jueves, junio 28, 2007

Enamorarse de las personas

En su día, fueron muchos los que se escandalizaron al ver a un Alejandro Magno un tanto mariposón en aquella película tan polémica de Oliver Stone. Entonces, el oxigenado Collin Farrel se les antojó a algunos tan inquietantemente homosexual, que muchos empezaron a ver a la Antigua Grecia con otros ojos. Con ojos como platos, diría yo y es que eso de que una postura amatorio se denomine, popularmente, "el griego", viene de antiguo.

Los griegos no eran tan machotes como aparentemente se nos mue
stran en películas como Troya o 300 (¡qué hombres!). Es por todos sabido que, para los hombres de la Grecia Clásica, era tan normal compartir lecho con una mujer que con un hombre. Lo que muchos no saben es que, en lo que todos han visto vicio, reside una buena razón: en aquellos tiempos tan remotos, tristemente, la mujer tenía más en común con una mula de carga que con sus flamantes y aguerridos esposos. No quiero decir, por supuesto, que las mujeres no fueran ni inteligentes ni bellas, sino que, culturalmente, estaban tan relegadas que sus inquietudes intelectuales eran mínimas.

Igual que algunas noches de juerga y borrachera, podemos terminar durmiendo en el lecho de un individuo al que acabamos de conocer y con el que hemos mantenido una fugaz y limitada relación, los griegos actuaban de tal manera con sus mujeres. Sin embargo, cuando queremos mantener una relación más seria con alguien, buscamos afinidades, conversación, sentido del humor, inteligencia y personalidad, aspectos que pocas mujeres, en la Antigua Grecia, poseían. De ahí que ese tipo de relación estable y profunda sólo pudiera tenerla un hombre con otra persona de su mismo sexo. Y no sólo Alejandro Magno pensaba así, sino que dicen que, incluso, el sabio Platón no diferenciaba entre la carne y el pescado.

Hace algunos días, en el trabajo, una de mis compañeras comentaba con estupor la rapidez con la que se multiplicaba el número de lesbianas, achacando esta proliferación a lo mal que está el panorama actual para la mujer heterosexual. Sinceramente, no tengo ni ide
a si la lesbiana nace o se nace y si, en su inclinación sexual, tiene algo que ver el nivel actual del macho ibérico, sin embargo, estoy muy de acuerdo en eso de que las mujeres lo tenemos, últimamente, muy chungo.

Según habéis podido constatar en mis últimos artículos, actualmente, mi relación con el género masculino no pasa precisamente por sus mejores momentos, aunque, también sea dicho, no recuerdo un momento donde ésta fuera excesivamente buena. Entendedme, no me gustan las mujeres, adoro los culitos prietos masculinos, aunque eso implique que gran parte de la masa muscular destinada a ello limite la cerebral. Es una ley física, o pechuga o muslo, no hay un pack donde culo y cerebro se vendan juntos, qué le vamos a hacer. Hablando en serio, no me llevo bien con los hombres. Sencillamente, no los entiendo, no capto sus razonamientos y odio que ellos tampoco capten los míos.

Por ello, aunque me parezca (y os parezca) raro y, por momentos, imposible, he llegado a pensar si lo que nos está pasando ahora a las mujeres es parecido a lo que, antaño, les ocurrió a los hombres de la Antigua Grecia. Es decir, somos cada vez más independientes (económica y personalmente), tenemos igual o más formación que ellos y sabemos mejor que ellos lo que queremos en la vida. Nos pasamos media vida criticándolos con las amigas y, la otra media, enseñándoles cómo
deben tratarnos ¿Es posible que, cada vez, mujeres y hombres tengamos menos en común?

Lo admito, muchas veces me he preguntado si sería posible que llegara a enamorarme de una mujer. Reconozco que me da mucho miedo tener a veces la mente tan abierta y perder un poco el norte con este tipo de locuras. También pienso en mi madre y en el ataque al corazón que le daría viéndome aparecer con una chica de la mano. Aunque tendría gracia la situación. No lo sé. Así como los griegos se enamoraban de las personas con las que tenían mas afinidad, ¿sería posible que nos olvidáramos de ese componente estético que es nuestro cuerpo y nos fijemos en el alma de las personas, sean del sexo que fueren? Es un pensamiento totalmente bisexual, muy criticado por los heterosexuales. Enamorarse de las personas. ¡Un pensamiento bien bonito!

Enamorarnos de las personas; olvidarnos de nuestra faceta animal e instintiva, que tan malas pasadas nos juega, y mirar en el interior de las personas para encontrar a nuestra media naranja, nuestra alma gemela... a nuestro amor platónico. ¿Quién me dice que la persona que más me amará será un hombre? ¿Quién te dice que la persona que más te amará será una mujer? Quizás ese es el motivo de tanta desilusión, tantas rupturas, tantos divorcios. Quizás nos equivoquemos de perspectiva. Puede ser nuestro abanico mucho más amplio de lo que nuestro cerebro, a priori, nos indica. Enamorándonos de las personas seríamos más libres, mejores y más humanos.

No obstante, hay un problema: el sexo. Pero ya sabeis lo que dicen. Hasta que no se prueba...

¡Hoy todos somos gays!
¡Feliz día del orgullo gay!


lunes, junio 25, 2007

Comecocos Nipón

Os propongo un juego. Dicen de él que es una de las pruebas que utilizan las empresas japonesas para fichar nuevos trabajadores. Es decir, si no lo hayáis la solución, posiblemente no podríais trabajar en japón, algo que, por otra parte, no tiene nada de malo si entramos en temas de productividad, horarios, estrés...

Como veréis, el juego está en japonés pero, a continuación, os explico las reglas:

Hay ocho personajes (dos chicos, dos chicas, un hombre (padre), una mujer (madre), un policía y una ladrona). La misión es conseguir pasar a todos al otro lado del río teniendo en cuenta que:
  • Las niñas no se pueden quedar solas con el padre si no está presente la madre y viceversa; los chicos no pueden estar solos con la madre sin estar presente el padre. (posiblemente el que lo decidió así estaba un poco perturbado)
  • La ladrona no puede estar con el resto de la gente sin que esté presente el policía.
  • Sólo saben manejar la balsa tres personas: la madre, el padre o el policía. Sin ellos en la balsa, ésta no se moverá.
  • La balsa solo tiene capacidad para dos personas.
http://freeweb.siol.net/danej/riverIQGame.swf

En fin , yo lo conseguí. Espero que tengáis suerte y comentéis vuestras impresiones. Si alguien no lo puede resolver, que lo diga y le ayudamos... todo sea por trabajar en japón.

viernes, junio 22, 2007

Don Simon Vs Zumosol

¿Alguien ha tenido la oportunidad de ver el nuevo anuncio de Don Simón? Aunque se está repitiendo hasta la saciedad, si no lo habéis visto, no os perdéis nada nuevo. Se trata de otra muestra de publicidad comparativa dentro del extenso mundo de las bebidas frutales. Extrañamente, en un mismo anuncio, aparecen dos marcas diferentes, en una situación de competencia directa; dos productos, uno al lado del otro, en igualdad de condiciones, son objeto de una comparación que dará por vencedor a uno de ellos. En el caso de los zumos, siempre es Don Simón la marca que destaca sobre la oferta de la competencia y, también es cierto, la única que tiene la perenne ocurrencia de recurrir siempre a este tipo de publicidad que tanto desconcierto causa en el consumidor. Sin lugar a dudas, parece ser que la misión de la beligerante marca no es otra que la de la actuar como el buen samaritano y ayudar al indefenso comprador de zumos en la ardua tarea de discernir entre la verdad y la mentira que se esconde detrás del truculento mundo de los concentrados de fruta.

Analicemos el asunto.

Por un lado, no es necesario ser un experto para saber que, en publicidad, lo único que cuenta es vender y que, para alcanzar este glorioso objetivo, se pueden llevar a cabo todo tipo de estratagemas para captar al indefenso consumidor. Los publicistas no sólo se las ingenian para lograr que no huyamos del constante bombardeo comercial al que nos someten con sus anuncios, sino que, además, hacen todo lo posible para que nos creamos lo que en ellos se dice. Aunque, a efectos legales, sabemos que la publicidad no puede mentir, somos conscientes de que, en ella, se suelen utilizar algunos tropos que se mueven dentro de un ámbito difuso. La publicidad omite, hiperboliza, estereotipa... ¿O es que alguien en su sano juicio se cree que la chica de Herbal Essences tiene un orgasmo cada vez que se lava el cabello? En definitiva, la publicidad utiliza artimañas, para muchos, políticamente correctas, que se pasean por el filo de la navaja de la legalidad.

