sábado, octubre 28, 2006

Pelo largo.

Por fín, puedo decir, que tengo el pelo largo. No recuerdo cuando lo tuve tan largo y, aunque actualmente se me riza y no me preocupo mucho de alisarlo, me he dado cuenta cuánto ha crecido. Ha pasado mucho tiempo desde que se me ocurrió cortármelo, tanto que, el recuerdo del pelo corto, me transporta a otra vida mía de la que cada vez se confunde más en mi mente. Echando la vista atrás, tengo que admitir que mis repentinas ocurrencias de cortarme el pelo (estilo chico, me refiero) han nacido siempre de un desasosiego interior. Es decir, que partían más de una necesidad por cambiar mi vida, mi aspecto, la manera en que me veían los demás, que porque realmente me gustase.

Hubo una época que cortarse el pelo, era dejar atrás agobios, desilusiones y mi constante baja autoestima. Incluso, hubo una época en que me cortaba el pelo para que el gilipollas de mi amor platónico me mirara con otros ojos.

Muchos me aplauden el cambio. Son muchos los que me prefieren con el pelo largo, entre otros mi inseparable Ale que siempre tuvo afecto por las largas cabelleras. A otros, siempre les guste con el pelo corto; es cuestión de gustos, es cuestión de momentos.

No hay comentarios: