miércoles, noviembre 15, 2006

Sobre Culebrones

El culebrón es un género televisivo dispar. Aunque está totalmente menospreciado por sus contenidos fantasiosos y románticos, se trata de un formato capaz de mover a las masas. O si no, que pregunten en Brasil o en Colombia. Aunque no se tienen que ir demasiado lejos, ¿o es que nadie se acuerda de la fiebre española por Pasión de Gavilanes?

Actualmente, hay cientos de telenovelas en circulación, que, unidas a los miles de culebrones que pululan por nuestra inconsciencia, propician que haya gran diversidad temática dentro del propio género. Sin embargo, aunque se pueda creer lo contrario, los armazones que sustentan el folletín-de-toda-la-vida son siempre los mismos. Existen, por lo tanto, unos estándares que las aúnan a todas en lo que realmente son: telenovelas, culebrones... Precisamente en estos axiomas se basa el artículo de hoy. Pasemos, por lo tanto, a ver los rasgos característicos de una buena telenovela:


- Estructura: La telenovela, ante todo, es un relato lineal. Aunque estaría bien ver un culebrón tipo Memento, la historia de una telenovela es sencilla: presentación-nudo-desenlace. Se suele pasar de un situación estable a otra inestable, y aunque se suceden intervalos de cierta estabilidad, la calma sólo antecede a la más terrible tormenta.

- El final es el matrimonio: Aunque existen casos excepcionales, una buena telenovela siempre acaba con un buen bodorrio. Aunque, tradicionalmente, la última boda es la de la pareja protagonista, hay casos en que el último casamiento corresponde a una pareja secundaria.

- Diferencias entre clases: En una telenovela de cepa, no existen medias tintas: eres muy rico o muy pobre. La magia de los culebrones reside en que hacen posible que clases sociales tan distantes lleguen a cruzarse. De esta manera, es casi seguro que o bien el protagonista viva en una chabola y su enamorada en una hacienda fastuosa, o que, al contrario, el galanazo sea (con sólo treinta y pico años) presidente de una gran compañía, siendo ella sirvienta en su mansión de lujo.

Lo que si está claro que, dentro de la propia historia, siempre hay un caso en el que alguien muy pobre que pasa a ser muy rico (nunca, al contrario). Aunque el medio más utilizado en estos casos es la herencia, muchas veces se dan casos fortuitos de demencia en personas altruistas que ayudan al prójimo. También hay que tener en cuenta las relaciones interesadas.

- La lógica del malentendido: Un buen culebrón se basa, principalmente, en malentendidos. Es decir, en una telenovela, la armonía se pierde por tonterías que si se atajaran en su momento y a la cara, se resolverían en un plisplas. Sin embargo, si todo fuera así de simple, no estaríamos hablando de un culebron con 400 capítulos de media. Los constantes malentendidos propician que los enamorados apenas se vean y que, muchas veces, la palabra de un enemigo tenga más validez que la del ser más querido.

- Los amores reñidos son los mejores: Cuanto más te haga sufrir tu pareja, más te quiere. Normalmente, los protagonistas, en un intento de pensar en el ser amado antes que en ellos mismos, pierden el rumbo y no sólo hacen daño a su pareja, sino que también se fastidian a ellos mismos. Es por ello por lo que, en un culebrón, hay tantos lloros, peleas y decepciones. En comparación con los días de tristezas, las jornadas de plenitud se cuentan con los dedos de una mano.

- Siempre hay un cura: En todo culebrón hay un sacerdote. Puede ser un cura de pueblo, o de barrio o de la jet, pero siempre hay un representante eclesiástico en las telenovelas de verdad. El sacerdote, como todos los personajes, puede ser bueno o malo. Si pertenece a las fuerzas del mal, intrigará contra la consecución del final feliz. Si es bueno, dificultará la trama. Los protagonistas suelen pedirle consejo en varias ocasiones, ofreciéndole, el sacerdote, refugio en la fe y en la religión. Aparece el mítico "récele a la virgensita, mija", que ejerce de ancla de titanic en la acción de la telenovela.

- Siempre hay un enfermo o un discapacitado: Siempre hay un personaje que está en estado crítico o alguna persona que tiene algún tipo de minusvalía. Pueden ser malos o buenos: si son buenos, (y no son los protagonistas), son usados para dar pena o como recurso humorístico. En cambio, si son malos, serán personajes retorcidos amargados. Sea lo que fuere, al igual que el sacerdote, son actantes que contribuyen a la inmovilidad. Sirven para anclar a los personajes en las circunstancias infelices. Por ejemplo: "no me puedo casar con Luis Felipe porque mi padre se moriría del disgusto".

- El confidente: Es, el del confidente, un papel muy importante dentro de una buena telenovela, en tanto en cuanto, su periplo como personaje se basa en escuchar al galanazo o a la doncella protagonista. Su misión es idolatrar y escuchar hasta el paroxismo a su amigo/a, hasta el punto de que no es capaz de realizar acciones que no dependan de la propia historia de su ídolo. Con suerte, en el último capítulo, el confidente encontrará una novieta o noviete que romperá el nexo cuasi-matrimonial que tiene con su colega.

- El traidor (o lo encubierto): En toda telenovela, hay un secreto arcano que el espectador conoce desde el principio de la novela. Este secreto, solo se revelará en los capítulos finales. Maternidades clandestinas, robo o ventas de niños, asesinatos, conforman la base de muchas telenovelas. En la mayoría de los casos, existe la figura del traidor que es aquella persona que no aparenta lo que es. Para bien o para mal, este personaje actúa en las sombras, escondiendo su verdadera identidad (o sus verdaderos propósitos).

Ahora, toca decir que una telenovela es un género televisivo que, en ciertos contextos y sociedades, sirve para promover la ignorancia. Muchas veces calificado como el opio del pueblo, muchas personas recurren a las telenovelas como paliativo a sus propios problemas. La propia temática del culebrón, perpetúa y legitima una sociedad basada en la desigualdad, sumergiéndo al espectador en un mundo donde, los problemas sentimentales, adquieren más importancia que otros asuntos más alarmantes.

Del mismo modo, no debemos contemplar a un culebrón como algo que no nos pertenece. La telenovela en sí, no es un género importado; no es natural de ningún país sudamericano. Las primeras telenovelas que inundaron nuestras vidas no fueron Cristal o Topacio. Antes, mucho antes, ya existían las novelas radiadas o los libros de Corin Tellado que tanto leían nuestras abuelas o nuestras madres. A día de hoy, miles de formatos "culebronoides" de factura española inundan las parrillas de nuestras televisiones. Que no nos coman en seso. Sabemos que es lo que vemos, ¿o no?

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