Esa zona indeterminada entre lo lícito y lo que no lo es, se la conoce al dedillo el departamento de marketing de Don Simón que, aunque ha igualado a cero todo lo relativo a la creatividad y calidad de su publicidad, está especializado en derecho publicitario y en sacarle punta a todo lo que cae entre sus manos. Y es que la conocida marca de zumos no ha dejado títere con cabeza en lo que a su competencia se refiere; si un día es Minute Maid el centro de sus iras, al día siguiente, puede ser Zumosol, PMI o Sunny Delight sus cabezas de turco. Don Simón hace un escaner completo a los medios de producción de la competencia, así como a su comunicación comercial. Cualquier punto conflictivo se traducirá en un arduo litigio que se solucionará en el tribunal de la
Asociación para la Autoregulación de la Publicidad.

El anuncio de Don Simón que actualmente se emite, es el resultado de una de esas eternas confrontaciones legales, que dio como resultado la retirada del anuncio de un producto de la marca Zumosol. Parece ser que en dicho comercial no sólo se anunciaba que dicho producto era el que prefería la mayoría de la gente, sino que se decía que su sabor era el más parecido al zumo natural, siendo un producto refrigerado. Don Simón llevó a la marca de Pascual al estrado publicitario alegando la falta de veracidad en estas afirmaciones. Finalmente, se retiró el anuncio y, como muestra de ello, Don Simón creó el comercial que actualmente se emite evidenciando la superioridad de su marca con respecto a Zumosol.

Ahora, la pregunta del millón: ¿Beneficia este berenjenal a Don Simón? Aunque la mayor parte de estos litigios son ganados por Don Simón, también es cierto que la marca se equivoca al adoptar esta postura guerrillera ya que, la actitud que los consumidores -los verdaderos protagonistas- tienen sobre sus productos puede llegar a ser bastante negativa. Por ejemplo:
  • El consumidor puede atribuir esa belicosidad a que la marca tenga una posición en el mercado baja . FALSO. La cuota de mercado de Don Simón es superior al 50%, es decir, domina totalmente el mercado.

  • El consumidor puede llegar a tener la impresión de que la publicidad que lleva a cabo la citada marca es ilegal ya que, para el ciudadano medio, comparar abiertamente dos productos es algo que, a priori, no se puede hacer. FALSO. La publicidad comparativa es totalmente legal, siempre que no se mienta o se menosprecie abiertamente a una de las marcas.

  • El consumidor puede pensar que tanto afán comparativo puede ser el resultado de que su producto no tenga demasiadas virtudes para valerse por sí mismo. Algo totalmente FALSO. Ya que, particularmente, el zumo de piña de Don Simón es el mejor del mercado. De hecho es el que yo compro. De hecho es el único que tomo.

miércoles, junio 13, 2007

Sin ti no puedo

¡Me equivoqué en el test! Es probable que el bastoncillo para los oídos sea uno de los inventos que más satisfacción aportan a mi vida, sin embargo, después de una ardua reflexión, he llegado a la conclusión de que el mejor invento de la historia es el Espidifen. ¿Que qué es? ¡Pero por favor! ¿Es posible que alguien no sepa qué es? Espidifen es un analgésico indicado para las cefaleas, los dolores dentales y la dismenorrea. En definitiva, los dolores que, estando más o menos sana, pueden llegar a fastidiarte en mayor medida.

Desde que era bastante pequeñita sufro de cefaleas de desconocida causa. Muchas veces pienso que surgen por el estrés, otras porque me sienta mal la comida y otras por que adopto una mala postura si ocasionalmente termino durmiéndome en el sofá tras almorzar. Durante mi largo periplo de dolores de cabeza, he probado con todo lo que ha caído en mis manos: Panadol, Efenargal, Dolotil, Neubrofen, Dolagial, Aspirina... Nada hacía ningún efecto en mí.

Entonces, milagrosamente, me eché mi primer novio formal y me contagió (¿o quizás lo pillé en un botellón?) una enfermedad llamada mononucleosis que también es conocida como la enfermadad del beso. Se me hincharon tanto las amigdalas que apenas podía mover el cuello y mi cara se convirtió en la mascara ficticia que llevaba Arnold Schwarzenegger en Desafío Total para pasar el control aduanero. Tras el diagnóstico, mi médico me recetó Espidifen, ya que es mano de santo en cuestiones inflamatorias, y el flechazo, felizmente, se produjo. Desde aquel día somos inseparables.

