Como lo prometido es deuda, hoy hablaremos de Jesús Malverde; el patrón de los pobres, los desesperados y de los narcotraficantes, al cual encomiendan su suerte. Descubrí esta enigmática figura en un libro maravilloso que recomiendo a todos: La Reina del Sur, de Arturo Pérez Reverte.
Malverde es un santo cuyos milagros no reconoce la Iglesia. Tiene tres capillas en el mundo donde honran su memoria. Una está en Cali, en Colombia. La otra en Culiacán, en México. Y la tercera, en Los Ángeles. Es la ruta de la coca. Es el patrón de los narcotraficantes.
La leyenda cuenta que Jesús Malverde fue un bandido que vivió a finales del XIX en la sierra de Sinaloa. Su cabeza tenía precio. Un cazador de recompensas le hirió de bala en una pierna pero Malverde consiguió refugiarse en las montañas. La herida se gangrenó y, cuando ya no había esperanza de salvar la vida, pidió a uno de sus compañeros que le entregase al gobernador, cobrase la recompensa y utilizase después el dinero para ayudar a los pobres.
Tal vez no fue así. Tal vez Jesús Malverde nunca existió. Pero cada 3 de mayo, el día de este santo bandolero, la capilla de Culiacán se llena de fieles devotos del Robin Hood mexicano. Es el patrón de los pobres, de los desesperados. Pero, sobre todo, es el santo de los narcos, que rezan por su memoria y le encomiendan su suerte.
La capilla de Malverde en Culiacán, la primera de las tres, se construyó hace pocas décadas, en el mismo sitio en el que contaban que el bandolero había sido ajusticiado, a pocos metros del palacio de Gobierno del Estado de Sinaloa. Es una construcción caótica y abigarrada, apenas 100 metros cuadrados de pequeñas salas alrededor del busto de Malverde que aparece en la foto. Está lleno de decenas de placas, la mayoría de ellas con faltas de ortografía.
"Gracias por ayudarnos asta Arizona", reza una de ellas, que está rodeada de billetes de cien dólares clavados a la pared con chinchetas a modo de ofrenda. Entre los nombres que aparecen en las placas agradecidas están los de los principales narcotraficantes de la zona y es habitual que un día, sin razón aparente, una banda de narcocorridos se pase un par de días tocando canciones al busto de Malverde. Suele ser señal de que han ‘coronado’, de que un gran cargamento de coca ha pasado la frontera estadounidense.