miércoles, octubre 25, 2006

Y no ha parado de llover...

Y no parece que vaya a parar. Tanto pedirle a la Virgen de la Cueva y a los Santos del pueblo, ha dado resultado. Llueve en Sevilla, diluvia en Sevilla, y no para, y ya, algunos, no sabemos qué hacer. Porque aquí, en Sevilla, lo que se estila es estar en la calle, tomarte unas cervecillas en alguna terracita... mucho frío tiene que hacer en esta ciudad para que la gente se quede en casa. Sin embargo, la lluvia nos paraliza. Es un fenómeno que últimamente se muestra tan poco que nos sentimos torpes con las malditas gotas. Así, llegas el doble de tarde al trabajo, te mojas siempre, porque, ¿quién lleva un paraguas en Sevilla? y te quedas en casa, porque... ¿qué vas a hacer en la calle? La lluvia nos agota, nos agobia, nos vuelve irascibles, debido a ella nos duele la cabeza, nos duelen los huesos, nos resfriamos, nos resvalamos, nos salpican y nos llenamos de barro hasta las orejas.

No estamos preparados para la lluvia. El primer día que llovió en la ciudad, la mayor parte de la gente expresó su alegría: "Que llueva, que llueva: agua pa'los pantanos". Apareció en la tele, como no, el representante de los empresarios del campo: "Tiene que llover más, esto no es suficiente". Y como nunca llueve a gusto de todos, siguió lloviendo, y siguió, de modo que ya llevamos más de una semana soportando la lluvia y ahora quieren que pare de llover hasta los del campo.

La gente se pierde en el monte debido a las riadas y los movimientos de tierra, en algunas poblaciones el agua te puede llegar por encima de la altura de las rodillas, aparecen humedades, ¡goteras!. Las ratas salen de sus alcantarillas, ahogadas con tal cantidad de agua que está cayendo.

Algunos dicen que esto se debe al cambio climático; que se extreman los climas, que, o hace mucho frío, o muchísima calor, que, o no llueve, o te cae agua para no regar las macetas en tres meses. Toda esta situación de caos me recuerda a la famosa canción de los Mojinos Escozios, El tatuaje. Espero que sirva de talismán y... ¡¡que pare de llover de una p..a vez!!

Sevilla 1990, estaba yo jartándome de servesa con mi gran amigo Ugenio "El Loko", en el bar de Juanichi, a 60 pejetas el tanque, cuando en de repente, y debido a la caló que hasía, 45 grados a la sombra de un bellotero que daba las bellota como puños, se quita la camisa y eso no era un pecho, eso era un tebeo del Mortadelo, tenía el tío más dibujito que los tapones de la Fanta.

"Quillo Loko ¿dónde te has hecho esos tatuaje?" dice: "dónde va
a ser, en Barcelona, en to el medio de la Rambla, un Chino, una vez que fuí pallá."

16.000 pejetas el billete de autobús, 22 horas de viaje con un chofe que el tío no era más saborío porque no podía, no paraba el tío ni en los STOP. Por fin llegamos a la estasión deSan-no-se-quien a Barcelona. Me bajo. 3 horas buscando la boca del metro, cuando la encuentro me meto y me salgo, y cuando salgo otra vez a la calle, allí estaba cayendo agua pa llevarse 3 meses sin regá las maseta; 2.500 millones de litros por metro cuadrao. ¡Dios mío de mi arma, Barselona qué es lo que es, una siudá o un pantano!.

En las Ramblas no había
gente, no había perros, no había gatos, ni palomas... y el Chino ¿cómo va a estar el Chino? Allí, los tíos de los Kioscos en vez de piriódico estaban vendiendo chubasqueros, paraguas, canoas...
No había visto yo más agua en to los días de mi vida. ¡Ay Virgen Santa!

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