No obstante, muchas veces me da por pensar que no puede ser bueno algo tan eficaz. Me resulta imposible interiorizar que un medicamento consiga quitar, en menos de 5 minutos, el sufrimiento que he llevado a cuestas durante años. Algunas veces, en el punto álgido de mi neurosis, me da por pensar que es tóxico y que, quizás, algún día, desaparezca a raíz de que la Guardia Civil descubra y desmantele el chiringuito clandestino donde se fabrica, sin duda, junto con alguna droga de diseño. Es simplemente una paranoia, sin embargo, si eso ocurriera, muchas personas (entre ellas Jesulín de Ubrique, acérrimo defensor del invento) nos querremos morir y llamaremos, totalmente derrotados de dolor, a los programas de la tele y de la radio, pidiéndole al presidente de turno que vuelva a dar vía libre a tan magnífico liberador-de-sufrimiento.

Algunos, como mi madre, dicen que, en mi relación con el Espidifen, debe actuar algún tipo de condicionamiento psíquico. Algo así como el supuesto medicamento que se distribuía en Córdoba para paliar los efectos de la quimioterapia y que era simplemente un placebo. Si bien no causaba ningún efecto nocivo en el organismo, tampoco afectaba positivamente. Era un engañabobos, un placebo, un timo... En cambio, la gente copaba las centralitas de los programas de radio más importantes del país pidiendo, suplicando, que se volviera a vender el fármaco desaparecido, según parece, único remedio para aliviar el dolor de muchos.

El tema de los medicamentos, en definitiva, es arduo. Si bien algunos son eficaces, todos repercuten de manera negativa en el organismo. Lo que te quita el dolor, te fastidia el estómago. Lo que te ayuda a contraconcebir, te dificulta la circulación de la sangre. Posiblemente, el dolor sea a lo que la mayoría de la gente más tememos y los medicamentos a los que más recurrimos son, sin duda, los que nos lo alivian. Bien es cierto que no conviene abusar sin embargo, la diosa nos libre de no tener que vernos sin ellos. Por ello... ¡Larga vida al Espidifen! ¡Viva!

domingo, junio 10, 2007

El mundo de Peters

Desgraciadamente, y aunque nos pese, en esta vida, todo es política. Nuestras existencias no están regidas ni por dios, ni por la luna, ni por los ciclos naturales del planeta; somos, en manos de los grandes mandamases del mundo, simples juguetes expuestos directamente a las consecuencias de cualquiera de las decisiones que quieran tomar. Asimismo, estamos sometidos a un brutal imperialismo cultural que es tan sutil y, a la vez, tan resistente como la tela de una araña. Los medios de comunicación, a lo largo del planeta, nos dan cada día una clase magistral sobre los modos de vida de la primera potencia mundial: conocemos al dedillo cada una de sus festividades, sus presidentes, sus formas de divertirse, sus estados y hasta podemos entonar, si demasiada dificultad, su idolatrado "oh say can you see...". Asimismo, pero en menor medida, conocemos los devenires de los países que se sitúan en la élite del capitalismo mundial. Sabemos qué monumentos nos podemos encontrar en París y tenemos constancia de muchos de los mercadillos que se suceden en la ciudad de Londres pero, en cambio, ¿sabemos cuál es el mayor monumento de Somalia o podríamos tararear el himno de Kenia?

La respuesta es no y, aunque nos cueste creerlo, este fenómeno no depende tanto de nuestra ingnorancia o de la falta de recursos de los mencionados países para darse a conocer, como del imperialismo cultural. Mientras que keniatas, somalíes y españoles podemos enumerar, fácilmente, muchos de los edificios más emblemáticos de Nueva York, los chavales estadounidenses todavía piensan que España es un apéndice de México. Y aunque la ignorancia del pueblo norteamericano nos haga menos gracia que chupar un clavo, la culpa no es enteramente de los anglosajones, sino de los discriminados flujos de comunicación entre paises. Pongamos un ejemplo: Estados Unidos vende su cultura (películas, revistas, modelos, moda...) a La India, debido, en parte, a su superioridad económica y a su desarrollo en cuestiones comunicativas. En cambio, las miles de películas que se llevan a cabo en La India no llegan, ni por asomo, a las pantallas norteamericanas y, mucho menos, a las españolas (no digamos ya a las keniatas o somalíes).

