domingo, abril 22, 2007

Callejeros

No puedo precisar qué capricho del destino propicia que cada noche de viernes termine, con el rostro congestionado y los ojos como platos, viendo "Callejeros". Por si alguien no ha tenido oportunidad de verlo, os diré que "Callejeros" es un programa de Cuatro que se basa en la elaboración y emisión de reportajes de lugares bastante alejados de nuestra idea de existencia. Si un día sus aguerridos reporteros se encuentran conociendo de primera mano la situación de un poblado gitano, en otras ocasiones, podemos encontrarlos conviviendo con los vecinos de la Cañada Real o pateándose, sin tregua, uno de los barrios más críticos de Bilbao. Independientemente de lo que nos muestren, mi reacción cada semana es parecida a la de la mañana que sigue a una noche fiesta. Siempre digo que nunca lo volveré a ver; que mi estado anímico no es el idóneo para angustiarme más. No obstante, aunque intento llevarlo a cabo, no sé si por la escasa calidad de la programación de los viernes, siempre termino tragándomelo de cabo a rabo y con el corazón destrozado.

Puede ser que, últimamente, esté más sensible de la cuenta y que todo me afecte demasiado. No obstante, creo que a nadie le puede dejar indiferente el testimonio de una chica de 28 años, que ya lleva en su haber cuatro vástagos de diversos padres que, estando embarazada del quinto, vive en la calle, ejerce la prostitución y fuma en plata. Supongo que hay personas que están hechas de una pasta más dura y que yo, para qué negarlo, no tengo mucho mundo pero, lo realmente cierto es que, cuando termino de ver "Callejeros" y me voy a la cama, me siento TAN mal por lo que hay ahí fuera tan dejado de la mano de dios, que me duele pensarme "afortunada" por no formar parte de esos submundos que nos muestran sus reportajes.

Hay quien opina que las series televisivas que se desarrollan en el mundo de la sanidad (Urgencias, Hospital Central, ...) tienen un fin motivador. No hay que ser excesivamente hipocondríaco para preguntarse qué diantres puede haber de divertido en contemplar a gente enferma, familias que sufren o en conocer patologías de toda clase. Más allá del morbo y del atractivo de muchos de estos médicos de ficción, se encuentra una solución más simple a la pregunta: La mayor parte de nosotros volvemos a casa procedentes de trabajos estresantes, agotadores, poco productivos, poco inspiradores o frustrantes. Otras veces, la situación en nuestro hogares o en nuestra vida íntima no andan del todo bien. Sentarse en el sofá, encender la tele y contemplar los problemas ajenos, presumiblemente más graves que los que llevamos a cuestas, ejerce en nosotros un bienestar algo cuestionable moralmente hablando.

Los antiguos dicen que todo tiene remedio menos la muerte. Quizás sea ésta la máxima en la que se basan este tipo de seriales.
Supongo que ocurre lo mismo con "Callejeros". Nos hacen sentir agradecidos con la vida, afortunados con nuestra existencia. Sin embargo, lo que vemos cada noche de viernes en Cuatro, no es una ficción edulcorada y dramatizada. Somos testigos de una realidad latente, de unas vidas dolientes y sangrantes, de un mundo paralelo al nuestro que parece que se desarrolla en otro tempo. Nuestras vidas frenéticas, avocadas al trabajo, a los horarios cuadriculados y a las horas de sueño, se contraponen con las de los que habitan en esos mundos subterráneos que palpitan al ritmo de las drogas, el sexo más oscuro o la máxima desesperación.

Decidido: no volveré a verlo nunca más.

7 comentarios:

Mariaje dijo...

Yo también vi -callejeros-
y también me quedé átonita ante esa chica de 28 años de Bilbao que solo sabía decir..¿y que coño voy a hacer?..bebiendo, drogándose y trayendo al mundo hijos, que asombrosamente ella misma decía -que le salían "muy sanos".
Igual de desesperada era la figura de su actual compañero, por no decir, el pobre hombre que la obsequia con un bote de medio litro, de cerveza, asi, a palo seco para empezar la mañana.
Todos, acaban llorando, hastiados de su suerte y lo que es lo peor, sin ánimo de cambiarla.
Es realmente triste y lo peor: que no es otra "serie de reality" es la mismisima realidad,que supera cualquier ficción.

Tony Astonish dijo...

Escapista, no creo que lo que te pase cuando ves la serie sea malo, sino todo lo contrario... Se le llama sentir o tener sentimientos... No he visto nunca ese documental, pero eso de buscar la "lágrima fácil" o de remover, no me gusta nada de nada...

Besos.

Carlos Barrios dijo...

De todas formas somos cada uno de nosotros los que debemos tener un espíritu crítico lo suficientemente moldeado -y trabajado- como para no dejarnos llevar por lágrimas hetéreas.

Yo cada vez estoy más convencido de que la educación de cada uno de nosotros es la solución a muchos problemas contemporáneos. Y como ese tema, el de la educación, va cada vez peor, y los cambios en todo el mundo son cada vez más rápidos... pues eso.

No quería irme por las colinitas de Baeza. Besos, Escapista... te acabo de descubrir en el panorama bloguero.

carme dijo...

sino te ocurriera eso creo que seria cuando deberías preocuparte....
tu comentario en mi penultimo post me encantó. Estoy completamente contigo, la comunicación es básica... Por eso, aunque me duela, creo que todo esto, en un tiempo, me resultará tan beneficioso... Tiempo... el tiempo pasa.. y deja que todo pase con el.
un saludo!
:)

Homo-Sapiensis dijo...

... Pues... asi es la vida, lo que pasa es que hay muchas dimensiones en esta vida... y viene bien de vez en cuando poder entrar en esas dimensiones, para valorar mas lo que tenemos en la nuestra... Muchas gracias por tu visita en mi blog de Juegos de Poder..un saludote

Ivers0n dijo...

Ver la realidad es lo que a veces nos sirve para darnos cuenta de que nos ahogamos en problemas insignificantes y que dedicamos demasiado tiempo a pensar en tonterías, en lugar de tirar palante y disfrutar de la primavera.

Besos!

Unknown dijo...

y realmente sabes que ahí estarás, mañana viernes por la noche, esperando que espere. Harás un intento de cambiar de canal, pero volverás a Cuatro, y volverás a entristecerte sintiéndote afortunada.

No te entristezcas, y que el programa te sirva para unirte a causas nobles (en la medida de lo posible)