lunes, octubre 23, 2006

Los merced-maníacos

Muchas teorías demuestran que el contacto mutuo hace que los seres vivos lleguen a parecerse unos a otros. De esta manera, el perro se parece a su dueña, los hijos se parecen a sus padres y a las mujeres que viven juntas le baja la regla el mismo día. Sin embargo, ¿es posible que las máquinas se parezcan a los hombres? ¿Puede existir algún tipo de semejanza entre un trasto lleno de tuercas y una persona con un mínimo de cerebro?. Pues si, existe un caso, quizás el único en que, nosotros, los seres humanos nos emparentamos con nuestros hijos (las máquinas) y nos reproducimos y morimos con ellos: Sí, estoy hablando de el Ser Humano y su querida máquina devoradora de ozono y de años de vida; estoy hablando del hombre y su fiel amigo; el AUTOMÓVIL.

Es por todos conocido que la fascinación que el mundo del automóvil ha ejercido sobre el ser humano, y en particular sobre el sexo masculino, solo es comparable con la que algún cavernícola experimentó en su día con el fuego. De este modo existen múltiples teorías que relacionan a ambos seres (humano y máquina), que los clasifican y los distinguen. En este modesto blog intentaremos recoger algunas de estas interesantes teorías que inundan nuestro imaginario automovilístico.


- A coche más caro, más guay eres.

Es probable que esta máxima sea una de las que más identifica la relación hombre/máquina, y es que es por todos conocido que cuanto más caro sea tu coche más guay eres, más dinero tienes, más ligas y más todo. De ahí que muchos se hipotequen hasta las cejas por tener, en su modesta plaza de garaje de su bloque de pisos de protección oficial, un bonito (y caro) buga. De ahí la inmensidad de BMW que atestan nuestras carreteras, todos ellos conducidos por niñatillos de poca monta cuya ocupación puede relacionarse directamente con el tráfico de estupefacientes. También, la adquisición de BMW medio que-lleva-todo-el-mundo puede derivar de ese afán de los pintamonas de menos de 35 años por tener un coche mejor que el de su padre. Hay de todo; y como decía una compañera de carrera de rancio abolengo, un BMW sólo lo llevan los que quieren aparentar, los montados en el taco se compran un AUDI.

- A coche más tuneado, más chulo y peligroso eres.

Y más mala cara tienes que poner cada vez que te paras en un semáforo. El tuneo es un hobby, en mi opinión, muy creativo, muy caro y poco agraciado. En definitiva, inservible. Sin embargo, hoy en día todos los niños quieren ser de mayor "tuneadores de coches", por lo tanto, los tendremos en cuenta en este artículo. Un coche tuneado es como si se celebrara la Navidad todos los días del año: siempre van con todo el alumbrado encendido. Da igual que haya niebla o no, los faros antiniebla se activan cuando desaparece una pizca el sol. Es inevitable.

- A coche más grande, menos sexo.

Triste existencia si perteneces a esta categoría. Estadísticamente el coche grande, tocho e inmenso (tipo catamarán) está pensado para hombres casados de mediana edad, o ejecutivos adictos al trabajo. Es decir, está proyectado para gente que pilla poco. En sus insipidas vidas sólo la satisfacción de tener un coche mayor que el del vecino o que el de Jaime - el de marketing - es el motor de sus vidas: la clave de su éxito.

- El misterio del Seat León.

Desde que salió al mercado el Seat León, me he preguntado por qué este coche era conducido por un grupo muy homogéneo de personas. Y es que su propio diseño, su forma exterior, nos transmite que es un coche "canalla", "chulesco", y Seat los crea y ellos se juntan. El conductor de un Seat León es posiblemente el único espécimen humano que es capaz de convertirse, cuando se monta en su coche, en el ser más gilipollas de la carretera. Pregunta para el gran Iker Jiménez: ¿qué extraños sucesos se producen en esa máquina infernal para que una persona actúe de esa manera? No lo sabemos, la nave del misterio seguirá investigando.

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