Aunque, a simple vista, parezca una tonteria, no lo es, en absoluto. Quizás, para nosotros -los españoles- el imperialismo cultural al que estamos sometidos no nos repercuta (aparentemente) más que en tener que tragarnos Halloween una vez al año o en añadir varias calorías de más a nuestra equilibrada dieta mediterránea. Sin embargo, para los paises subdesarrollados donde, mayoritariamente, la cultura norteamericana causa furor, el impacto es verdaderamente brutal. Imaginemos por un momento a un somalí -que posiblemente viva al mes con lo que nosotros nos gastamos en un café- viendo en una televisión (por que eso sí, la televisión y la cocacola llegan a todas partes) una serie estadounidense donde todo el mundo tiene dinero, vive en una casa fabulosa y no le falta ninguna de sus comidas diarias. Sin duda, la visión del éxito que puede tener este individuo en su cabeza está, desgraciadamente, tan lejos de su alcance que este tipo de visionados solo puede causar frustración y más subdesarrollo. Asimismo, ni que decir tiene lo que puede suponer tremendo bombardeo mediático yanki para la cultura autóctona del propio país.


Nos guste o no, estamos tan mediatizados que, a día de hoy, no nos podemos fiar ni de los mapas. Cuando nos viene a la mente la imagen del mundo, representada en un plano, solemos encontrar esto:

Se trata de la proyección de Mercator: la representación plana del mundo que se encuentra más extendida. Parece ser que eso de representar los territorios de la tierra en un trozo de papel no es tan fácil como inicialmente parece. El problema reside en que la tierra es redonda (achatada por los polos), lo que propicia muchísimas complicaciones a la hora de estimar las extensiones de los continentes. Cierto día del siglo pasado, un tal Arno Peters revolucionó el aparentemente aburrido sector de los cartógrafos aludiendo a las inexactitudes que se encontraban en la proyección de Mercator. Además, creó un planisferio alternativo más afín a las medidas originales de cada continente. Hizo algo así:

Diferente ¿eh?. Peters se basaba en varios aspectos:
  • Groenlandia vs China: En la proyección de Mercator parece que el tamaño de ambos territorios tienen un tamaño parecido. No obstante, China es 4 veces mayor que Groenlandia.

  • Groenlandia vs África: En la proyección de Mercator parece que África es semejante en tamaño a Groenlandia. Otro nuevo error ya que África es 14 veces mayor que Groenlandia.

  • Europa vs Sudamérica: En la proyección de Mercator parece que nuestro continente es igual (o incluso mayor) que Sudamérica, cuando Europa mide casi la mitad de Sudamérica.
Estos ejemplos confluyen en la idea fundamental del proyecto: las discrepancias entre norte y sur. En la proyección de Mercator parece que el tamaño de los territorios del hemisferio sur es menor que el de los territorios del norte. Es decir, parece que existe mayor concentración de tierra en el hemisferio norte que en el sur. Según Peter, no sólo se incurre en un error pensando de esta manera sino que se le hace un flaco favor a los paises en desarrollo, haciendolos parecer más pequeños de lo que realmente son ya que, los territorios del sur ocupan casi el doble que los territorios del norte.

¿Forma todo esto parte de un error de cálculo o tiene algún tipo de intencionalidad? Parece que no es descabellado pensar lo segundo. Cuando Mercator creo su planisferio allá por el siglo XVI, sus cálculos se derivaban de la percepción del mundo tomada mediante la navegación. A medida que nos alejamos del ecuador, los territorios se van desvirtuando, pareciendo, los territorios más próximos a los polos, mayores de lo que realmente son. Por aquel entonces, Europa era el centro del mundo y el hemisferio norte, la cuna del mundo civilizado, por lo que la percepción de este hemisferio norte, política y estratégicamente ,tenía más importancia en la representación del mundo. Los pocos cambios que se han producido desde entonces en el desarrollo de los países del hemisferio sur, han propiciado que esta visión tan desfasada del mundo esté todavía vigente. No es oro todo lo que reluce.

jueves, junio 07, 2007

Gustar a muchos

Antes de empezar a leer este nuevo artículo, es indispensable visualizar el video que a continuación os emplazo.



