Me obsesioné tanto con el lamaismo, el budismo, la meditación... que leí, de un tirón, la colección de libros de Lobsang Rampa. Si alguien no los ha leído, se trata de la historia de un supuesto lama tibetano que destapa todos los secretos de su ancestral creencia. En mi casa no es que se lea mucho, pero, desde que tengo uso de razón, siempre he visto, en la estantería del salón, aquellos libritos destartalados de tapas rojas con títulos tan evocadores como "La túnica de Azafrán" o "El ermitaño". Siempre que le preguntaba a mi madre sobre el contenido de aquella reliquia bibliófila de mi hogar, ella me contaba, ensimismada, las maravillosas historias del pequeño Lobsang, de su aprendizaje en una lamasería y de su postrera vida de eremita en una montaña perdida del Tibet.
Cuando el budismo entró en mi vida, no tuve una excusa mejor para acudir a aquellos libros. Fue, sin duda, una lectura iniciática harto recomendable. Sin embargo, como aprendiz en potencia de la cultura tibetana, no encontré ningún valor didáctico importante en ella. En vano me esforzaba, todas las tardes, después del instituto, en intentar meditaciones trascendentales y viajes astrales que tan explícita y llanamente narraba, en sus libros, el bueno de Lobsang. No sé cómo no me quedé bizca intentando buscar mi tercer ojo, en algún lugar olvidado entre mi cerebro y mi mente. Otras veces, jugaba a imaginar todo mi cuerpo cubierto de hormigas que yo tenía retirar, mentalmente, para lograr una relajación completa. Incluso me aprendí algunos mantras de significado ignoto pero que a mí me hacían sentir realmente bien. Más tarde, me enteré de que el tercer ojo era más una realidad física que una concepción psíquica. Cuando interioricé que no me sentaría mejor taladrándome literalmente la frente para activar ese nuevo órgano de la visión extrasensorial, renuncié, por completo, a lograr el nirvana, a los viajes astrales y a las varitas de incienso perennes.
No obstante, siempre se aprende algo. De aquella época conservo, todavía, las múltiples técnicas de relajación que llevé a cabo durante dichos meses de locura budista. Muchas veces, sigo recostándome en la cama, en la penumbra de mi habitación, con el Ipod a toda pasta, mientras escucho una canción que me haga volar, que me incite a salir por la ventana y vivir otro sueño, otra historia. En mi época budista, el Urban Hymns de The Verbe era siempre el CD elegido. "Weeping Willow", mi canción para volar. En aquellas sesiones de relajación, descubrí mi enorme capacidad de unir la imagen a la música, despertando en mí la extraña vocación -nunca consumada- de llegar a ser realizadora de videoclips. Ya llegará.
Y hablando de videoclips... os dejo mi favorito. Es un poquitín fuerte, así que, si tenéis menos de 18, no lo veáis... (aunque yo lo vi con menos de 18, jeje). Me encantó. La canción, un temazo.
9 comentarios:
Siempre me pareció curiosa la filosofía tibetana y me encantaría aprender técnicas de relajación, pero he intentado alguna vez y no soy capaz de relajarme...
En cuanto al video, está muy bien hecho... Pero para mi gusto quizás demasiado... ¿real?... Y en cuanto a la canción, imagino que no la usarás para relajarte, ¿no?... ;)
Besos.
Cancion?¿ Temazo?¿ Videoclip?¿
Con lo bien que habría quedado esto en ese post
http://youtube.com/watch?v=tF68EGydcxU
Pero bueno...yo tb tuve 18 años...creo recordar.
un saludito
No es cuestión de edad... Me gustaba con 16, me gustaba con 18 y me gusta con 24... Igual tu te avergüenzas de lo que escuchabas cuando eras joven. A mi no me pasa. Me gusta pensar que tuve la suficiente personalidad entonces para elegir una canción o que soy suficientemente consecuente o coherente ahora con mis gustos. Aunque no soy muy fan de la música electrónica, esta canción se sale, es un clásico de Prodigy famosísimo. Asimismo, Prodigy dentro de su estilo es un hito. Con estas cosas no hay edad que valga... es cuestión de apertura de mente.
Yo reconozco que el vídeo es un poco guarrete, sobretodo por los vómitos, las rayas y eso... pero desde la primera vez que lo vi me ha parecido muy creativo, muy original y muy bien hecho... Que es más bonito y placentero ver a Richard Ashcrof tropezando entre la gente, pues sí... pero a ¿quién le gusta siempre lo bonito y lo placentero? Es cuestión de apertura de mente ;)
Saludines!
