domingo, noviembre 05, 2006

Las nulidades matrimoniales: o el divorcio de los cristianos.

En los tiempos que corren, está muy de moda eso de las nulidades matrimoniales. ¿En qué consisten realmente? La nulidad matrimonial es un favor que la Iglesia Católica te otorga, sobre todo si eres rico y famoso, mediante el cual, a ojos de Dios (si es que Dios los tiene), no has estado casado con la persona con la que un día te casaste. Por lo tanto, como no has estado casado, las próximas nupcias que tengas, después de esta nulidad, serán consideradas como ¡tu primera boda!

En un artículo informativo de la Archidiócesis de Madrid, te explican muy bien como va el asunto. Pueden declarar tu matrimonio nulo por muchos motivos, la mayoría de ellos por -parece- errores de la propia Iglesia que, según mi opinión, está mas interesada en hacer uniones que en la gente que acude a casarse. Por lo tanto, si te has casado siendo menor de edad, si lo hiciste con tu primo, o si, por el contrario, te cargaste a tu marido para casarte con el amor de tu vida, conciénciate, tu matrimonio es nulo. Si, por el contrario, raptaste a tu actual mujer, que era menor de edad, y, en la actualidad, le pones los toros, tu matrimonio no es que sea nulo, es que eres, cuanto menos, un hereje.

Una particularidad de las nulidades matrimoniales es que no están al alcance de cualquiera. ¿O es que acaso sabes de algún vecino tuyo al que se la hayan otorgado? No. Las nulidades sólo están dirigidas a aquellas personas famosas y ricas. Hasta cierto punto da igual si alardeas o no públicamente de tu adhesión a la religión católica (o a algunas de sus sectas), basta con que el saldo de tu cuenta corriente sea afín a la causa.

De esta manera, si eres famoso y estás divorciado, si no tienes la nulidad matrimonial: no eres nadie. Por ello, en el histórico de nulidades matrimoniales de nuestro famoseo, encontramos algunos casos que rozan lo hilarante. Uno llega a preguntarse cómo puede dejar la Iglesia que se hagan públicas algunas de ellas. En este sentido, pienso, que, en pos a la ya malograda imagen de esta religión, el tipo de temas que nos ocupan deberían, en todo caso, aplicarse a la gente de pie y anónima, y, en cualquier caso, no centrarse en gente pública que propiciará el aireamiento de estos esperpentos.

De este modo, es fácil contemplar nulidades matrimoniales del tipo de la de Alicia Koplowitz, que, con 58 años, y separada desde 1991, con tres hijos en nómina, ha recibido recientemente su nulidad. O por ejemplo, el caso de Rocío Carrasco (o Rociito) que, con boda multitudinaria en su día, dos hijos en su haber, posible infidelidad de por medio, recibió, hace tiempo, el ansiado veredicto. ¿Esto cómo se lo come la gente? (me pregunto). ¿Cómo reacciona la gente que va a misa de vez en cuando y, en la homilía, el curita de barrio aboga por la familia, por el matrimonio para siempre y ataca de pleno a las separaciones y divorcios? ¿A caso no nos damos cuenta que tanto la iglesia de barrio como el gran Vaticano, son lo mismo; que la iglesia que da nulidades a diestro y siniestro entre los separados del famoseo, es la misma que la que combate el divorcio desde tiempo inmemoriales?

En fin, resulta, esta situación, cuanto menos absurda: desde las dos partes. Es demencial que la gente aún pueda seguir creyendo en esta institución con dudosos principios que es la Iglesia, a la par que es ilógico que la Iglesia muestre este tipo de contradicciones en público. ¿Maneras de acercarse a la gente? ¿Formas de mostrar el matrimonio como algo que ellos combatían desde siempre: "algo no-para-toda-la-vidal"? El divorcio de los católicos, sea lo que sea, no deja indiferente a nadie.

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