Pobre Pit. Se parece tanto a mí.

A los que lo ven desde la barrera, se les llena la boca de elogios referidos a lo magnífico que es crear, imaginar y poder expresarse. Sin lugar a dudas, para la mayor parte de la población, dedicarte a algo que, para muchos, constituye un hobby es algo que suele agradar. Y es que inventar, crear o imaginar, no es en sí malo ni pernicioso. Crear cuando quieras, lo que quieras y dónde quieras es, sin duda, lo más maravilloso del mundo. Es como cuando íbamos al colegio y la profesora nos pedía un dibujo libre. Los sentimientos de agobio y tensión se esfumaban. La tarea ya no era una imposición,
no era un trabajo, se transformaba en otra cosa diferente: un premio, un momento de relax, el descanso... ¿Cuál es el problema, entonces?. Como dice Nach Scratch "dinero maldito, te odio y te necesito". La pasta desvirtua la creatividad, la convierte en marketing, la pervierte, la prostituye.

Cuando tienes que vender tu arte, tienes dos opciones. Una de ellas consiste en olvidarte del "dibujo libre" e inspirarte en otro tipo de cosas más afines a la masa. Por ejemplo, recuerdo que, cuando tenía 15 años, le leí a mi madre un poema que yo había escrito y del que me sentía muy orgullosa. No en vano, todas mis amigas me felicitaron por la "profundidad de mis sentimientos". Era normal, en el poema dejaba constancia de cuánto asco me inspiraba la vida y de lo poco que me importaría morirme. Supongo que, cuando somos adolescente, a más de uno le da la vena existencialista y, desde luego, mi madre no la comprendió. Después de oír pacientemente mi retahíla mustia y tétrica me dijo: "Está muy bien pero, deberías escribir sobre cosas bonitas como las flores, el amor.
..". Casi vomito.

La otra opción es la que adopta Jim Carry en la película "The Majestic", que es, sin lugar a dudas, a la que
recurre la mayor parte de creativos que pululan por este mundo de dios: callarse la boca, conservar ciertas esperanzas de que tu propuesta, tal como está, pueda gustar (la esperanza es lo último que se pierde) y decir, a todas las aportaciones de tu jefe: "genial, es una gran idea". Luego, cuando llegues a tu casa, te sientes en el sofá y cojas una considerable cogorza (apta para los días entre semana), podrás lamentarte e insultar a tremendos necios que, sin duda, no saben apreciar tu gran talento.

Hace algunos días, deje patente que mi cuadro favorito quizás sea Nuda Veritas de Gustav Klimt. No lo e
s sólo por la belleza del lienzo que, desde luego es sublime, ni por el magnetismo de esa sensual mujer asomada a su espejo de mano. En parte, es por la frase que incluyó Klimt en la cabecera del cuadro y que tiene mucho sentido en mi vida. "Kannst du nicht allen gefallen durch Deine That und dein Kunstwerk - mach es wenigen recht. Vielen gefallen ist schlimm. Schiller" significa: "Si no puedes gustar a todos con tus actos y tu arte, gusta entonces a unos pocos. No vale la pena gustar a muchos.". Hay que pensar así. Es lo que intento día a día. Si pretendiésemos gustar a todos no existiría la creación ni la excelencia. Tan inconcebible es para mí que no puedan ver mi capacidad artística en mi trabajo como que, para algunos, fuera imposible apreciar el talento de Klimt. Por encima de todo, debemos ser nosotros mismos. Si debemos pervertir nuestra obra, siempre, aun imperceptible para el ojo profano, nuestra creación debe tener nuestro tácito sello. Así, viviremos para siempre.

(Hoy os escribo desde la playa. En una especie de retiro espiritual, y aprovechando el puente, me he venido a pasar unos días sola, para aclararme las ideas. Ha sido una de las peores semanas de mi vida, uno de los peores meses, uno de los peores años...)

martes, junio 05, 2007

Otra vuelta de tuerca

Hace ya algunos años, mi vida dio una vuelta de tuerca. Se encontraba en uno de esos puntos de inflexión, que como en una campana de gaus, hace que una curva aparentemente cóncava, pase a ser convexa o viceversa. Dejé atrás, por lo tanto, mi existencia de persona normal. Digamos que me aparté de la vida que yo había llevado hasta entonces y a la que estaba acostumbrada. Durante aquel tiempo, conocí a personas muy diferentes a mí, que eran totalmente distintas a los amigos con los que siempre me había relacionado. Me moví, olí y ví cosas que hasta entonces sólo existían en mi imaginación y en el mundo de las leyendas tristes. Salía, hacía como que me divertía y, sobre todo, echaba muchísimo de menos mi vida anterior y -de alguna manera- la convertí en paradigma de la existencia que me gustaría vivir y que, desgraciadamente, no vivía.