Si yo no discuto que la canción no sea un clásico de prodigy famosísimo, lo que discuto es que sea una canción :)
Y no, no me avergüenzo de lo que escuchaba cuando era joven, porque sería avergonzarme de lo que escuché ayer, pero si te refieres a "con 18 años" pues escuchaba muchas cosas que sigo escuchando ahora y otras que no, y de las que no, me encantaban y ahora no, de la misma manera que adoraba peliculas que ahora no porque han envejecido muy mal y solo las tolero por el tema "nostalgia" y en general, casi con cualquier cosa se puede decir. Que algo que estaba bien en su momento solo estuviera bien en ese momento no quiere decir que no seas consecuente, quiere decir que ha dejado de gustarte, has encontrado algo mejor o simplemente ya no váis por el mismo camino.
En cualquier caso, en temas musicales hay cosas que me pueden. Mientras que en cine puedo adorar desde Kubrick a Lynch pasando por David Lean, Hitchcock y Renoir, para mí una canción tiene que decirme o hacerme sentir algo.Ese tema solo me produce dolor de cabeza, y musicalmente hablando no tiene más truco mas alla de unos cuantos samplers, ritmos entremezclados y poco más, así que para mi, cero en creatividad.
Tener la mente abierta no implica no tener unos determinados gustos ;)
saluditos.
Mira Joerace, sinceramente. No es una prioridad en mi vida que te guste la canción o el video en el que se basa mi artículo. Te lo puedo asegurar. No soy tan ilusa como para pensar que a todo el mundo le gusta lo que me gusta a mí. Pero creo que te deberías plantear una reflexión parecida. Igual que yo respeto tu opinión, espero que tu respetes lo que me gusta a mí y no achacar mis gustos a "mis 18 años"... Porque si nos metemos en cuestiones de edades, de madurez y estas historios, acabaríamos mal. A mi me parece muy bien que te produzca dolor de cabeza, es la respuesta que yo esperaría de tí. No pasa nada. Sin embargo, eso no quita que tu actitud me parezca poco respetuosa para con mis gustos. Al amigo Tony por ejemplo, no le ha gustado y no ha tenido que recurrir a expresiones tipo: "Ese tema solo me produce dolor de cabeza, y musicalmente hablando no tiene más truco mas alla de unos cuantos samplers, ritmos entremezclados y poco más, así que para mi, cero en creatividad". Y como yo no espero caer en mi vida en ese tipo de tretas, ni esgrimir argumentos del tipo "es mi opinión, para eso es mi blog"... por mí parte, este debate acaba aquí.
Y me voy al curro :S
Jo.
Entiendo que esto no es un "foro", si no el apartado "comentarios" de tu blog, pero parece que se han perdido las ganas por una buena y sana discusión, por el contrapunto, por defender un punto de vista hasta el final....Por supuesto que respeto tus gustos, y los de todo el mundo, incluso respeto algunos de mis gustos, lo cual no deja de sorprenderme en ocasiones, pero eso no quita para que se pueda mantener una sana discusión, un debate, un poco de dialéctica. Si todo lo que se hace en un blog es poner una anotación, decir "vaya, está muy bien", o "vaya, está muy mal, pero respeto tus gustos (algo que se presume de personas civilizadas)" pues entonces adios al debate, a la discusión, a la esencia del uso de la palabra más allá de monólogo...En fin,me estoy extendiendo demasiado, perdona por la ofensa si es que la hubo, en absoluto intencionada. Como se suele decir en estos casos, no volverá a ocurrir :)
un saludito
me vendo y te pido que pases
A mí siempre me atrajo elBudismo,aunque no lo practiqué.
Hoy día me atrae su arte.
Recientemente he visitado dos Estupas maravillosas y acabas de recordarme que tengo unas fotos preciosas que tomé allí.(pondré alguna en mi blog)
Debido a mi ignorante cultura Budista me ocurrieron dos anécdotas que ahora me hacen sonreir.
Un abrazo.
Lobsang Rampa era un farsante. Un fontanero inglés que se hizo pasar por lama tibetano, para aprovechar el agilipollamiento de la época con lo oriental y vender libros sobre el asunto.
A mí me obligaron a leer un libro suyo en el instituto y era una basura ("El tercer ojo"). Cuando me enteré de que era un farsante, no me extrañó nada, y todo encajó.
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