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Nadie es perfecto, por lo tanto, nadie es "perfecto para nada", ni "perfecto para todo", ni "perfecto para mí". La perfección, ha muerto. Ha muerto ese mundo de los ideales, lo correcto, lo consecuente. Las cosas tienen consecuencias, bien es cierto, pero hoy en dia, pueden existir consecuencias sin motivos que las desencadenen. Ya no creemos en Dios, ni en sus patrañas salvadoras. No necesito ser perfecto para acceder a mi póstuma sala vip.
Ser perfecto es estar muerto, y para muchos, estarlo es realmente consecuencia de ser perfecto.