Descuidé mucho mi aspecto. Me moría por arreglarme, por flirtear, por calzarme unos buenos tacones, por beber dentro de una discoteca llena de gente guapa, que posiblemente sólo tendrían en la cabeza una neurona que hacía eco al son de la última canción de Bisbal. Me miraba en el espejo y me veía preciosa, sin ningún tipo de maquillaje en el rostro y con la elegancia del desenfado. Sin embargo, en mi coco, se entretejían vagas excusas que me martilleaban el cerebro y me hablaban sobre una "juventud desaprovechada" y de "una belleza que pasaba desapercibida". Y me consumí. Se me murió la alegría y sacrifiqué el desenfado en pos de todas las cosas absurdas que mi mente no paraba de recitar. Me sumí en una auténtica espiral de tormentos, de la que nunca pensé que podría salir. Quería escapar, nada más que para escuchar mis pensamientos libres y comprobar si todavía me esperaba la existencia que había abandonado y si ésta estaba hecha para mí.

Pasó el tiempo y se produjeron cambios, otra vuelta de tuerca. Me encontré en los mismos lugares, con las personas que había abandonado, en los ambientes a los que había anhelado durante tanto tiempo regresar. Y cuando me quede parada frente a todas aquellas personas que, si antaño tuvieron algo que ver conmigo, ahora eran auténticos desconocidos, me di cuenta que no pertenecía a aquel mundo. Descubrí en mis propias carnes el significado de la expresión "pasada de rosca". No sabía cómo comportarme, no sabía ni a dónde mirar. Si me sentía observada, quería esconderme del ojo que miraba y, si era yo la que tenía que mirar, me avergonzaba y dirigía la vista a otro punto. Ellos y yo. Éramos, sin duda, mundos opuestos, sin remedio.

Entre aquella amalgama de gente que olía a tabaco rubio y a colonia-imitación de Calvin Klein, no pude evitar echar la vista atrás y recordar mi vida anterior. Eché de menos, por qué no decirlo, todo por lo que anteriormente me quejaba: mis noches aburridas de botellón, aquellas gambas asquerosas los viernes por la noche en aquel bar de Triana, incluso, las misteriosas idas de algunos a un coche en plena fiesta y la música rayante de aquella odiosa discoteca con restos de coca en los lavabos. Sé que en esta vida, el secreto reside en adaptarse a toda cosa. Es el mantra de los ganadores. El problema es que nos vamos haciendo mayores y cada curva en esta espiral sin sentido, es más ardua y más trabajosa de afrontar. Ganaré, estoy segura. Nunca pensé que, finalmente, echaría de menos aquello que tanto detesto...

sábado, junio 02, 2007

Enlarges your penis

No estoy del todo segura pero creo que los viernes, desde hace ya algunas semanas, tras Callejeros, Cuatro ha optado por emitir una serie de programas dedicados al sexo. No me refiero a ningún tipo de formato porno o erótico-festivo, hablo de documentales relativos a la sexualidad y a la incidencia de esta en la vida del ser humano. El del viernes pasado trataba del alargamiento del pene y venía a confirmar que tanto e-mail spam con asunto "enlarges your penis" forma parte de una realidad latente. Ya sabíamos que el hombre da mucha importancia, quizás demasiada, al tamaño de su miembro. Muchos, incluso, llegan a traumatizarse y obsesionarse con el tema. El documental venía a decir que el alargamiento del pene no es sólo posible mediante tratamientos naturales (tipo masaje o ejercicios de estiramiento) sino que se puede solventar en un quirófano fácilmente.

