaga dijo...

Como tu dices Escapista prefiero observarla desde casa con una tacita de chocolate o café caliente...