No lo vi completo. Aunque últimamente mi relación con el sexo masculino no pase por sus mejores momentos, debo reconocer que no les tengo la suficiente tirria como para soportar más de una hora de imágenes de penes diseccionados, ensangrentados, mutilados y recosidos. Además, por algunos comentarios que más tarde trataremos, estaba claro que el documental iba dirigido directamente al público masculino. En definitiva, la misión del documento era informar a dicho sexo, a través de la historia de un chaval de 23 años que no sólo quería alargar su pene, sino también engrosarlo. Según parece, hoy en día, se sabe que es más importante la anchura que la longitud, y era, en este aspecto, en lo que más renqueaba el chico. Aunque su miembro medía 15 cm (tamaño más que aceptable, ya que la media se encuentra en 13 cm) el chaval estaba empecinado en llevar a cabo ambos retoques en su miembro viril, supuestamente, para aumentar su calidad de amante en sus relaciones sexuales.

Después de diversas mediciones en la consulta de un cirujano, se llegó a la conclusión de que no sólo se operaría al chico sino que la cirujía se complementaría con un tratamiento natural (para mí bastante rudimentario) que maximizaría los resultados. Este procedimiento posterior al quirófano, se basaba en unir el glande con la rodilla por medio de una cuerda. De este modo, el chico, al andar, al sentarse o al correr estiraría el miembro contínuamente con lo que ayudaría a alcanzar un tamaño mayor. Asqueada por las imágenes pseudo-gore-pornos que aparecieron frente a mis ojos, sucumbí y apagué la televisión.

¿Es necesario tanto sufrimiento? ¿Es el tamaño tan importante? Parece que para los hombres, por lo menos, sí, o esa era la hipótesis que esgrimía el documental. Aunque el hombre legitime su sufrimiento y su complejo sexual en pos de la satisfacción de la mujer (algo que en muchísimos casos no es una prioridad en el hombre), se sienten mal, realmente, por una percepción subjetiva. Es decir, cuando el hombre se mira en el espejo no se siente proporcionado ya que, culturalmente, su cuerpo no es lo que debería ser. Es de suponer que el cerebro del hombre después de años sometiéndose a todo tipo de pornografía y comparaciones de urinarios, se forma una imagen "engañosa" de lo que el cuerpo de un hombre debería ser. El pene, a diferencia de otras partes del cuerpo masculino, no crece en consonancia al tamaño general del organismo. Es decir, puedes ser bajo y estar bien dotado, o muy alto y contar con muchos centímetros de menos en la entrepierna. Parece ser que es ahí donde surge el problema. En el documental, por tanto, se concluía, con la sentencia de que el hombre no necesita tanto a un cirujano como a un psicólogo para resolver su problema. Por lo que instaban a los cirujanos que recibieran a pacientes con semejante problema a que despidieran de consulta a aquellos tremendos lunáticos deseosos de retocar su serpiente de un sólo ojo. Tiene miga el tema.

Los hombres se quieren operar sus miembros porque, culturalmente, está establecido que es preferible tener un pene grande que pequeño. Pasa igual con las mujeres. Nos operamos los pechos porque socialmente es preferible tener que enseñar si te decides por un escote. En toda esta dinámica influye, claro está, lo que piensa sobre el tema el sexo contrario. Los hombres creen a pies juntillas que las mujeres adoramos los penes grandes y orondos y nosotras pensamos que ellos prefieren las buenas delanteras.

No voy a entrar en el eterno debate sobre si el tamaño importa. Cada uno tendrá sus preferencias. Sin embargo, me niego a asumir que tengo que compadecer el trauma masculino. Ya está bien con la cultura de las narices. Nosotras nos depilamos, nos maquillamos, nos endosamos tremendos taconazos, intentamos mantenernos delgadas, limpias, presentables y, a poder ser, femeninas. Se presupune culturalmente que seamos así. Nos traumatizamos por no tener pechos grandes, nalgas bien plantadas, piernas de infarto... y, mientras tanto, ¿ellos qué? Para una cosa que consigue afectarlos, no voy a ser yo la que intente aliviar un sufrimiento irracional y que puede que no tenga mucha base científica. Que piensen lo que quieran. Llevan siglos intentando adivinar lo que se nos pasa por la cabeza, sigamos dejando en eterna incógnita el tema del tamaño. Que se sigan ruborizando al comparar en los baños públicos sus desiguales sexos, que sufran un poquito. Stop a la hiperprotección masculina. Pensad que una de sus miradas furtivas a los miembros ajenos y el posterior sentimiento de inferioridad no es comparable con un buen tirón de cera mensual en una de nuestras ingles.